Tlacuaches nadadores de la frontera sur

 

Vanessa García, Lázaro Guevara y Laura López Argoytia

 

Se fingen muertos para sobrevivir, tienen parientes en Australia ¡y consiguieron el fuego para los seres humanos! Pero quizá lo más importante acerca de los tlacuaches es que cumplen un rol fundamental como reguladores ambientales, por ejemplo, al controlar plagas de insectos y dispersar semillas. Una especie es acuática, aunque la contaminación del agua y las falsas creencias populares los tienen al borde de la extinción.  

 

Marsupiales mexicanos

 

La diversidad del reino animal es tan vasta que no puede dejar de sorprendernos. Tal vez no resulte sencillo establecer relaciones entre una esponja de mar, un pulpo, una abeja, una serpiente, una mantarraya, una salamandra, un ave cantora y un oso. En ese sentido, los mamíferos son uno de los grupos en los que podemos apreciar con mucha facilidad la gran variedad de especies existentes y sus diferencias en hábitos y apariencia; un ejemplo simple sería comparar a una pequeña musaraña de apenas unos cuantos gramos de peso oculta en un bosque, con una enorme ballena azul de más de 150 toneladas que se desplaza en el océano.

 

Una de las características principales de los mamíferos es que las crías se alimentan de leche materna producida por las glándulas mamarias de las hembras, pero antes de ese momento, varían en su forma de llegar al mundo. La mayoría son placentarios, es decir que los embriones permanecen en el útero materno y reciben nutrientes a través de la placenta, aunque unos cuantos eclosionan de huevos, como el ornitorrinco, y otros más —los marsupiales— nacen con un desarrollo insuficiente y se arrastran a una bolsa o marsupio del cuerpo de la madre donde están las mamas, y ahí terminan su crecimiento embrionario.

 

Los marsupiales más conocidos son característicos de Australia: canguros, koalas y demonios de Tasmania. Sin embargo, México también tiene los propios: los tlacuaches. Son animales que mantienen lazos profundos con diversos grupos étnicos, como los zapotecas, totonacos, mixtecas, mayas y tarascos, entre otros, y están presentes en códices, piezas arqueológicas y en narraciones mitológicas. De hecho, el nombre tlacuache proviene del náhuatl tlacuatzin, que significa “el pequeño que come fuego”, ya que según las leyendas mesoamericanas, fue este animalito quien le llevó el fuego a los hombres cuando era exclusivo de los dioses, tal como recordamos que hizo Prometeo en la mitología griega.

 

Historias de tlacuaches

 

A pesar de que la palabra tlacuache es muy popular en México, este nombre es poco común en otras partes de Centroamérica. Allá se les llama zarigüeyas, chuchas o zorros de cola pelada. Frecuentemente se les confunde con roedores de gran tamaño, sobre todo con ratas debido a la ausencia de pelo en su cola (se le quemó al robar el fuego, según varios mitos), además de las tonalidades grises de su pelaje. Una cualidad distintiva es su capacidad de “hacerse el muerto” en presencia de sus depredadores; se reaniman y salen huyendo en cuanto hay oportunidad, quizá por ello en algunas narraciones orales resucitan después de haber sido incluso despedazados.

Los tlacuaches también son protagonistas de una serie de historias de la vida diaria que han perjudicado su reputación. Por ejemplo, se asume que al igual que varios animales que deambulan en zonas urbanas, son un foco de infección para los seres humanos, pero esto no es necesariamente cierto; de hecho, es más probable que un perro tenga rabia y la transmita.

 

Aunque quizá no resulten tan carismáticos e incluso sean repudiados, en muchas regiones del país son fuente de alimento y se les aprovecha con fines medicinales. Es muy importante destacar que consumen grandes cantidades de insectos y son extremadamente importantes para el control de plagas. Al ser omnívoros, también consumen pequeños reptiles, anfibios y frutas, entre otros alimentos, y al igual que los animales frugívoros, ayudan en la regeneración vegetal al dispersar semillas. Realmente tienen un notable valor económico y ecológico.

 

También saben nadar

 

Cuando nos referimos a los tlacuaches, debemos pensar en una gran diversidad de especies. En México existe no una, sino al menos ocho, la mayoría con hábitos terrestres y arborícolas (su cola es prensil y les facilita desplazarse en los árboles). Una de las especies menos conocida es el tlacuache acuático o raposa de agua (Chironectes minimus). Este pequeño animalito presenta una característica única que lo distingue: sus patas traseras están adaptadas al nado; una membrana une los dedos de la pata y le permite desplazarse mejor en el agua. Es una especie muy especial, dada su extraordinaria capacidad de explotar ecosistemas acuáticos.

