De ratas y ratonesÉ o
el queso no es como lo pintan. Conversaci—n con Jorge Bola–os Cital‡n
Elena Anajanci Burguete Zœ–iga
Remy —la rata chef de la pel’cula Ratatouillle—, Speedy Gonz‡lez, Jerry —rival del gato Tom—, Pinky y Cerebro, Mickey Mouse y algunos otros
personajes cl‡sicos, son apenas una muestra de c—mo los roedores se han
insertado en la cultura popular, quiz‡ debido a su cercan’a en nuestros
espacios. Si bien a nivel mundial provocan pŽrdidas econ—micas y son vectores
en la transmisi—n de enfermedades emergentes, tambiŽn es cierto que son muy
necesarios por lo que aportan a los ecosistemas. De estos beneficios trata el
presente texto, el cual surge de una entrevista radiof—nica con Jorge Eduardo
Bola–os Cital‡n, responsable tŽcnico de la Colecci—n
de Mam’feros de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) en la Unidad San Crist—bal.
ÀQuŽ son los roedores?
Los roedores (orden Rodentia) son el grupo m‡s
numeroso entre los mam’feros. Cuentan con dos pares de incisivos, uno superior
y otro inferior, que les resultan muy funcionales para comer y defenderse; sin
embargo, esos dientes no dejan de crecer, as’ que los tienen que desgastar
royendo o mordisqueando constantemente. Es muy probable que de inmediato
pensemos en las ratas y ratones, pues son bien conocidos por su presencia en
nuestras casas, pero tambiŽn hay roedores silvestres, como ardillas,
puercoespines, topos, castores, conejillos de indias y h‡msters,
entre muchos otros, que constituyen una peque–a parte de su gran diversidad. Algunos
apenas miden de 3 a 4 cent’metros y pesan unos pocos gramos (hay varios en Asia),
mientras que otros son muy grandes, como el tepescuintle,
que pesa de 8 a 10 kilos y mide unos 70 cent’metros; es el de mayor tama–o en
el sureste de MŽxico y es muy apreciado por el sabor de su carne. En SudamŽrica
hay una especie semiacu‡tica, el capibara, que puede pesar
hasta 50 kilos y medir casi un metro de largo.
ÀCu‡ntas especies
existen?
Casi el 42% de los mam’feros del mundo son roedores, unas 2,200 especies,
pero con las tŽcnicas moleculares de la actualidad se han ido describiendo
otras nuevas que antes no se consideraban como tales, o que se pensaba que estaban
integradas en solo una, cuando en realidad son dos o m‡s. En MŽxico, de las m‡s
de 500 especies de mam’feros, unas 244 son roedores y alrededor de 90 est‡n en
peligro de extinci—n, ya sea por pŽrdida de h‡bitat, porque su endemismo (cuando
viven solo en un lugar) las hace vulnerables a la introducci—n de fauna ex—tica
o por tener una distribuci—n muy restringida. Como ejemplo de esta distribuci—n
restringida, hace tres a–os, en una monta–a a casi 3 mil metros de altura en Chiapas,
redescubrimos un rat—n en su localidad tipo, del que no se sab’a nada desde hace
un siglo: Heteromys nelsoni.
Los roedores viven pr‡cticamente en cualquier ambiente: selvas, bosques,
desiertos, monta–as y pastizales de todo el mundo, con excepci—n de la
Ant‡rtida; incluso se les encuentra en zonas muy fr’as, como Alaska, el
Himalaya o los Andes, donde hace unos a–os se descubri— una especie viviendo a casi
6 mil metros de altura. Su alimentaci—n es muy variada, consumen semillas, hierbas,
flores, ra’ces o insectos. Algunos comen carne y muchos son omn’voros; incluso
los cables y cosas duras, como la madera, son carcomidos por ratas y ratones en
su eterna necesidad de roer y desgastar sus dientes. Hay que aclarar que estos
œltimos no son americanos, sino que vinieron con los colonizadores en los
barcos europeos; ya estaban acostumbrados al contacto humano, as’ que al llegar
aqu’ buscaron su medio de vida entre las personas.
ÀQuŽ importancia
tienen para el ser humano y el ecosistema?
En ciertos lugares, el consumo de roedores es parte de la cultura de los
pueblos, pues su carne es una fuente importante de prote’na. Son muy apreciados
en las gastronom’as locales. Hemos hecho algunas investigaciones en torno a su oferta
en los mercados de los Altos de Chiapas, como el de Oxchuc,
y encontramos una variedad bastante grande usada para el consumo humano. En la
otra cara de la moneda, es muy probable que las ratas fueran las responsables
de la pandemia de peste que acab— con la tercera parte de los habitantes de la
Europa medieval, al ser portadoras de las pulgas que transmiten la bacteria Yersinia pestis, causante de la peste bub—nica; aunado esto a las condiciones insalubres de
la Žpoca, se desencaden— un colapso poblacional en Europa durante el siglo XIV.
Actualmente no son raras las enfermedades provocadas por roedores; en sus
excretas, saliva y orines pueden existir algunos virus, como el hanta, y varios
tipos de arenavirus que provocan fiebres y enfermedades
hemorr‡gicas agudas. Este a–o, en Mongolia hubo un brote de cierto tipo de
peste bub—nica asociada al consumo de carne de marmota que no estaba lo
suficientemente cocida.
A pesar de los riesgos mencionados, los roedores tienen un valor enorme en
los ecosistemas. Son regeneradores de ‡reas naturales, lo cual se aprecia con las
ardillas que recolectan bellotas y las entierran como reservas para el invierno;
no recuerdan la ubicaci—n de todas y muchas semillas se quedan bajo tierra y
favorecen el crecimiento de nuevo ‡rboles. Adem‡s, estos mam’feros son la base
de la pir‡mide alimenticia de muchos animales, entre ellos, zorros, linces y
bœhos.
Los lemmings de Alaska presentan ciclos de
aumento en su poblaci—n; por decir algo, en un momento pasan de 100 a 3 mil y
esto implica una gran abundancia de alimento para otras criaturas, que pueden prepararse
mejor para las condiciones adversas del invierno. TambiŽn es cierto que cuando
los lemmings est‡n en su punto poblacional m‡s alto,
se genera estrŽs entre ellos y compiten por el alimento con la consecuente
disminuci—n de su poblaci—n.
ÀPor quŽ se usan en la
investigaci—n cl’nica?
Las ratas y ratones comunes se consideran un modelo animal excelente. Son
peque–os, manejables, f‡ciles de criar en cautiverio, no necesitan mucho espacio
y su ciclo vital es r‡pido. Esto œltimo se refiere a que un roedor puede tener
5 o 6 camadas al a–o, segœn la especie, con varias cr’as cada vez, las cuales alcanzan
la madurez sexual en un lapso m‡ximo de dos meses y entonces empiezan a
reproducirse. En general, son muy œtiles para analizar procesos como el c‡ncer,
enfermedades infecciosas y aquellas asociadas a ciertas mutaciones genŽticas.
Muchas veces se les usa para estudiar el sistema inmune del ser humano, con
el que parece haber semejanza. Por otra parte, se pueden cruzar de manera
emparentada para obtener individuos genŽticamente idŽnticos, es decir, cruzar a
los de una misma camada permite contar con un genoma muy similar o casi
idŽntico, permitiŽndonos analizar la disposici—n a desarrollar ciertas enfermedades.
ÀCu‡l es su principal
amenaza?
Algunas especies son muy sensibles a la pŽrdida de h‡bitat y la
deforestaci—n. Por ejemplo, las arbor’colas, como el nombre lo dice, necesitan de
ciertos ‡rboles para vivir, as’ que la tala inmoderada las pone en riesgo.(1) O
las industrias en el norte de MŽxico que han afectado severamente las
poblaciones de perritos de la pradera, a los que adem‡s la gente empez— a
envenenar porque cavan hoyos en los que se cree que el ganado se puede romper
las patas. TambiŽn podemos mencionar a los roedores endŽmicos de algunas islas
(principalmente en el mar de CortŽs), los cuales est‡n en peligro de extinci—n
por la introducci—n de especies ferales, como gatos, a su h‡bitat.
ÀC—mo podemos
controlar sus poblaciones?
Una forma de controlarlos en nuestras casas y cocinas, particularmente a
ratas y ratones, es manteniendo un buen manejo de la basura y los residuos. Son
muy listos y a veces detectan si hay algo raro en el alimento que van a
consumir.
Una forma de ya no ver a los roedores como amenaza es conociendo m‡s acerca
de ellos. Al respecto, aunque los asociamos con el queso, normalmente prefieren
las semillas y curiosamente los atrae lo dulce; por cierto, una de sus
debilidades es el chocolate. Un dato interesante es que caminan pegados a la
pared, pues les brinda una sensaci—n de seguridad, y van dejando un rastro
qu’mico que es interpretado por otros como una se–al de protecci—n. En el caso de
los roedores silvestres, son sumamente importantes y se les debe valorar y preservar.
Extracto de la entrevista transmitida en octubre de 2020 en Voces de la
ciencia desde el sur (www.radiodelcolmich.com) y Enciclopedia
Radio (https://bit.ly/3keEs0m).
[1]
Ver ÒRoedores extremos. Del
suelo a las alturasÓ, Ecofronteras 58, https://bit.ly/3m5LdCv
Elena Anajanci Burguete Zœ–iga es integrante del ‡rea
de Comunicaci—n, Difusi—n y Divulgaci—n de la Ciencia de ECOSUR San Crist—bal (eaburguete@ecosur.mx).
Ecofronteras, 2020, vol. 24, nœm. 70, pp. 34-36, ISSN
2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC
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