Redes alimentarias alternativas en el Centro-Oriente de México

Rocío García Bustamante, Luis Bracamontes Nájera y Miguel Ángel Escalona Aguilar

En distintas partes del país han surgido o se han fortalecido iniciativas que vinculan a los consumidores con los productores del campo que cultivan y elaboran alimentos, favoreciendo una dieta más saludable y un circuito de consumo justo. Las experiencias en Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala y Veracruz nos dicen qué tan eficaces son estas redes alimentarias alternativas para superar las limitaciones que impuso la pandemia por covid-19.

 

Un virus cambió el destino de la humanidad en 2019. Entre sus efectos, develó que el capitalismo neoliberal y sus sistemas industriales de producción y procesamiento de alimentos enferman nuestros cuerpos y los ecosistemas. La pandemia de malnutrición y la degradación del medio ambiente agudizaron la emergencia sanitaria.

También se hizo evidente la profunda inequidad social que existe en nuestro planeta, pues muchas personas, pese al riesgo de contagio, tuvieron que seguir saliendo para trabajar y producir, procesar y transportar nuestros alimentos. Y como toda crisis, esta ha mostrado que la solidaridad permite generar alternativas para sostener la oferta de productos saludables y la economía local.

¿Qué son las redes alimentarias alternativas?

Las redes alimentarias alternativas (RAA) son iniciativas ciudadanas integradas por productores, consumidores y otros actores que buscan desarrollar sistemas alimentarios locales más justos y sustentables que los convencionales, así como fortalecer los vínculos comunitarios entre los habitantes del campo y los de la ciudad. Algunos ejemplos son los mercados de productores, donde alimentos y otros bienes se ofrecen directamente por quienes los cultivan o elaboran; asimismo, están los grupos de consumo y de agricultura de responsabilidad compartida, en los que los consumidores se organizan para comprar directamente y, en colaboración con productores locales, apoyar formas de producción más saludables; también se incluyen las tiendas especializadas (físicas y virtuales) que ofertan productos en mejores condiciones comerciales para los agricultores y consumidores.

Las RAA han surgido en muchas partes del mundo y se han multiplicado rápidamente, consiguiendo, por un lado, que los consumidores accedan a alimentos sanos y nutritivos y, por otro, que los productores puedan mejorar sus ingresos y ganar autonomía. Mientras que en los sistemas convencionales, como los supermercados y mercados mayoristas, la distancia entre productor y consumidor es cada vez grande, las RAA buscan reconectarles de distintas formas: que quien consume conozca quién, cómo y en dónde se producen sus alimentos, que las decisiones sobre el sistema agroalimentario sean tomadas por la ciudadanía y no por las transnacionales, que disminuya el intermediarismo y que se creen espacios para el aprendizaje conjunto y el encuentro.

Procesos de articulación entre RAA

Uno de los primeros ejercicios de articulación nacional de las RAA fue la creación de la Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos en 2004. Posteriormente, en 2018, un grupo de iniciativas en el Centro-Oriente de México organizó una convocatoria nacional para realizar talleres con el objetivo de construir una propuesta de programa público que apoyara a estas redes y que se llevara ante el gobierno federal entrante. Sin embargo, a pesar de acudir a varias instituciones, no ha recibido respuesta positiva.

En los últimos años, ha crecido la presencia de estas iniciativas en los medios de comunicación públicos. A principios de 2020, el Colectivo Zacahuitzco y el Mercado Alternativo de Tlalpan, RAA de la Ciudad de México, recibieron una invitación para participar en el programa televisivo “Naturaleza” del Canal 11 y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). Tras la filmación del episodio “Mercados alternativos”, la CONABIO propuso que las RAA construyeran un mapa nacional de estas iniciativas, el cual se alojaría en la página de la institución. Fue entonces que se pensó en ampliar el grupo motor, de modo que se incluyeron a la Cooperativa de Consumo La Imposible, al Tianguis Agroecológico de Xalapa, el Tianguis Alternativo de Puebla, la Red Socioambiental Amealco y al Grupo Alimento Sano. 

Finalmente, en 2020, el proyecto “Estrategias colaborativas para el fortalecimiento y articulación de prácticas agroalimentarias de las economías popular-social/solidarias, para enfrentar la crisis y poscrisis por covid-19 en municipios del Centro-Sur-Sureste y Occidente de México”, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y del que los autores fuimos parte, ha permitido generar espacios de encuentro físicos y virtuales, elaborar diversas publicaciones de difusión y empezar a desarrollar una plataforma virtual de colaboración.

Estos ejercicios de vinculación han facilitado la compartición de herramientas y saberes para la solución de problemas comunes, así como el impulso de actividades conjuntas que han ayudado a fortalecer y a visibilizar las iniciativas, además de su trabajo e importancia para la construcción de sistemas agroalimentarios más justos y sustentables.

Ciudad de México, Puebla-Tlaxcala y Veracruz

La pandemia afectó de formas diferenciadas a las RAA del país. Así, en Ciudad de México, algunos espacios de comercialización tuvieron que cerrar, lo que redujo significativamente las ventas. Como solución, casi todas las redes, incluyendo estos mercados, grupos de consumo y tiendas alternativas, implementaron nuevos sistemas para la recepción de pedidos y entrega de productos. En algunos casos, aprovechando las relaciones previas de colaboración, se consiguió el préstamo de equipo de almacenamiento y el diseño de sistemas de pedidos en línea. Asimismo, algunas organizaciones articuladas en un sistema participativo de garantía ¾alternativa a las empresas de certificación orgánica basada en la colaboración de productores, consumidores y otros actores¾ elaboraron y difundieron materiales para promover las compras a través de estas redes.

En el caso de Puebla, las estrategias incluyeron la conformación de grupos de consumidores y la reestructuración de actividades dentro de los mercados de productores locales, como el Tianguis Alternativo de Puebla (TAP), el cual, además de mantener su punto de venta, creó un sistema virtual de comercialización. Mientras que en el estado vecino, el Mercado Alternativo de Tlaxcala tuvo que cerrar por instrucciones gubernamentales. Esto ocasionó que los productores buscaran otros lugares y formas de comercialización, incluyendo la entrega a domicilio y la apertura de nuevos puntos de venta.

En Veracruz, la respuesta de estas iniciativas a la pandemia tuvo tres momentos. En primer lugar, el cierre obligatorio de los mercados locales, hecho que llevó, en un segundo momento, al surgimiento de sistemas virtuales para comprar canastas de alimentos y a iniciativas como “Grupos de Apoyo para la Producción de Alimentos en Casa”, impulsada por la Universidad Veracruzana y la Red de Agricultura Urbana y Periurbana de Xalapa, cuyo objetivo fue facilitar la creación de huertos domésticos. Finalmente, en un tercer momento cobró importancia la articulación de estas y otras iniciativas ya existentes, lo cual permitió el fortalecimiento de toda la red. Un ejemplo es la Plataforma Metropolitana de Formación en Agroecología que, fundada en prepandemia en 2019, se ha encargado de articular las iniciativas de producción y consumo de alimentos locales y sanos, aspirando incluso a consolidar una “sociedad educativa” formada por comunidades de aprendizaje.

Desafíos y horizontes

Los desafíos para las RAA durante la emergencia sanitaria son diversos, pero los siguientes son de especial relevancia:

1. Mantener la producción tras reducciones de movilidad, limitación de acceso a insumos, demanda fluctuante, y los riesgos para la salud que han enfrentado quienes han tenido que salir de casa para que los sistemas agroalimentarios sigan funcionando.

2. Diversificar los sistemas de comercialización, de los que el armado de pedidos a domicilio ha resultado complejo pues, en muchos casos, las iniciativas no han contado con la infraestructura, los recursos y los conocimientos para desarrollarlos eficientemente.

3. Mantener las actividades que daban vida al encuentro entre productor y consumidor, lo que se ha dificultado por las restricciones de movilidad y distancia social. Es cierto que se ha recurrido a la modalidad virtual, pero esta es de alguna forma excluyente, en particular de aquellos con limitado acceso a internet.

4. El acceso a espacios de intercambio. Muchas de las iniciativas con sedes en lugares públicos o centros de educación, sobre todo universidades, tuvieron que cerrar, lo que afectó fuertemente la venta. Esto habla de que deben buscar espacios propios para alcanzar su independencia.

Hay retos, pero también horizontes promisorios. La actual emergencia sanitaria nos ha enseñado que el patrón de alimentación promovido por el sistema agroalimentario convencional ha aumentado nuestra vulnerabilidad ante nuevas enfermedades. Y ha quedado claro que la cada vez más intensa intervención humana en los ecosistemas incrementa el riesgo de transmisión de padecimientos desde otras especies. A ello se suman otras situaciones, como el cambio climático y la creciente desigualdad socioeconómica, todo lo cual implica que nuevas formas de vivir, en este caso, de producir, distribuir y consumir alimentos sanos y saludables, sea el único camino hacia futuros menos amenazadores.

 

Rocío García Bustamante participa en Desarrollo y Aprendizaje Solidario A. C. y es investigadora invitada de la Universidad Iberoamericana Puebla (investigacion@dasac.org). Luis Bracamontes Nájera es doctor en Ciencias de la Sostenibilidad por la Universidad Nacional Autónoma de México (luis.bracamontesnajera@gmail.com). Miguel Ángel Escalona Aguilar es ingeniero en Ciencias Agrícolas por la Universidad Veracruzana (mescalona@uv.mx).

 

Ecofronteras, 2021, vol. 25, núm. 74, pp. 18-20, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx