Cr—nica de la covid latinoamericana

çngela Sof’a Garc’a Estrada

 

En nuestra era marcada por la enfermedad covid-19, diversas voces se entrelazan en los ecos de un dolor que ven’a desde antes, desde los m‡rgenes. Violencia, pobreza, marginaci—n y otras realidades cuya dureza se acrecienta con el confinamiento y la incertidumbre. ŔC—mo afrontarlo en nuestros confines personales? Silencio y remembranza como peque–os actos de resistencia.

 
Te has despertado ya, despuŽs de una larga noche en la que tus pensamientos no te dejaban tranquilo; miras el reloj, son las 7, hora de levantarse, de ir al trabajo que queda al otro lado de la peque–a ciudad que has decidido habitar. Escuchas las noticias, checas Facebook, tus amigos te llaman y la tendencia es la misma: ha llegado un virus que impide a las personas salir de su casa; con el virus lejos de tu pa’s, crees que no te afectar‡. Tres d’as despuŽs te notifican en el trabajo que ya no podr‡s asistir, ahora todo ser‡ en l’nea, dar‡s clases en l’nea; crees que no pasar‡ mucho tiempo, un mes o dos tal vez.

 

Est‡s a punto de llegar al tercer mes sin salir, aunque a veces lo haces y vas al trabajo porque hay buen internet. Te lavas las manos las veces necesarias, tratas de quedarte en casa, pero cuestionas si ser‡ que todos lo hagan; tu mente viaja y entonces empiezas a recordar que no todos se quedan en casa, est‡s en un pa’s donde eso no es posible, Ŕte preocupas por esa gente? ÁClaro que te preocupas! Has desarrollado una sensibilidad hacia ciertos temas. No eres indiferente, pero el trabajo consume. Te quedas viendo a la ventana mientras fumas un cigarrillo, pensando en esa gente.

 

24 de mayo, Diana se qued— en casa, en Nayarit, ten’a 21, estudiaba derecho y tomaba clases en l’nea. Diana fue asesinada, la mat— su primo con 39 pu–aladas. Pod’a ser un psic—pata, ÁquŽ bueno que lo detuvieron! 24 de mayo, Leonila se qued— en casa, en Nayarit, estaba con su bebŽ. Leonila era ind’gena, ten’a 30. Fue asesinada, la mat— su vecino con 24 pu–aladas. ÁQuŽ bueno que lo detuvieron! Entonces entiendes el porquŽ de todas esas mujeres marchando el 8 de marzo, as’ recuerdas que ni el çngel de la Independencia en la Ciudad de MŽxico, ni los vidrios rotos de las grandes tiendas, ni las calles pintadas con consignas feministas regresar‡n a la vida a Leonila o a Diana, pero entiendes que de alguna manera as’ sale el dolor, as’ se pide justicia y as’ se organizan las compas para crear un mundo mejor. ŔEst‡n en el centro o en el margen? Ahora en el margen, siempre ah’, pero ahora m‡s, las noticias de la enfermedad covid-19 opacan los feminicidios; Leonila o Diana, ŔquŽ m‡s da? La covid-19 est‡ en Nayarit, han sumado 300 casos, ÁquŽdate en casa!

 

Lo mismo le hubiera querido decir Mirna a su hijo, Emma a su hijo: ŇÁQuŽdate en casa, no salgas porque te van a desaparecer!Ó Pero el hubiera no existe, solo queda luchar, salir a las calles a buscar a sus hijos que fueron desaparecidos. Ahora con la pandemia todos les dicen: ŇNo salgas, no busques, no grites, no llores, no pidas justicia, no hay tiempo, hay un virus en tu pa’sÓ.

 

Mientras tś est‡s en casa, tomando una taza de cafŽ, preparando la clase de ma–ana, algo ves en internet y te quedas inerte, mataron a Giovanni en Guadalajara, la gente sale, protesta, grita, rompe. ŔQuŽ pasa? Ya no est‡n las guerrillas, ya no hay guerras civiles, ya no hay exiliados, Ŕacaso no vivimos en una LatinoamŽrica m‡s tranquila? La voz en tu cabeza r‡pidamente te contesta que no.

 

Sigues viendo las noticias en tu ordenador, comienzas un di‡logo interior en el d’a 77 de tu confinamiento, te das cuenta de los desplazados en Chiapas. Est‡n muriendo, pero no por el coronavirus; entonces no son noticia, ellos nunca son noticia, tampoco lo son quienes llevan en la frontera parados ya m‡s de tres meses. ŔQuiŽnes? ŔLos migrantes? ŔEran noticia? Son parte de una caravana migrante, han salido huyendo de sus pa’ses centroamericanos. Te acuerdas de que el hambre tambiŽn es violencia, te acuerdas del sujeto que te pidi— una moneda la semana pasada; no estaba en casa, Žl no se pudo quedar en casa, si tan solo tuviera una casa. Te lees la informaci—n sobre 40 recolectores de basura que, se considera, murieron por covid-19 en la Ciudad de MŽxico; a diario salen, a diario miles de personas los est‡n viendo, pero no los ven, Ŕser‡ como menciona JosŽ Saramago? ŔSomos ciegos que viendo, no ven?

