Metabolismo social de Holbox:
recuperar el paraíso
Lidia García Rodríguez y María Amalia
Gracia
La acelerada transformación de la bella isla de
Holbox, en Quintana Roo, acompañada de problemas ambientales, nos invita a
buscar soluciones para no perder este paraíso caribeño. La teoría del
metabolismo social, aplicada en una investigación sobre ecoturismo, arroja
resultados que deben tomarse en cuenta tanto por los responsables de la
expansión económica del lugar como por los turistas.
Del ámbito biológico al
social
La
voz popular suele decir que una persona delgada “tiene metabolismo rápido”
porque su organismo procesa con velocidad los nutrientes, o que es “lento” en
alguien que acumula grasa y quema pocas calorías. El término metabolismo se refiere
a las reacciones químicas necesarias para que los seres vivos crezcan, se
muevan, se reproduzcan y, en resumen, para que puedan existir. Son procesos que
requieren de energía y de ciertos elementos para degradar o eliminar
sustancias.
Recuperando
este modelo como analogía, el concepto de metabolismo social (MS) nos permite
entender cómo las sociedades humanas producen, consumen y desechan materiales y
energía. Los académicos Víctor M. Toledo y Manuel González de Molina señalan
que el abordaje del concepto considera las bases biofísicas de las actividades
que realizamos para satisfacer nuestras necesidades, y ubica a la economía como
un subsistema que obtiene recursos de un sistema mucho mayor: la naturaleza, la
cual le suministra una considerable cantidad de energía e insumos que se
transformarán en productos.
En
el MS se diferencian cinco procesos que ilustraremos a través de un ejemplo.
Supongamos que tú y tu familia tienen un pequeño huerto de naranjas que luego
se comercializan como jugos naturales. Al acto de cortar las naranjas se le
llama apropiación y su traslado a donde se les extraerá el jugo es
la circulación. La generación y empacado de la bebida constituyen
la transformación. Pero hay más. El paso de poner el producto a
disposición de las personas (en una nueva circulación) es el consumo,
y por último, las acciones mediante las que lo no
consumido se vierte a la naturaleza representan la excreción o desecho.
A
partir de tal ejemplo podemos ver que, a escalas mayores, la idea de MS puede
usarse para analizar nuestro desempeño como sociedad, considerando lo que
produce la naturaleza y cómo lo aprovechamos. En el sistema económico existe
también un sector cuyos productos no son tangibles: los servicios, mismos que
precisan de una gran cantidad de materiales y energía. Como por lo general no
se suele reflexionar en esto cuando viajamos o turisteamos, participamos en una
investigación utilizando la teoría del MS, dado que permite evidenciar la
generación de residuos sólidos urbanos (RSU) en la isla de Holbox, Quintana
Roo, un sitio muy particular y de auge ecoturístico. Lo anterior es relevante
dado que la generación de grandes volúmenes de basura y su mala disposición no
solo contaminan los ecosistemas, sino que facilitan la propagación de
enfermedades por la acumulación de vectores que las propagan (microorganismos y
fauna nociva).
La expansión ecoturística de Holbox
Holbox es una isla de barrera[1]
ubicada en el extremo norte del Caribe mexicano, y sus 34 km de playa la
convierten en un destino apetecible para los vacacionistas. Allí se practican,
entre otros placeres, el avistamiento de aves, los recorridos por la laguna Yalahau o isla Pájaros y, de mayo a octubre, la natación al
lado del tiburón ballena. En contraparte a esta imagen paradisiaca, su dinámica
socioambiental se ha transformado en tan solo 30 años: de ser una comunidad
dedicada exclusivamente a la pesca, ahora es un lugar rebasado por el flujo de
turistas.
Con la implementación de dos áreas
naturales protegidas en la isla se instauró oficialmente el ecoturismo,
actividad que permite el disfrute del paisaje, favoreciendo al mismo tiempo la
conservación del ambiente sin afectar a las poblaciones locales. Dicha
actividad ha tenido una fuerte expansión por parte de la industria turística y
de los propios habitantes, lo que a la vez ha aumentado la generación de RSU,
entre los que destacan los de difícil desecho: plásticos, unicel, vidrio.
El desecho es el último paso del MS, y
en Holbox es un asunto complicado. Para dimensionar el problema, basta observar
que el manto freático —el lugar donde ocurre la recarga de agua dulce—, se
encuentra a pocos centímetros del suelo; al igual que en otros lugares de la península
de Yucatán, todavía es una costumbre enterrar residuos, así que el manto se
contamina fácilmente. Actualmente, la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente
(SEMA) de Quintana Roo, junto con un servicio privado de recolección
(contratado por licitación), están enfrentando este desafío. Para abonar en la
búsqueda de una solución, en nuestro estudio encuestamos a los principales
generadores de RSU identificados en una investigación previa:[2]
restaurantes y hoteles con restaurante y sin él, a los que añadimos viviendas y
turistas.
RSU, paradoja entre problema y
soluciones
Como era de esperarse, confirmamos que
la industria turística sigue creciendo. Un buen ejemplo son los
establecimientos que al momento de la investigación contaban con menos de un
año de funcionamiento: cinco hoteles con restaurante, siete sin restaurante y
cuatro restaurantes. Otro indicio es la homogenización en el flujo de turistas
entre las temporadas altas (Semana Santa, periodo de visita del tiburón ballena
y la época decembrina) y las bajas que, de acuerdo con lo dicho por hoteleros y
restauranteros, cada vez se parecen más.
Dado que la actividad turística requiere
de renovación permanente, se ha ido ajustando a las expectativas de las
personas visitantes, lo que consume más recursos físicos y humanos. Sin duda,
un hotel con restaurante necesita más insumos y personal que uno que no lo
tiene. Por otro lado, observamos que la mayoría de los habitantes y prestadores
de servicios turísticos no utilizan productos de bajo impacto ambiental, como
los artículos biodegradables para el aseo personal y limpieza de inmuebles; si
recordamos a qué profundidad se encuentra el manto freático, es claro que
dichas sustancias se infiltran rápidamente. Otro ejemplo es que en muy pocas
actividades se incluyen enseres de materiales resistentes, lo que evitaría que
se les sustituyera en corto tiempo, y en más de la mitad de los restaurantes se
han generalizado los platos desechables. Tampoco es común el uso de focos,
aires acondicionados y otros electrodomésticos eficientes en el consumo de
energía eléctrica.
No
obstante, detectamos que el incremento de los RSU es una preocupación genuina
para el sector turístico y la población en general, lo que ha llevado a la
práctica de separación de residuos y al reciclaje mediante la venta de las
latas de aluminio, papel, PET y cartón; incluso se han lanzado campañas para
que los turistas no viertan sus residuos en la isla. Por desgracia, aún son
prácticas limitadas. Detectar la problemática todavía no se aborda en las
prácticas de consumo individuales o colectivas y, en general, no se percibe que
haya relación con la forma en la que se lleva a cabo el ecoturismo. Pero además
hay otras modificaciones en la dinámica poblacional que se derivan de la
migración en el estado, lo que abona a la tremenda demanda de servicios para
locales y visitantes (luz, agua, recolecta de residuos).
¿Adiós
al paraíso?
El
ecoturismo, como práctica responsable y respetuosa del entorno visitado, no
parece lograrse en la isla. Existen
discrepancias entre la teoría y la práctica. Es difícil empatar los ideales de preservación
del medio ambiente con la llegada masiva de turistas a lo largo del año, junto
con la búsqueda creciente de actividades y servicios para ofrecerles.
En
cuanto a los RSU, aunque hay iniciativas para disminuirlos y aprovecharlos, se necesitan acciones
más contundentes, entre ellas, limitar o prohibir la entrada de determinados
productos a la isla (por ejemplo, los plásticos de un solo uso), preferir
productos de mayor durabilidad y ampliar el reciclaje.
La dinámica de este sitio, reflexionada a
la luz del MS, nos muestra una transformación que podría destruir la belleza
del lugar, y nos hace ver que debemos reconsiderar las relaciones con la
naturaleza, reducir las prácticas que demandan una gran cantidad de materiales
y energía y buscar alternativas de tratamiento a los desechos. Holbox aún no es
un paraíso perdido, pero está peligrosamente cerca de serlo.
Lidia
García Rodríguez es maestra en ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo
Rural y pertenece al colectivo Sustentabilízate MX
(lidia.gar.r17@gmail.com). María Amalia Gracia es investigadora del
Departamento de Sociedad y Cultura, ECOSUR Chetumal (magracia@ecosur.mx).
Ecofronteras,
2021, vol. 25, núm. 72, pp. 28-30, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN
2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas);
notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx
[1] Franja de tierra angosta y poco
elevada, paralela a la costa continental.
[2] Yaax Beh A. C. (2015).
Estudio para la actualización del Programa Comunitario de Manejo Integral de
los Residuos Sólidos de Isla Holbox, Municipio de Lázaro Cárdenas, Quintana
Roo. Informe final del estado de los residuos sólidos el 15 de diciembre de
2014. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales/Comisión Nacional
de Áreas Naturales Protegidas.