Editorial
 

México es un país que alberga una vasta diversidad de organismos vivos (animales, plantas, bacterias, virus y hongos), muchos de los cuales no han sido identificados ni estudiados. Todos poseen características que nos concierne describir con el fin de conocerlos y salvaguardarlos, o al menos ¡ese debe ser el objetivo primordial! 


Cada grupo de organismos contribuye al equilibrio de la naturaleza. Las plantas capturan la energía solar y la transforman en biomasa, liberando oxígeno como subproducto, un elemento esencial para la casi totalidad de los seres vivos. Los animales ayudan a regular las poblaciones de plantas, o facilitan a otros animales y microorganismos la dispersión de semillas y la polinización. Las bacterias son fundamentales en el ciclo de nutrientes de animales y plantas. Pero ¿y los hongos?, ¿qué hacen?


Los hongos son uno de los principales grupos degradadores de la materia orgánica; en simbiosis con las plantas, influyen directamente en el ciclo de nutrientes y la salud del suelo. El interés creciente de estudiarlos surge por su capacidad para producir metabolitos secundarios, algunos con propiedades medicinales como los antibióticos, de modo que son fuentes valiosas para el desarrollo de fármacos. También ayudan a comprender la evolución de patógenos y mecanismos de resistencia, lo que resalta su importancia en investigaciones científicas y aplicaciones industriales.


En este número de Ecofronteras nos aproximaremos a la visión dual con la que percibimos a los hongos. Este es el cometido del artículo sobre Trichoderma, en el que las autoras nos hacen ver que, a pesar de su reputación negativa debido a que puede atacar hongos comestibles e incluso a personas inmunodeprimidas, su papel en la agricultura y la medicina es fundamental.


También conoceremos dos referencias de hongos para consumo humano. Por un lado, los del género Morchella, que nos asombran por su peculiar forma parecida a las colmenas de las abejas. Según descubriremos, son un manjar de sabor y textura únicos que forman asociaciones micorrícicas con las plantas, ayudándolas en la absorción de nutrientes y promoviendo suelos saludables. La segunda referencia es la especie Mycosarcoma maydis o Ustilago maydis, que se conoce como huitlacoche, un hongo que cumple su ciclo de vida en los elotes del maíz, por lo que muchos lo consideran una plaga; sin embargo, representa una fuente rica en proteínas de alta calidad, con un contenido proteico superior al de varios vegetales y cercano al de productos de origen animal. 


Esta sección concluye con una pregunta: ¿los hongos son buenos o malos?, ¿aliados o adversarios? Para terminar de comprender el doble rol de los hongos, los autores nos describen en dónde crecen y nos dan ejemplos de algunos con efectos benéficos y de otros que pueden perjudicarnos, resaltando así su importancia en el equilibrio natural y que su preservación debe ser prioritaria.


En este número también encontramos artículos sobre la gran tortuga de río o tortuga blanca; las microalgas capaces de reducir las emisiones de dióxido de carbono, y sobre el explorador marino Francisco Solís y sus andanzas taxonómicas. En la sección “Leyendo el Sur” se nos invita a leer un útil libro sobre los hongos macromicetos del Tacaná, en el Soconusco, Chiapas; en tanto que en una entrevista con Irene Sánchez nos acercamos a la medicina integrativa y su importancia en términos de prevención. Para terminar, la revista ofrece un sencillo homenaje a Eduardo Gómez, quien fuera su traductor al tsotsil, y a quien reconocemos sus valiosos aportes tanto para Ecofronteras como para la valoración y fortalecimiento de las lenguas originarias.


Zendy E. Olivo-Vidal y Víctor Macuil Tlachino, El Colegio de la Frontera Sur, Unidad Villahermosa; Carlos A. Lobato-Tapia, Universidad Politécnica Metropolitana de Puebla.