 

Los ubicas a todos, est‡n ah’, en el arte, en tu p—ster pegado en la pared: ŇAyotzinapa ÁVivos se los llevaron! ÁVivos los queremos!Ó Entiendes todo, entiendes que la polic’a est‡ al servicio del Estado, que las protestas son manifestaciones contra el dolor y la desesperanza, que aquellas madres organizadas de pronto nos recuerdan que s’ es posible unirse por solidaridad, sin esperar nada material a cambio, solo a sus hijos; entiendes que en el lugar donde vives hubo esclavismo, tortura. Y todav’a la hay, los cafetales con ni–os centroamericanos trabajando lo comprueban. Tu mente se viaja m‡s, est‡s en Brasil, Ŕahora quŽ pasa? Las protestas antirracistas se apoderan de las calles, los negros se hacen presentes, los afrodescendientes tambiŽn exigen que Bolsonaro renuncie, aqu’ no hay coronavirus, aqu’ hay ganas de que ya no nos maten por ser afrodescendientes, como a Floyd.

 

Te encuentras otra noticia, en Ecuador la gente est‡ sacando a las calles a sus muertos por covid-19 ante la negligencia del gobierno; ves unas fotos, personas envueltas en cobijas, y no entiendes c—mo fue posible. Te vienen a la mente los sucesos ocurridos en Puerto Rico y en Chile antes de todo esto. Respiras porque recuerdas que no todo est‡ perdido; salieron, gritaron, rompieron, cantaron, la comunidad LGBT en Puerto Rico, los estudiantes en Chile te recuerdan esa cancioncita que dice... No, ya no la recuerdas. ŔEra V’ctor Jara? ŔSilvio Rodr’guez? ŔAl’ Primera? En fin, escuchas ŇTe recuerdo AmandaÓ, el amor entre dos obreros, no muy distinto a los tiempos de Jara; ah’ siguen los obreros, 432 Ňmuertos por covidÓ en las maquilas de Baja California, y supones que Manuel no hubiera muerto por irse a la Sierra, hubiera muerto por covid-19 si viviera en 2020. 

Regresas a MŽxico, te ubicas otra vez m‡s cerca de tu contexto, escuchas la radio: ŇPresos en Chiapas se est‡n infectando de covid-19Ó. ŔLos presos? ŔQuiŽn se acuerda de los presos? Tal vez en estos tiempos casi nadie, pero ah’ est‡ la colectiva de abogadas luchando por las mujeres reclusas que fueron gaseadas en medio de una pandemia. Ya no se permiten visitas, no quieren que los prisioneros sean contagiados por sus familias.

 

Probablemente ahora se sientan m‡s solos, m‡s en el margen. Nadie nunca los piensa, pero entre ellos mismos se recuerdan, se organizan, se nombran: presos pol’ticos, presos ind’genas obligados a firmar papeles que no est‡n en su idioma, presos que hoy con la pandemia est‡n aśn m‡s confinados, como si eso fuera posible. Y sue–as, sue–as con que un d’a ya no existan las c‡rceles, apagas la radio y te vas a acostar.

 

Sin dormir, llegas hasta Colombia, ŔquŽ pasa all‡? Cien l’deres sociales asesinados en lo que va de 2020, todos ellos luchando en el margen, siguen las guerras que tocan a tu puerta y tambiŽn de alguna manera te matan... ŔLa śltima vez que sucedi—? ÁAyer! Mataron a Alexander en Oaxaca, 16 a–os, lo asesin— la polic’a. Su madre enfurecida, llena de rabia, llora y reclama, nos evidencia que si eso le hicieron a su hijo, Ňa nosotros tambiŽn nos lo pueden hacerÓ, y te preguntas Ŕmi madre dir’a lo mismo? Sabes que s’ y entonces te quedas en silencio, todo se queda en silencio, porque as’ tambiŽn recuerdas a quienes ya no est‡n. Te levantas, escribes, te sientes un poco mejor al cavilar en lo que dice Arfuch respecto a que la narraci—n tambiŽn es resistencia, y lees tus palabras que han sido inspiradas por quienes est‡n en los m‡rgenes, pero con templanza lo piensas —te piensas—, si acaso no lo est‡s tambiŽn tś.

 

Ninguna de las historias aqu’ contadas es ficticia, por el contrario, esta cr—nica encuentra su inspiraci—n en las noticias que se miran d’a a d’a durante el periodo de pandemia por covid-19 en AmŽrica Latina, as’ como en las lecturas: Arfuch, L. (2017). Sujetos en los m‡rgenes. En Alba, A. y Peters, M. (coord.), Sujetos en proceso: diversidad, movilidad y pol’ticas de subjetividad en el siglo XXI. UNAM. / Le—n, E. (2012). Virtudes y sentimientos sociales para enfrentar el desconsuelo. Sequitur, UNAM.

 

çngela Sof’a Garc’a Estrada es estudiante de la Maestr’a en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural de ECOSUR (angela.garcia@estudianteposgrado.ecosur.mx).

 

 

Ecofronteras, 2020, vol. 24, nśm. 70, pp. 37-39, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx