Aportes de la academia en la movilidad de trabajadores agr’colas
Martha Garc’a
MŽxico es escenario de una compleja
din‡mica migratoria de trabajadores agr’colas, y las personas dedicadas al
corte de ca–a son parte de este sector vulnerable. Cerca de 80 mil jornaleros
est‡n pendientes de la pr—xima zafra, lo que en una emergencia sanitaria
implica un gran riesgo. Sin duda, una agenda de intervenci—n acadŽmica desde
las ciencias sociales tiene mucho que aportar.
No pueden quedarse en casaÉ
MŽxico es un pa’s de intensa movilidad de gente dedicada al trabajo
agr’cola: se calcula que 1.2 millones de personas se desplazan anualmente en
territorio nacional, adem‡s de las 100 mil que salen hacia Estados Unidos y
Canad‡ con la Visa H-2A o como participantes del Programa de Trabajadores
Agr’colas Temporales, respectivamente.
En el contexto de la pandemia de covid-19 causada por el SARS-CoV-2, y a
escasos d’as de que en MŽxico se decretara la fase 2 de la contingencia
sanitaria en marzo de 2020, se concret— una propuesta para contribuir desde la
academia en las acciones sociales y gubernamentales de prevenci—n y mitigaci—n
del contagio entre dichos grupos itinerantes. Sus tareas de sembrar, fumigar, cosechar
y muchas otras son actividades econ—micas esenciales y por eso quedaron exentas
de las medidas de confinamiento. Las trabajadoras y trabajadores agr’colas no
pod’an quedarse en casa.
Los estados de la frontera sur de MŽxico son parte importante de la
mencionada din‡mica econ—mica y migratoria. Hombres, mujeres y familias de Guatemala,
El Salvador, Honduras y Belice salen y llegan a esta zona para enrolarse en los
ejŽrcitos laborales agr’colas que marchan por diversas rutas nacionales,
transnacionales y transfronterizas, a fin de satisfacer a dos de los mercados
de trabajo m‡s importantes de la zona: el del cafŽ y el de la ca–a de azœcar. Para
aquel momento de la emergencia sanitaria, alrededor de 60 mil cortadores de
ca–a estaban por regresar a sus lugares de origen, lo que de facto los
convert’a en grupos de riesgo por sus largos trayectos y la precariedad social
y laboral que los hace muy vulnerables aun en Žpocas sin pandemia, sobre todo si
son ind’genas o si carecen de permisos migratorios.
Las intensas din‡micas de movilidad laboral no son exclusivas de la
frontera sur, se presentan en todas las regiones agr’colas y agroindustriales
del pa’s, las cuales atraen mano de obra principalmente de Guerrero, Oaxaca,
Chiapas y Veracruz, incluyendo amplios grupos ind’genas que han hecho de la migraci—n
por trabajo una tradici—n. Son millones de personas, tanto en MŽxico como en
Centro y NorteamŽrica, que salen y entran o que se mueven de cultivo en cultivo
(los llaman golondrinos).
Cortadores
de ca–a
Hemos identificado a los jornaleros agr’colas cortadores de ca–a como un
grupo prioritario en la lucha por contrarrestar la dispersi—n de la pandemia. Nuestro
aporte desde la investigaci—n fue una propuesta para atenderlos siguiendo la
l—gica de su movilidad: origen-tr‡nsito-destino-retorno.
Frente al desequilibrio en la distribuci—n de los servicios del Sistema
Nacional de Salud, reflejo de las desigualdades en MŽxico, elegirlos como
poblaci—n de estudio fue relevante por la carencia de informaci—n respecto a sus
contrataciones. La falta de registros entorpece la construcci—n de esquemas
migratorios seguros y ordenados, lo que se une a la precarizaci—n laboral y a la
ausencia de derechos elementales en los sistemas de reclutamiento que no est‡n
regularizados.
De esta forma, a la complejidad epidemiol—gica hay que sumar la
vulnerabilidad de
los trabajadores agr’colas migrantes, un grupo poblacional identificado
como el m‡s explotado y desatendido, pese a que ha sido objeto de estudios,
diagn—sticos y pel’culas que rese–an la llamada neoesclavitud, en alusi—n a las condiciones infrahumanas de trabajo.
Un ejemplo es el documental Jornaleros del azœcar, producido por El
Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), el cual muestra la realidad que en la
frontera sur de MŽxico enfrentan las familias dedicadas al corte de ca–a, muchas
provenientes de Belice y Guatemala (disponible en l’nea: https://bit.ly/3iW2DiO).
Diversos diagn—sticos y evaluaciones —como los de la organizaci—n Tlachinollan,
en Guerrero— subrayan
una y otra vez la desprotecci—n institucional, empresarial y social de las
personas dedicadas a labores agr’colas. Adem‡s, cient’ficos sociales,
organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales cuentan con
decenas de informes y reportes que advierten acerca de la marginaci—n,
insalubridad, bajos salarios y ausencia de derechos, muy lejos de cualquier
esquema de trabajo digno. El reto sigue siendo enorme aun cuando existen intervenciones
focalizadas, como las iniciativas empresariales en el acondicionamiento de
albergues o el desaparecido Programa para la Atenci—n de los Jornaleros
Agr’colas.
Algunos aportes desde las ciencias sociales
La gran lecci—n del SARS-CoV-2 frente a las migraciones laborales ha
convocado a las ciencias sociales en paralelo a las ciencias mŽdicas. Las
aportaciones son significativas, est‡n respaldadas por la amplia producci—n
cient’fica de la œltima dŽcada en MŽxico, que viene a ser un simb—lico
laboratorio mundial de las migraciones. Algunas muestras son el activismo
acadŽmico y social en relaci—n con las caravanas centroamericanas, as’ como los
foros en l’nea que han organizado varias instituciones.
Desde el Grupo AcadŽmico de Migraci—n y Procesos Transfronterizos de
ECOSUR, se propuso colaborar con la Secretar’a de Agricultura y Desarrollo
Rural (SADER) en la elaboraci—n de un protocolo de retorno que atendiera a
personas dedicadas al corte de ca–a de azœcar. Con nuestros resultados de
investigaci—n en las zafras 2018-2019 y 2019-2020 y con la propuesta de
movilidad segura postzafra, se utiliz— la informaci—n acerca de los or’genes y
destinos de los trabajadores y sus familias a partir del ÒDiagn—stico del
perfil sociodemogr‡fico y de la inserci—n laboral de las mujeres en la
agroindustria azucareraÓ, uno de los productos del Fondo Sectorial INMUJERES-CONACYT.
(1)
Los hallazgos han identificado las movilidades intraestatales, como las
de Veracruz —entidad
con casi la mitad de los ingenios del pa’s—, interestatales, como las que ocurren
entre Puebla y Veracruz, Chiapas y Michoac‡n, Oaxaca y Colima, Guerrero y
Morelos, Oaxaca y Quintana Roo, y las transfronterizas de Guatemala y Belice
hacia MŽxico. Con nuestra propuesta, la SADER produjo un tr’ptico informativo que
se integr— a sus materiales de mitigaci—n sanitaria en el sector
agroindustrial.
De parte de ECOSUR, entre organizaciones no gubernamentales, como la Red
de Jornaleros Agr’colas, Justice in
Motion y VeritŽ, se divulg— un
modelo del protocolo de movilidad segura. Al mismo tiempo se colabor— con los
cortadores de ca–a que estaban a punto de retornar a sus pueblos, entablando
una comunicaci—n directa con quienes encabezaban los grupos. Por otro lado,
tambiŽn participamos en la elaboraci—n de la Gu’a de Acci—n para los Centros de Trabajo Agr’colas de
cara al SARS-CoV-2.
Los pron—sticos para el control atienden tanto el calendario nacional
como los sem‡foros de riesgo epidŽmico para los estados con producci—n de ca–a:
Chiapas, Tabasco, Tamaulipas, Nayarit, Colima, Sinaloa, Veracruz y Puebla, Campeche,
Quintana Roo, Michoac‡n, Jalisco, Morelos, Oaxaca y San Luis Potos’. En esta
geograf’a, 80 mil trabajadores estar‡n en espera de confirmar la fecha de la
siguiente zafra, por lo que ahora nos enfocamos en el dise–o de un protocolo de
salida laboral, junto con organizaciones de la sociedad civil y empresarios
azucareros. La emergencia no ha pasado y es momento de formular planes de
contingencia a largo plazo, as’ que se plantea una corresponsabilidad con
sectores gubernamentales, organizaciones de productores de azœcar, empresas
azucareras, instancias de la sociedad civil y academia.
Aœn en construcci—n, el esquema de corresponsabilidad contempla a las secretar’as del Trabajo y Previsi—n
Social, Salud, y Agricultura y Desarrollo Rural como cabezas de sector en una
estrategia integral operativa. TambiŽn quedan involucrados los comitŽs de
producci—n de ca–a de azœcar, los grupos empresariales a nivel de gerencias
locales, el cabo o los capataces, las autoridades locales en destino y origen,
los grupos de trabajo y las familias, as’ como el Instituto Nacional de los
Pueblos Ind’genas y el Instituto Nacional de Lenguas Ind’genas.
En tŽrminos generales, los desaf’os planteados por la emergencia
sanitaria mundial ofrecen un espacio para la incidencia desde las ciencias
sociales. Es una oportunidad para reforzar el compromiso social en la agenda de
trabajo que nos imponen las realidades nacionales, como las migraciones en
MŽxico y sus conexiones con el resto del mundo, tanto hacia Estados Unidos y
Canad‡ como a CentroamŽrica.
En la fotogaler’a de este nœmero de Ecofronteras
digital mostramos diversas im‡genes que documentan algunos aspectos del trabajo
de las personas cortadoras de ca–a, resaltando la participaci—n de las mujeres,
http://revistas.ecosur.mx/ecofronteras
(1) En ÒÀFeliz d’a de la
mujer?Ó, Ecofronteras 55, encontramos un breve y enriquecedor contexto de la
intervenci—n femenina en el corte de ca–a, https://bit.ly/36WZi0x
Martha Garc’a es investigadora del
Departamento de Sociedad y Cultura, ECOSUR Chetumal (mgarciao@ecosur.mx).
Ecofronteras, 2020, vol. 24, nœm. 70, pp. 18-20, ISSN 2007-4549 (revista
impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no
obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx