Escuelas
de Campo: aprender haciendo en la parcela
José
Ignacio Sántiz García y Trinidad Alemán Santillán
Las Escuelas de Campo de Agricultores son
una metodología de aprendizaje que reconoce la sabiduría heredada entre
generaciones dedicadas al agro y la transmite mediante lecciones en torno a la
organización, toma de decisiones y procesos participativos, de modo que las
parcelas sanas son solo uno de los resultados, como podemos apreciar en la
experiencia de Tojtic, Chiapas, descrita en este
artículo. La base es el respeto por el conocimiento local.
Conocimiento
agrícola local
“Siempre
sabemos algo”, nos compartían productores y productoras tsotsiles
durante una dinámica de aprendizaje colectivo a través de la metodología
Escuela de Campo de Agricultores (ECA), en la localidad de Tojtic,
municipio de Mitontic, Chiapas. La frase refleja que
los conocimientos tradicionales tienen la vigencia y la pertinencia de su
construcción colectiva centenaria y han sido la base de las tecnologías
agrícolas de diversas comunidades en el campo mexicano.
Cualquier propuesta de "capacitación" agrícola
necesita partir de ese fundamento para identificar retos, aportar información y
fortalecer la toma de decisiones individuales, familiares o comunitarias respecto
al aprovechamiento de los recursos disponibles y la producción agrícola. Las
ECA se apoyan en estas convicciones; basadas en la filosofía de aprender
haciendo, identifican necesidades y proponen alternativas mediante esquemas
participativos en los que se genera, analiza y utiliza información para aprovecharla
lo mejor posible.
La
metodología fue desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO), y se implementó por primera vez en el sudeste
asiático en 1989 para combatir la plaga de pulgón marrón del arroz. Desde
entonces, ha sido aplicada con muchas temáticas en distintos lugares y se han
realizado esfuerzos para fundamentar su propuesta docente, la cual se actualiza
y construye permanentemente.
A
pesar de su solidez, es necesario continuar el análisis de experiencias
concretas que permitan superar sus limitantes. Este artículo describe la “escuela”
que se puso en marcha en Tojtic, municipio de Mitontic, Chiapas, en 2018, por iniciativa del Centro de
Investigación y Servicios Profesionales, A. C. y Heifer
Internacional; entre ambas impulsaron la conformación de la ECA Ts´unolajeletik ta Tojtic (Sembradores/as de Tojtic),
a la que posteriormente se incorporaron Jóvenes Articulando Territorios, A. C.
y la Iniciativa Whitaker para la Paz y el Desarrollo.
Como
parte de su esquema, tiene “principios metodológicos irrenunciables”, entre
ellos el proceso de aprender haciendo mediante la práctica en la parcela, las
experiencias como base para compartir conocimientos, y las decisiones grupales
consensuadas. No obstante, cada contexto demanda cambios y con creatividad se definen
las acciones más convenientes. Por ejemplo, en la ECA de Tojtic
se utilizó el teatro guiñol para sumar a más participantes y promover una
agricultura ecológica; además, se utilizaron materiales lúdicos para el
abordaje de talleres en espacios que no necesariamente eran la parcela
agrícola.
En
este sentido, es una herramienta flexible y abierta que no pretende generar
recetas estrictas; está muy alejada de la capacitación convencional que adopta
actitudes paternalistas y menosprecia las experiencias y competencias campesinas.
El conocimiento agrícola local es el eje de las actividades, y la metodología es
solo una herramienta, no el fin de los procesos.
Una ECA en Tojtic
Para
emprender una ECA en Tojtic se realizaron reuniones y
asambleas comunitarias con el respaldo de las autoridades locales, de modo que
se logró interesar a 29 personas: 11 mujeres y 18 hombres, aunque solo 19, en
su mayoría varones, culminaron el proceso. Después de la presentación en la
comunidad y del diálogo entre técnicos y productores, se realizó un diagnóstico
participativo y se identificó el interés de los pobladores en la producción de
hortalizas, debido a su importancia económica y de alimentación familiar. A
partir de esto se determinó una agenda de trabajo con 13 sesiones de
aprendizaje (incluyendo reuniones y visitas grupales), en las que se abordaron temas
relacionados con el control de plagas, la nutrición del suelo y la asociación
de cultivos.
Las
actividades se organizaron con base en el ritmo y formas de vida de los
habitantes, enfatizando en la intención de compartir ideas y la decisión de no
esperar apoyos en especie o efectivo, así como asistir a sesiones y reuniones
acordadas o convocadas. Se involucraron integrantes de cada familia, lo que generó
entornos de intercambio de saberes intergeneracionales y reflexiones
colectivas.
Se
eligió la parcela de uno de los productores a la que se llamó “parcela escuela”,
y en ella se sembraron hortalizas comerciales y verduras locales, como chexlom kulix (col lisa),
muy itaj
(hierba mora), sakil napux (nabo)
y molox itaj (verdura
colocha o kale). Los cultivos consideraron las fases de la luna y las prácticas
acostumbradas en la comunidad, como la siembra de la higuerilla y el uso de sus
semillas para el control de roedores e insectos.[1] Los técnicos, por su
parte, sugirieron incluir cilantro, epazote, hierbabuena y cebollas como
repelentes adicionales de insectos, además de la incorporación de abono de
composta y bocashi[2] para enriquecer el suelo.
Los
resultados fueron muy atractivos, empezando por el mejor color, vigor y sabor
de los cultivos. En cuanto a producción, se pasó de uno a tres kilogramos
promedio por metro cuadrado de hortalizas cultivadas y fue evidente la baja
población de plagas. Esto último fue un logro fundamental, pues el diagnóstico había
evidenciado un elevado uso de agroquímicos y desconocimiento de técnicas
alternativas para el control de plagas.
La
evaluación del proceso se dio mediante la reflexión grupal respecto a los retos
y beneficios sociales, ambientales y económicos obtenidos, así como en cuanto a
la importancia de la recuperación de conocimientos tradicionales y la
producción de alimentos locales. El ciclo finalizó con un evento cultural al
que asistieron organizaciones de la sociedad civil y familias de comunidades
aledañas.
Ubicación |
Longitud: 92°33'14" Latitud: 16°53'18" Altitud: 1804 msnm |
Población |
509 habitantes: 266 mujeres y 243 hombres. |
Filiación |
Indígenas. |
Idioma
predominante |
Tsotsil. |
Clima |
Semicálido
húmedo con lluvias abundantes en verano. |
Topografía |
Zonas accidentadas en montañas. |
Suelos |
Luvisol,
presentan erosión y poca profundidad. |
Vegetación
natural |
Bosque mesófilo de montaña secundaria. La
vegetación original se ha degradado, quedando únicamente acahuales,
vegetación arbustiva, pino y encino. |
Actividades económicas |
Jornaleo
agrícola en los cultivos de maíz, frijol y café; en segundo plano se
encuentra el comercio, la construcción y el transporte. |
Agricultura |
De temporal con producción de maíz, frijol, café y
frutales (durazno y aguacate Hass). |
Características
básicas de la comunidad de Tojtic, Mitontic, Chiapas (INEGI, 2010).
Algunas
conclusiones
Fueron
varias las lecciones de esta experiencia. En primer lugar, se reconocieron
prácticas agrícolas tradicionales, lo que permitió valorar los conocimientos
que se han heredado de generación en generación. En segundo lugar, la parcela
representó un trabajo colectivo y participativo que afianzó la organización y
la toma de decisiones entre hombres y mujeres. Finalmente, fue posible observar
cultivos sanos, libres de agroquímicos y con un ahorro económico por la utilización
de los residuos naturales que se reincorporaron al suelo.
