Infodemia: la otra epidemia de nuestro tiempo
Rosario Garc’a Miranda y Enrique Eroza Solana
ÀTe has
topado con los "cazabulos" al navegar en internet? Se trata de
especialistas que persiguen noticias falsas o cuya fuente podr’a no ser
confiable, lo que parece conveniente con el exacerbado flujo de informaci—n
ligado a la covid-19. Con tantos mensajes —que adem‡s hacen aflorar a
nuestro Òepidemi—logo interiorÓ— es
dif’cil encontrar orientaci—n adecuada, y
la actual infodemia se torna peligrosa.
ÒÁTengo miedo! Por eso no me pierdo ni una de las
conferencias de L—pez Gatell. Adem‡s me informo,
estoy en varios grupos y me llegan las noticias de los peri—dicos nacionales a
mi Twitter. Todos los d’as lo reviso en la ma–ana y antes
de dormir. ÁAh! TambiŽn a mi Facebook
me llega mucha informaci—n que me comparten y tambiŽn compartoÓ.
Esto es parte de una conversaci—n escuchada por casualidad y ejemplifica lo
que la Organizaci—n Mundial de la Salud (OMS) define como infodemia, el neologismo que
lleg— para quedarse, al igual que ocurri— con el SARS-CoV-2 —el nuevo coronavirus—, causante de la
enfermedad covid-19. Este œltimo tŽrmino ya forma parte del lŽxico cotidiano
del mundo entero y suele activar un instinto humano b‡sico: el miedo, mismo que
nos hace part’cipes de una fŽrtil conexi—n social que propicia un flujo interminable
de informaci—n sobre quŽ hacer y quŽ no hacer para prevenir o atender un
contagio; muchas personas se sienten inducidas a reenviar
las notas sin considerar su confiabilidad e impacto.
De acuerdo con los expertos, la sobreabundancia de comunicaciones donde
lo correcto se entremezcla con lo falso, hace m‡s tortuoso encontrar fuentes seguras
y orientaci—n v‡lida. ÀQuŽ s’ntomas me indican que padezco covid-19, a quŽ
centro mŽdico debo acudir, me puedo automedicar para la fiebre, d—nde realizan
la prueba diagn—stica, quŽ tipo de mascarilla debo usar? Entre otras muchas, son
preguntas que podr’an responderse con una consulta en las p‡ginas web de la Secretar’a
de Salud (SSA), de la Organizaci—n Panamericana de la Salud (OPS) o de la OMS.
Es justo reconocer que hab’a un gran
desconocimiento acerca del SARS-CoV-2 y esto aceler— la labor cient’fica y
comunicativa, lo que ha causado algunas contradicciones en esos ‡mbitos
institucionales en m‡s de una ocasi—n. Sin embargo, siguen siendo canales esenciales,
y aun as’ acudimos con mayor frecuencia a las redes sociales y obtenemos datos
de dudosa autenticidad y efectividad. Ya en marzo, la OPS refer’a que se hab’an
subido a YouTube 361 millones de videos con el tema covid-19, se hab’an
publicado en Google Scholar cerca de 19,200 art’culos y en Twitter hab’an
circulado 550 millones de mensajes que inclu’an los tŽrminos ÒcoronavirusÓ, Òcorona
virusÓ, Òcovid19Ó, Òcovid-19Ó, Òcovid_19Ó o ÒpandemiaÓ (ÒEntender la infodemia y la desinformaci—n
en la lucha contra la COVID-19Ó, https://bit.ly/3nCULGL).
ÀQuŽ es la infodemia?
Al desproporcionado aumento de informaci—n que crece
exponencialmente a causa de un evento, como la pandemia actual, se le denomina
infodemia, segœn coinciden la OMS y otras fuentes. Muchas personas escuchamos por
primera vez este neologismo en febrero, cuando el director general de la OMS,
Tedros Adhanom Ghebreyesus, durante la Conferencia de Seguridad en Munich,
Alemania, proclam— una contundente frase: ÒWeÕre
not just fighting an epidemic; weÕre fighting an infodemicÓ (ÒNo estamos
luchando solo contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemiaÓ).
Es un fen—meno que adem‡s coincide con un
entorno de mœltiples redes sociales que amplifican la informaci—n,
desinformaci—n y rumores, favoreciendo la manipulaci—n de datos. A todos nos llegan
comunicaciones sesgadas o mentirosas acerca del SARS-CoV-2 y la covid-19:
origen, causa, tratamiento, prevenci—n y mecanismos de propagaci—n. ÀQuiŽn no
ha recibido en un solo d’a alrededor de tres memes, un par de videos y algunas
notas relacionadas con el SARS-CoV-2?
El tiempo se convierte en un reto para los
expertos que deben informar asertivamente acerca de la pandemia, pues lo que
est‡ en juego es asegurar que las personas hagan lo correcto para controlar la
enfermedad o mitigar su impacto. Como se–ala la OPS, el acceso a la informaci—n
fidedigna, en el momento oportuno y en el formato apropiado, es un factor
decisivo para detener el avance de la covid-19.
El Žxito de
las noticias falsas
Es una opini—n ampliamente compartida que las
noticias falsas (bulos o fake news) se
propagan con mayor rapidez y alcance que las ver’dicas, al grado de que es dif’cil
distinguir entre unas y otras. Las primeras se dise–an con premeditaci—n para llenar
los vac’os de nuestro entendimiento, sin que nos percatemos de que son mensajes
demasiado parciales o incluso absurdos, presentados como conocimiento cient’ficamente
validado.
Existe una clara tendencia a difundir y asimilar
la desinformaci—n con rapidez, provocando cambios de comportamiento que pueden
llevar a que las personas se expongan a mayores riesgos sin estar conscientes
de ello. Por ejemplo, en un supermercado, un se–or Òse peleabaÓ con las bolsas
de pl‡stico para guardar sus v’veres. Desesperado, baj— su cubrebocas para
mojarse los dedos con saliva y abrir la bolsa, y luego se lo volvi— a colocar con
premura. Para Žl lo importante era tener puesta la mascarilla, sin considerar su
manejo apropiado.
Una raz—n para el Žxito de las noticias falsas es
que suelen tratar temas sensacionalistas que suscitan emociones y reacciones
fuertes, normalmente negativas, como miedo, ira, molestia o decepci—n. Los
ataques al personal de salud y a instalaciones mŽdicas y del gobierno, o el
bloqueo de actividades de protecci—n y prevenci—n como la fumigaci—n, son
apenas una muestra. As’ ocurri— en ciertas localidades de Chiapas, cuando los
pobladores se opon’an a medidas de sanitizaci—n o a la fumigaci—n contra el
dengue, por considerar que la intenci—n era esparcir el coronavirus.
Otro rasgo seductor son las extravagancias. Entre
muchas otras noticias, que a veces mantienen un trasfondo pol’tico, las m‡s
llamativas son las relativas a las teor’as conspiratorias que afirman que el
virus fue creado en laboratorio para desencadenar una crisis econ—mica.
Para contrarrestar la propagaci—n de noticias
falsas o bulos, la OMS ha coordinado a un grupo de expertos al estilo de
cazafantasmas, conocidos como cazabulos.
Este grupo trabaja con equipos de compa–’as como Facebook, Google, Pinterest,
Tencent, Twitter, TikTok o YouTube, para alertar respecto a contenidos sin
fundamento suficiente o notoriamente tramposos. Aun as’, que levante la mano
quien nunca se haya visto tentado en creer algunas de estas notasÉ Apostamos a
que ser‡n pocas manos levantadas.
ÀC—mo combatir
la infodemia?
A partir de esta pandemia, a gran parte de la
poblaci—n le ser‡ familiar la palabra epidemi—logo. M‡s aœn, hemos descubierto
a ese epidemi—logo que llevamos dentro, y en las pl‡ticas cotidianas es comœn hablar
sobre curvas, picos y aplanamientos. Asumimos que en MŽxico algo tienen que ver
las conferencias vespertinas del subsecretario de Prevenci—n y Promoci—n de la Salud, el doctor
Hugo L—pez Gatell e invitados. Sin embargo, cuando
la informaci—n cient’fica se contamina con un sinf’n de notas y opiniones dudosas,
los datos se distorsionan.
Nos preguntamos
si debimos habernos acercado, guardando la sana distancia, a la persona que narraba
sus averiguaciones en las redes sociales en torno al SARS-CoV-2. Quiz‡ debimos haberle
compartido algunas fuentes que ayudan a seleccionar mejor la informaci—n en la
que basamos nuestras acciones frente al coronavirus, pero, Ànos escuchar’a?
En MŽxico, diversas instituciones pœblicas y
privadas, interesadas en que la poblaci—n acceda a orientaci—n confiable, est‡n
organizando foros, seminarios y otras estrategias en las que participan acadŽmicos
de diferentes campos de conocimiento. Por su parte, las instituciones de salud
han abierto secciones informativas en sus p‡ginas de internet, y desde luego
est‡n las ya mencionadas conferencias de L—pez Gatell. En el ‡mbito
internacional, la OMS ha publicado documentos de consulta y ha abierto espacios
de interacci—n con especialistas.
Finalmente, en lo que nos corresponde como
personas usuarias de las redes sociales, debemos atender al menos estas cinco
medidas propuestas por expertos en tecnolog’a educativa:
1. Ser cr’tico con lo que se reciba por las redes sociales.
2. No dejar notas falsas en nuestras p‡ginas o perfiles personales y pedir a quien las comparti—, que las elimine.
3. Notificar acerca de datos incorrectos o simulados a los administradores de la plataforma donde se publicaron.
4. Tomarse el tiempo para verificar los mensajes recibidos antes de reenviarlos.
5. Ser m‡s activos al compartir informaci—n autentificada que quienes circulan datos adulterados.
6. No estar constantemente buscando material sobre el coronavirus.
Queremos remarcar la responsabilidad de todos para frenar la propagaci—n
de la covid-19. Cada acci—n individual cuenta y esto tambiŽn se aplica a la
lucha contra la desinformaci—n, que mezcla hechos, rumores y noticias falsas. InformŽmonos
a travŽs de fuentes oficiales, tratemos de consultar a personas con
conocimientos probados y apelemos al bien comœn al tomar decisiones sobre los
mensajes que transmitimos.
Rosario
Garc’a Miranda es asistente de investigaci—n en el Departamento de Salud,
ECOSUR San Crist—bal, y profesora de la Escuela de Lenguas, UNACH-Campus III (rgmiranda7@gmail.com). Enrique Eroza Solana es investigador del Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropolog’a Social (enriquesol@yahoo.com).
Ecofronteras, 2020, vol. 24, nœm. 70, pp. 6-8, ISSN 2007-4549
(revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no
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