Abejas mayas, de los códices al siglo XXI

Laura Elena Sotelo Santos

Especie valiosa que comparte ámbitos domésticos con los humanos y sus productos siguen considerándose un bien preciado, la abeja xunáan kaab (Melipona beecheii) es clave en la meliponicultura maya. Así lo documentan fuentes históricas y arqueológicas y, desde luego, se aprecia en las prácticas actuales que han sobrevivido a los embates del tiempo y la modernidad.

Mi encuentro con las abejas nativas sin aguijón fue gracias al Códice Tro-Cortesiano. No me quedaba claro por qué era célebre su sección de abejas, pues a mí no me parecía que lo fueran. Y quedé más desconcertada cuando leí que no picaban. ¡Todo el mundo sabe que sí lo hacen!, pensaba yo. Desde entonces, mis conocimientos sobre estos insectos y sus formas de manejo y cultivo han avanzado, en especial en el significado que los mayas daban y siguen dando tanto a las abejas como a sus productos. Esto lo puedo resumir desde las perspectivas etnográfica, zootécnica, histórica y arqueológica.

Etnografía y tradición. Una mirada ancestral

Mi aprendizaje tuvo como primeros maestros a los pocos meliponicultores que, dispersos y en comunidades tradicionales, en ese momento quedaban en la península de Yucatán; en especial las “damas de la miel”, como se le llama al grupo Ko’olel Kaab, de Ich Ek, Campeche.[1] Pero también don Francisco Puc Kauil, de Tixcacalcupul, Yucatán, y don Martiniano Huchim de Calkiní, Campeche, quien en 2012 tenía posiblemente el colmenar más grande en el área maya.

A través de la experiencia de visitar colmenares y conversar con sus dueños, a menudo con la ayuda de intérpretes, descubrí sensorialmente a las abejas nativas y sus productos, de modo que sus sabores, olores, colores, texturas y sonidos, marcaron mis vivencias. En todos los casos estuvo presente la xunáan kaab (nombre maya dado a la especie Melipona beecheii), cuya preeminencia y significación es clara: en general se le considera sagrada y sus productos se conciben cualitativamente distintos a los del resto de las abejas. La miel suele usarse solo como ofrenda (es el ingrediente básico del balché) y remedio, pues se le atribuyen propiedades curativas, y en las casas tradicionales mayas se le resguarda en cantidades pequeñas, quizás menores a los 100 ml, como un preciado bien.

Descubrir el interior de una colmena fue una experiencia fascinante y resultó clave para mi investigación sobre el códice. Pero mucho más allá de ese universo tangible de cera y miel, el trato reverencial que recibe xunáan kaab por parte de los meliponicultores, y la solemnidad que rodea la apertura de su colmena, me indujo a adentrarme en el conocimiento de estas abejas, y en la historia y las creencias mayas en torno a la miel.

Zootecnia y microscopios. Una mirada científica

Mi aprendizaje académico más sólido comenzó durante mi estancia de investigación en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, con Rémy Vandame, instrucción que fue también guiada por Jorge González Acereto en algunas visitas a Mérida y por Rogel Villanueva, en Chetumal, todos ellos expertos, generosos y pacientes.

El punto de partida fue mi acercamiento a la colección de abejas de El Colegio de la Frontera Sur, con su inconfundible y característico aroma a miel. Ahí pude observar al microscopio las especies de abejas nativas del área maya, con la guía especializada de Jorge Mérida. Esas sesiones se concretaron más tarde en las fotos detalladas de la Melipona beecheii, que nos permitieron descifrar la lógica de las representaciones de las abejas en el Códice Tro-Cortesiano, hasta en el detalle de la pubescencia (vellosidad) y la anatomía externa de las antenas (escapo, pedúnculo y flagelo).

Fuentes y referencias. Una mirada histórica

Como historiadora, revisé numerosas fuentes escritas indígenas y españolas; una doble visión contrastante, pero coherente. Por una parte, los textos indígenas, ya sea en caracteres latinos o en glifos, muestran siempre desde el ámbito religioso la sacralidad relacionada con las abejas, la miel y la cera; mientras que las referencias a la meliponicultura maya escritas a lo largo de cinco siglos por clérigos, encomenderos, autoridades civiles, piratas, viajeros, hacendados y, finalmente, etnólogos y lingüistas en los siglos XX y XXI, destacan las particularidades léxicas, conceptuales y biológicas de las distintas especies, así como las características del manejo de ceras y mieles.

Claramente predominan las referencias a la Melipona beecheii, con las que es posible identificar una tradición centenaria con constantes significativas, tanto en el uso de la miel y la cera, como en su forma de cultivo: las abejas anidan en troncos ahuecados artificialmente, denominados corchos o jobones, que permanecen cerrados en los extremos con piedras o pedazos de madera; tienen un orificio de entrada a la colmena, junto al cual se agregan marcas que los identifican e individualizan. Los jobones se colocan horizontalmente en estantes inclinados en el interior de “casas para las abejas”, que son sitios techados con palma, generalmente orientados de este a oeste y ubicados en los traspatios de las casas tradicionales; así, las xunáan kaab comparten el espacio doméstico con los humanos.

Los productos de la colmena se emplean con fines rituales en ceremonias individuales y colectivas de carácter agrícola o relacionadas con el ciclo de vida. La miel se cosecha dos veces al año, a fin de contar con ella en las fechas relevantes en el calendario agrícola tradicional: el 3 de mayo y el 2 de noviembre.

Meliponicultura prehispánica. Una mirada arqueológica

Durante mi investigación surgió una pregunta especial: ¿cuáles son las evidencias arqueológicas de la meliponicultura maya prehispánica? Con resultados fascinantes, varias excavaciones han indagado en colmenas (jobones) y colmenares (grupos de jobones) prehispánicos. Además, están los reportes y fotografías de incensarios representando jobones tridimensionales y deidades vinculadas con las abejas. Si bien estas piezas carecen de contexto primario, son singulares por el naturalismo con que muestran los nidos de Melipona beecheii y las colmenas. Algunas fueron halladas a fines del siglo XIX por exploradores y viajeros, y denotan que esta antiquísima tecnología se ha mantenido prácticamente igual al menos durante los últimos seis siglos en las tierras bajas mayas.

Pero entre todas las evidencias prehispánicas del manejo de las abejas nativas destaca el Códice Tro-Cortesiano. Se trata de un libro jeroglífico de 112 páginas, incompleto y mutilado, que se resguarda en el Museo de América de Madrid, por lo que también se le conoce como Códice Madrid. El manuscrito es particularmente importante para la historia de la meliponicultura maya, pues contiene más de 40 representaciones de abejas nativas, junto con la información más completa y variada sobre su manejo.

Las abejas están dibujadas en varias partes, pero hay una sección, única en Mesoamérica, que comprende 10 páginas, de la 103 a la 112, la cual contiene al menos 27 almanaques con asuntos vinculados al ámbito natural y manejo de estos insectos: abejas reinas, nidos, colonias y colmenas, su ubicación, su orientación, el traslado de colmenas naturales a espacios domésticos, la flora melífera, la “siembra” de colmenas, la cosecha de la miel y los instrumentos necesarios, las deidades patronas de la miel, los rituales vinculados y los depredadores. Es un tratado sintético de meliponicultura maya, que abarca desde las abejas y el entorno natural, hasta las prácticas culturales y los rituales.

Abejas en el Códice Tro-Cortesiano

La especie ilustrada en el Códice Tro-Cortesiano es Melipona beecheii, conforme a la identificación de hace más de cien años que Alfred Tozzer y Glover Allen realizaron en su clásico estudio sobre las representaciones de animales en los códices mayas. Los dibujos la detallan cuidadosamente y se le identifica con claridad. En los trazos se aprecia un conocimiento profundo de la xunáan kaab, producto de una acuciosa observación, hecha quizás con algún tipo de cristal de roca que produjera aumento. Podemos afirmar que el autor de esta sección del códice era un especialista en abejas, y las caracterizó desde cuatro ángulos de visión: vista frontal, dos vistas laterales, una dorsal y una ventral, los cuales sintetizó en un dibujo bidimensional muy detallado (figuras 1 y 2).

 

Desde la vista frontal, se observa el “rostro” de la abeja, en el que destacan los ojos compuestos, las antenas, el clípeo, el labrum y las mandíbulas. Además, se miran las patas delanteras con el fémur, la tibia y los tarsos, así como la pilosidad e incluso las “uñas” (figura 3). En la vista dorsal se identifican los tergitos (partes del exoesqueleto), las bandas apicales y la pilosidad, elementos que el autor dibujó con todo detalle (figura 4). En cuanto a las vistas laterales, se integraron las alas a ambos lados del abdomen, se sintetizó su forma mediante triángulos, y su venación se trazó con variaciones en cada una de las abejas. El aspecto más relevante lo encontramos en la abeja reina. Identificamos figuras que la muestran ovopositando, y el huevecillo figura como un pequeño círculo blanco en la hendidura del órgano reproductor.

 

Las representaciones de abejas en el Códice Madrid muestran la alta especialización temática de quienes elaboraron los códices, pues reunían un conocimiento “taxonómico” profundo de la especie implicada y una alta capacidad de síntesis, mediante la combinación de ciertos elementos morfológicos y una figura bidimensional que permitiera una identificación inequívoca.

A xunáan kaab (Melipona beecheii) se le concibe como un ser sagrado que precede a la humanidad y cuyos productos son un don divino, que a su vez se emplean como ofrenda y medicina. En suma, estas abejas son el elemento central de la meliponicultura maya, aunque no el único. La práctica se distingue de otras formas de manejo y cultivo de abejas nativas sin aguijón, pues los mayas yucatecos “siembran” la colmena en troncos ahuecados artificialmente y obturados en ambos extremos, dispuestos en una casa propia. Es una tradición compleja que ha trascendido el tiempo como patrimonio cultural tangible e intangible de las comunidades; en algún momento estuvo en peligro de perderse, pero hoy está resurgiendo con fuerza en una rica diversidad de formas acordes al siglo XXI.

 

Laura Elena Sotelo Santos es investigadora del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM (sotelos@unam.mx).

 

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Ecofronteras, 2021, vol. 25, núm. 73, pp. 2-5, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx

 

 


[1] Leydy Pech, una de las “damas de la miel”, ganó el prestigioso premio Goldman 2020 por su lucha contra la soya transgénica.