No
obstante, cuando las personas replicaron el proceso en sus parcelas familiares,
se evidenció que transitar de la producción convencional a la agroecológica
demanda mayor tiempo y mano de obra. La experiencia de implementar primero en
una parcela colectiva dejó en claro que es necesario organizarse, aliarse,
sumar esfuerzos, compartir conocimientos y tomar decisiones conjuntas para
mejorar los resultados e impactos.
La ECA Ts´unolajeletik ta Tojtic confirma que es posible originar propuestas incluyentes y transformar de manera positiva la organización en la agricultura familiar. La ventaja reside en su flexibilidad y su potencial de adaptación de acuerdo con el contexto y los intereses de cada grupo y comunidad. Por otro lado, conviene recuperar ejes transversales, como el género y las juventudes, ya que son potenciales agentes de cambio en las comunidades.
Asimismo,
se observó que la dinámica debe ser facilitada por personas con habilidades,
conocimientos y experiencias en el manejo de grupos y agricultura. La empatía,
cultura, lengua y el gusto por el trabajo social y agrícola, son
características que permiten generar confianza y corresponsabilidad entre quienes
participan. No se busca liderar modelos de desarrollo ni limitarse a solucionar
problemas; más bien se propone el fortalecimiento de capacidades para que las
personas sean protagonistas y agentes de cambio en sus propios espacios. La
agroecología tiene una contraparte empírica en la agricultura campesina, y la
ECA puede ser una herramienta que facilite un encuentro benéfico entre
comunidades rurales, organizaciones sociales y academia.
En el trabajo de las ECA es indispensable reconocer la importancia de las experiencias, conocimientos, capacidades e iniciativas de las mujeres; además, ante los intensos procesos migratorios de los hombres, en ellas recae el manejo de los sistemas agrícolas de muchas familias campesinas. Por su parte, los jóvenes constituyen un tercio de la población comunitaria y son quienes mantendrán los procesos productivos; no obstante, con las transformaciones culturales y las presiones sociales y económicas que inducen a la migración, se pone en riesgo la cultura agrícola y el modo de vida comunitario.
¿Nos
podemos inscribir a la Escuela de Campo? Me gustaría participar, pero no sé leer
y escribir; puedo enseñar a cómo sembrar y trabajar la tierra ya que eso sí sé
hacer.
Don
Abraham, adulto.
Es
mejor no utilizar agroquímicos porque así nos cuidamos también nosotras y
además cuidamos la tierra. Recuerdo que antes mis abuelos no utilizaban
químicos y trabajábamos de manera natural, tenemos que regresar como antes.
Doña
María, adulta mayor.
Pensé
que en la escuela de campo íbamos a estar en un salón y que alguien nos iba a
enseñar, pero veo que fue en la parcela y todos participamos; hasta aprendí
cosas de los mayores que no sabía, creo que mis papás tampoco.
Emilio,
padre de familia joven.
Me
siento contenta porque pude estar en todas las reuniones y vi cómo podemos ir
mejorando y cuidando nuestra parcela, que es algo que ya hemos hecho pero
necesitamos recordar para que no se nos olvide, ya que ha cambiado mucho.
Podemos seguir trabajando con el grupo hasta donde se pueda.
Doña
Marcelina, adulta jefa de familia.
José
Ignacio Sántiz García (jose.santiz@ecosur.mx) y Trinidad Alemán Santillán (taleman@ecosur.mx) son técnicos
académicos del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, ECOSUR San
Cristóbal.
Ecofronteras,
2021, vol. 25, núm. 71, pp. 17-20, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN
2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas);
notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx
[1] La higuerilla se siembra alrededor de la parcela y eso permite minimizar la entrada de roedores a los cultivos. Sus semillas y hojas se maceran durante 3 días y el producto resultante se usa como líquido repelente y de protección de las semillas del cultivo ante insectos y roedores.
[2] El bocashi es un abono orgánico sólido que tiene un proceso de fermentación para acelerar la degradación de la materia orgánica.