Sistemas alimentarios frente a la covid-19: desafíos y esperanzas en México y Colombia

Erika Franco, Helda Morales y Mateo Mier y Terán Giménez Cacho

La supervivencia e innovación de los mercados agroecológicos nos han hecho ver que son una buena alternativa en la distribución de alimentos, pues han sabido sobreponerse no solo a una crisis sanitaria, sino también a las medidas de los gobiernos, las cuales favorecieron sobre todo a los supermercados de alimentos hiperprocesados en los momentos de mayor restricción durante la pandemia, perdiendo de vista la importancia de una dieta saludable. Salsa BC, en Colombia, y “Comida Sana y Cercana”, en México son dos magníficos ejemplos.

 

Mercados agroecológicos

Era inevitable que los sistemas alimentarios se vieran afectados por la pandemia producida por el SARS-CoV-2, declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 11 de marzo de 2020. Los gobiernos nacionales y locales, las personas y organizaciones en todos los segmentos: producción, transformación, distribución y consumo, tuvieron que reaccionar ante lo inesperado de la crisis sanitaria. En la mayoría de los países se emitieron marcos normativos que condicionaron diversas dinámicas y actividades, lo que en muchos casos solo sirvió para limitar el intercambio y la comercialización, en especial en la producción agroecológica[1] y el comercio justo;[2] sin embargo, se mantenían las facilidades para los mercados de productos hiperprocesados, pese a que se reconocía la importancia de una dieta sana.

No obstante, diversos mercados agroecológicos se abrieron paso en el complicado contexto: organizaciones con vínculos y pluralidad de participantes, que promueven la sostenibilidad social, ambiental y económica de los sistemas alimentarios mediante la producción, consumo y distribución de productos agroecológicos, usando cadenas cortas de suministro (movilización local), semillas nativas y adaptadas, y la participación directa de productores y consumidores.[3] Se están configurando como espacios promotores de relaciones afectivas, educativas y de procesos de incidencia política en torno a la agroecología. 

Aquí presentamos dos experiencias sobre cómo estas formas de distribución y comercialización han transitado la pandemia: la del Comité de Integración Regional Salsa BC, en Colombia, y la del Tianguis Agroecológico y Artesanal “Comida Sana y Cercana”, en México.

El Comité de Integración Regional Salsa BC (https://comitesalsa.co/), que inició en 2009, es una red compuesta por 19 organizaciones sociales, campesinas y urbanas, extendida en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, Colombia, que incluye varios procesos en localidades de Bogotá. Productoras y productores de la agricultura campesina, familiar y comunitaria agroecológica, o en transición hacia esta, realizan las actividades de cultivo, transformación, elaboración, cría de animales y otros trabajos, permitiendo que consumidores de zonas urbanas accedan a artículos comercializados en cinco mercados. Las organizaciones se articulan al Comité Salsa BC y al Mercado Salsa BC (Comamos Sano, https://comamossano.com/).

El Tianguis Agroecológico y Artesanal “Comida Sana y Cercana” se fundó en 2006 en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, con el empuje de cuatro jóvenes madres que trabajaban con familias productoras y que buscaban dar a sus hijos una alimentación sana. Inició como una cooperativa en la que seis familias hacían su pedido semanal de verduras, café y miel a agricultores que se distinguían por usar métodos limpios de producción. En un año la cifra subió a 100 y había más familias que querían unirse. Antes de cumplir dos años, la cooperativa que ofertaba canastas bajo pedido se convirtió en un mercado de productores. Como toda organización, ha enfrentado retos al tener opiniones distintas, al faltarle un espacio propio y querer mantener su autonomía frente al Estado, evitando sus apoyos económicos. Aun así se han mantenido por 15 años y han sido inspiración para el surgimiento de otras 20 iniciativas similares en la ciudad.

Desafíos durante la pandemia

Desde el 11 de marzo de 2020, la Alcaldía Mayor de Bogotá comenzó a emitir distintos marcos normativos ante la declaración de la pandemia hecha por la OMS. Esta fue la primera ciudad en Colombia en establecer restricciones de movilidad libre para personas y vehículos desde el 19 de marzo, lo cual fue adoptado después por los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, limitando así el abastecimiento y adquisición de alimentos.

Para el 22 de marzo, el gobierno nacional ordenó el aislamiento obligatorio, que reducía la libre circulación de personas y vehículos a partir del 25 de marzo, sin embargo, contenía excepciones: “La cadena de producción, abastecimiento, almacenamiento, transporte, comercialización y distribución de […] alimentos, bebidas ¾insumos relacionados¾ […] La comercialización presencial de productos de primera necesidad se hará en mercados de abastos, bodegas, mercados, supermercados mayoristas y minoristas y mercados al detalle en establecimientos y locales comerciales a nivel nacional, y podrán comercializar sus productos mediante plataformas de comercio electrónico y/o por entrega a domicilio”.

La interpretación de los marcos normativos por parte de las autoridades locales llevó en primera instancia a que, ante este contexto repentino, y a menos de una semana de iniciado, numerosas formas de comercialización directa de alimentos fueran puestas en restricción y hasta prohibición; y otras, al verse tan constreñidas, cerraran voluntariamente.

En México, a escala nacional y municipal el gobierno instauró algunas regulaciones en los espacios de venta y recomendó a la población quedarse en casa, sin que las medidas fueran tan estrictas. En San Cristóbal de Las Casas, los mercados y supermercados permanecieron abiertos, pero los restaurantes fueron obligados a cerrar. Las grandes cadenas de supermercados de inmediato aplicaron medidas para prevenir el contagio, incluyendo la posibilidad de ordenar pedidos por teléfono e internet. Todo esto, aunado a las compras de pánico al inicio de la pandemia, afectó seriamente al tianguis “Comida Sana y Cercana”: buena parte de sus ventas son para restaurantes, muchos clientes temieron contagiarse en él por ser un espacio pequeño, cerrado y sin regulaciones, y varios prefirieron comprar alimentos no perecederos en los supermercados.  

A pesar de todo, al igual que múltiples organizaciones sociales del sector agroalimentario, tanto el Comité de Integración Regional Salsa BC como el tianguis “Comida Sana y Cercana” se transformaron rápidamente y adecuaron su logística operativa para la comercialización.

Estrategias de adaptación

Productoras y productores del Comité Salsa BC se vieron afectados al no poder llevar siempre los alimentos a los mercados que abastecían, por lo que comercializaron en sus veredas y municipios; algunos elaboraron cartas donde se reconocían como abastecedores de alimentos, utilizándolas como documentación de soporte ante los bloqueos de las autoridades. 

El Comité Salsa BC pertenece a la Red Nacional de Agricultura Familiar de Colombia (RENAF, https://agriculturafamiliar.co/), una asociación que hizo un llamado a conformar un grupo de apoyo para mitigar los impactos de la emergencia sanitaria, visibilizando las afectaciones por la propia pandemia y por la inadecuada interpretación gubernamental de los marcos normativos que impactaban en la agricultura campesina. Se realizaron reuniones virtuales con organizaciones sociales del país adscritas a la RENAF, y en tres semanas se elaboraron los protocolos y medidas de protección que permitían que los mercados continuaran con sus actividades. 

Carlos Pedraza, secretario del Comité Salsa BC, nos relató que se conformaron nuevos equipos de trabajo para las entregas, incluyendo la modalidad a domicilio; se desarrollaron protocolos de bioseguridad dirigidos a equipos, productores y consumidores; se adecuaron los sistemas de pago, y se adoptaron formatos de control de calidad para cumplir las normas. Otras acciones fueron no permitir la asistencia en los mercados a la población vulnerable, asignar horarios de actividades, reconfigurar los espacios para garantizar el distanciamiento social y establecer procedimientos de limpieza y desinfección. Haberse ajustado al escenario pandémico incrementó sus expectativas de crecimiento y fortaleció sus propósitos, y si bien hay mucho por resolver, confían en que podrán hacerlo.

En Chiapas, después de algunas semanas de incertidumbre, las diferentes comisiones del tianguis “Comida Sana y Cercana” lograron formular un plan para protegerse y proteger a las familias consumidoras. Primero retiraron las mesas para el consumo de alimentos dentro de las instalaciones, y luego publicaron un directorio de productores para que la gente levantara pedidos directos pactando la entrega a domicilio. También reacomodaron los puestos de venta para ensanchar el espacio entre cada uno, y se ordenó el uso de mascarillas y desinfección de manos a la entrada. Poco tiempo después, junto con otras organizaciones iniciaron campañas para la entrega de canastas solidarias de alimentos agroecológicos a familias vulnerables, lo que generó un sentido de orgullo y cohesión entre los productores, quienes entonces buscaron estrategias para que sus alimentos, que muchas veces se perciben como de élite, pudieran llegar a toda la población. 

Comentarios finales

La pandemia mostró la fragilidad de los sistemas alimentarios, y nos ha llevado a reflexionar acerca de la crisis del actual modelo globalizado y la respuesta de los actores alternativos, ejemplificados aquí con los mercados agroecológicos. Como se advierte a través de las dos experiencias presentadas, se enfrentan muchos desafíos y un escenario incierto. Por ello recalcamos la importancia del compromiso social, económico y político de los Estados con productores y consumidores, algo no reflejado en estas experiencias.

Si bien los gobiernos nacionales emitieron marcos normativos sanitarios generales para contener la pandemia, de forma directa o indirecta, voluntaria o no, son normativas que favorecieron a los supermercados y no contemplaron las particularidades de las formas de distribución de alimentos provenientes de las organizaciones sociales, y menos de las de base agroecológica, las cuales se reorganizaron y autogestionaron para afrontar y funcionar al inicio de la pandemia y hasta la actualidad.

La constancia y reactivación de estos mercados permitió continuar con la concientización sobre el manejo agroecológico de la producción de alimentos, sus beneficios para la salud y el medio ambiente, y su importancia para la población.

Nos referimos a las actividades que, de forma conjunta, realizaron los consumidores y productores de ambas experiencias, por ejemplo, establecer medidas de protección, como el uso de cubrebocas, desinfección de manos, cambio de horarios y límite de aforo de los mercados; entregas a domicilio; ajustes de logística de espacios para garantizar el distanciamiento; elaboración de documentos y protocolos para presentar ante las autoridades y para los participantes.

Con las experiencias descritas se muestra que la agroecología ayuda a encontrar salidas a las crisis en todos los segmentos de los sistemas alimentarios, comprueba que son mercados que, en diferentes niveles, fusionan e impulsan las acciones de las organizaciones sociales que han hecho de la agroecología un eje de sus actividades.

 

Erika Franco es estudiante del Doctorado en Ciencias en Ecología y Desarrollo Sustentable de ECOSUR (erika.franco@estudianteposgrado.ecosur.mx). Helda Morales es investigadora del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente de ECOSUR y coordinadora del proyecto Masificación de la Agroecología (hmorales@ecosur.mx). Mateo Mier y Terán Giménez Cacho es catedrático CONACYT adscrito a ECOSUR (mmieryteran@ecosur.mx).

 

Ecofronteras, 2021, vol. 25, núm. 74, pp. 2-5, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx

 

 

 


[1] Producción basada en prácticas que se rigen por principios y conceptos ecológicos para mejorar y conservar las interacciones entre plantas, animales y el medio ambiente, restringiendo el uso de fertilizantes, herbicidas y plaguicidas de síntesis química.   

[2] Relación comercial de transparencia y respeto que busca mayor equidad, en consideración a los productores en desventaja; su objetivo es proponer mejores condiciones comerciales para los productores y orientar a los consumidores.

[3] A. M. Chaparro-Africano. (2019). Toward generating sustainability indicators for agroecological markets. Agroecology and Sustainable Food Systems, 43(1), 40-66. https://doi.org/10.1080/21683565.2019.1566192