 

El tlacuache acuático es de tamaño medio comparado con los de otras especies, pesa cerca de 1 kilogramo. Su cuerpo alargado y esbelto está cubierto con un pelaje corto y muy abundante de textura suave, que le ayuda a repeler el agua y mantener la temperatura corporal constante. Presenta un patrón de coloración muy llamativo: la cara es café con una franja blanca en la parte superior, por encima de los ojos hasta las orejas (que hace resaltar la franja oscura, tipo antifaz, de los ojos); el dorso o lomo es gris plateado con cuatro franjas de color café oscuro a lo largo del cuerpo, que se unen entre sí; sus orejas son medianas, rosadas por dentro y negruzcas por fuera.

 

Sus orificios nasales se ubican en el mismo plano que los ojos, los cuales son relativamente grandes para el tamaño de su cara. Además, tienen vibrisas o bigotes muy largos y duros. Las patas son cortas y anchas, y en las delanteras no existe la membrana que conecta los dedos (como en las patas traseras); al contrario, estos son largos y delgados, con la punta aplanada simulando un cojinete y carecen casi por completo de uñas. Su cola es larga y ancha, de color negro desde la base hasta aproximadamente tres cuartos de la misma, mientras que el último segmento es blanco o amarillento.

 

Al igual que el resto de los marsupiales, las crías permanecen en la bolsa materna durante la mayor parte del proceso de gestación y lactancia. Una de las adaptaciones más impresionantes del marsupio de este mamífero es que se sella de manera hermética para que las crías no se ahoguen mientras la madre se sumerge en el agua. Es interesante mencionar que ambos sexos presentan la bolsa marsupial, aunque en el macho su función es ayudarlo a guardar el escroto cuando nada bajo la superficie.

 

En el agua la vida es más sabrosa

 

Como su nombre lo indica, los tlacuaches acuáticos habitan generalmente cerca de arroyos y lagos, en donde nadan y bucean en busca de alimento: pequeños peces, ranas, crustáceos y moluscos. Son excelentes nadadores gracias al impulso que obtienen de sus patas traseras. La entrada a sus madrigueras se localiza cerca de la superficie del cuerpo de agua, y ellos cavan un túnel que los conduce hacia una cámara subterránea en la que construyen el nido usando hojas, hierbas y raíces. Al ser principalmente nocturnos, se resguardan en las madrigueras hasta que sea hora de salir a conseguir alimento a altas horas de la noche o de madrugada; por eso es difícil verlos a plena luz del día.

 

En cuanto a su distribución en México, son habitantes por excelencia de nuestra frontera sur; se les encuentra cerca de los ríos en el extremo sur de la planicie costera del Golfo de México, a través de los estados de Oaxaca, Tabasco y Chiapas (puntos en la figura 1). Prefieren los bosques tropicales, pero también los hay en zonas ligeramente perturbadas por las actividades humanas, desde luego, siempre ligados a cuerpos de agua.

 

El tlacuache acuático es muy difícil de observar en estado silvestre, por lo que ha sido complicado realizar estudios que nos permitan conocerlo mejor. Debido a esto, la evaluación de su estado de conservación en México está basada principalmente en las condiciones de su hábitat, y en la actualidad es una especie catalogada en peligro de extinción de acuerdo a la NOM-059-SEMARNAT-2010.

Las amenazas más importantes a las que la especie se enfrenta son la modificación de su hábitat a causa de la agricultura y ganadería, la tala de árboles, la invasión de áreas protegidas, además de la contaminación del agua donde tales criaturas viven. Esto último es el factor de mayor impacto, pues muchas aguas residuales provenientes de comunidades o industrias desembocan en ríos, arroyos y lagos. Por ahora, su estado de conservación depende por completo del cuidado que brindemos a los bosques tropicales y a los cuerpos de agua asociados a dichos ecosistemas. No dejemos que otra historia de extinción de especies se repita.

 

Mapa: Registros conocidos del tlacuache acuático en el sur de México

 

Vanessa García es estudiante de Biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM (vg110215@gmail.com). Lázaro Guevara es investigador del Departamento de Zoología en el Instituto de Biología de la UNAM (llg@ib.unam.mx). Laura López Argoytia es coordinadora de Fomento Editorial de ECOSUR (llopez@ecosur.mx).

 

 

Ecofronteras, 2020, vol. 24, núm. 69, pp. 10-13, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx