Editorial
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Resumen
En este número de Ecofronteras mostramos algunas de las experiencias que hemos tenido al trabajar con huertos escolares desde El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).
En la última década, los huertos escolares han sido retomados como una estrategia educativa en todo el país. Están pululando tanto en ambientes urbanos como rurales, por iniciativas del propio personal docente o de las familias, o bien, por programas de empresas privadas, organizaciones no gubernamentales y gobiernos locales. En la mayoría de los casos, son promovidos como una herramienta para la educación ambiental; sin embargo, pueden ser espacios para desarrollar muchas más habilidades, competencias y actitudes.
En este número de Ecofronteras mostramos algunas de las experiencias que hemos tenido al trabajar con huertos escolares desde El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).
Los primeros dos artículos ofrecen un panorama del proyecto “Laboratorios para la vida” (LabVida) en cuanto al uso del huerto escolar para impulsar la agroecología y los sistemas alimentarios sustentables, así como para promover una actitud indagativa por medio de la investigación-acción participativa. Los otros dos textos le dan voz a los actores principales del huerto escolar: docentes y estudiantes. Estas voces, y hasta gritos, nos muestran la diversidad de propósitos, beneficios y retos de los huertos, con experiencias que abarcan desde el preescolar hasta el posgrado. El quinto artículo ejemplifica el compromiso de vinculación de personal académico de la Unidad Campeche de ECOSUR, al establecer huertos en diferentes ámbitos educativos.
Las colaboraciones aquí presentadas evidencian que los huertos escolares no son solo un referente para la educación ambiental, sino para para la enseñanza de la ciencia, para unir a la comunidad escolar, para revalorar saberes locales, para mejorar la alimentación y sobre todo, representan una oportunidad para sembrar las semillas de una nueva educación que permita formar personas creativas, solidarias y críticas. Una muestra de esa creatividad es el cuento “Las voces invisibles que tejen el huerto escolar”, que sintetiza la tesis de maestría de Yolotzin Bravo. Sin duda, también los son los poemas en español y tsotsil de Ruve K'ulej, encargado del huerto de la Unidad San Cristóbal de ECOSUR, y del estudiante Tino Sántiz, mismos que se incluyen en la sección De Literatura y Otros Asuntos de la revista.
Esperamos que estos materiales permitan valorar las cosechas educativas y sentimentales que puede aportar un huerto escolar, así como también los difíciles retos implicados. En el sur de México, donde pareciera que el sistema educativo fue creado para su propio fracaso, hay docentes comprometidos que luchan por arrancar las malas prácticas de raíz, para con cariño labrar la formación de las futuras generaciones en su contexto cultural y ambiental, y cosechar frutos que ya empiezan a madurar y ser ejemplo para el mundo.
Helda Morales, Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente.