¿Hongos que comen
piedras?
Alejandro Morón Ríos y Sergio
Alberto Gómez Cornelio
Los hongos pueden
desarrollarse en todos los ambientes del planeta, son muy diversos y la mayoría
son microscópicos, de modo que no todos son vistosos o con “sombrilla”, y
definitivamente no son plantas. Son muy abundantes y resultan esenciales en los
ecosistemas, por ejemplo, para descomponer materia orgánica muerta; además,
muestran capacidades inimaginables, como alimentarse nada menos que de rocas.
Hongos sin “sombrilla”
Normalmente relacionamos
la palabra hongo con la imagen de los champiñones, esos organismos de color
blanco o café claro con forma de sombrilla y una base gruesa. Sin embargo, no
todos los hongos son champiñones, ni son tan vistosos y mucho menos
comestibles, como a veces suponemos. Como dato curioso, la sombrilla o sombrero
característico de varias especies, son las estructuras reproductivas de algunos
de los tantos hongos que existen en el mundo.
Se trata de organismos
muy abundantes que cubren funciones esenciales en los ecosistemas, como la descomposición
de las hojas y ramitas de las plantas, así como de los huesos y pedazos de
carne de los animales; cuando se asocian a las raíces de las plantas las ayudan
a capturar nutrimentos del suelo; algunos pueden parasitar y comer insectos,
mientras que otros forman líquenes al unirse con algas, a las cuales protegen
de las condiciones desfavorables del medio y estas a cambio les brindan
alimento, por lo que mantienen una relación simbiótica.
Los hongos habitan en
casi todos los ambientes conocidos de nuestro planeta, tanto terrestres como
acuáticos, y existe tal diversidad, que son capaces de consumir cualquier
material. Lo más curioso es que en general solo conocemos ciertas especies que
son llamativas por su forma, sin embargo, en su mayoría se trata de organismos
microscópicos y únicamente si somos personas observadoras, detectaremos algunos
de ellos como pequeños hilos blancos que forman una maraña sobre las hojas casi
deshechas en el suelo húmedo.
Hongos líticos
Después de señalar la
diversidad de hongos existentes, nos centraremos en algunos muy particulares
que se alimentan ¡de rocas! Parece increíble, pero como ya mencionamos, son
capaces de nutrirse prácticamente de todo.
Los hongos líticos (del
griego lithos, piedra) son seres microscópicos, acostumbran vivir en las
grietas o dentro de los pequeños poros de las rocas y alimentarse de su
sustrato, compuesto por minúsculos residuos de plantas y animales, así como de
los desechos de otros microorganismos que los acompañan y con los que conviven
estrechamente en este raro ambiente: microalgas, bacterias, otros hongos,
levaduras.
En ciertos
momentos, las condiciones ambientales en la superficie de las piedras pueden ser extremas
por el alto nivel de radiación solar que reciben (rayos UV), los cambios
bruscos de temperatura (altas durante el día y bajas en la noche) y la baja
humedad, además de haber pocas sustancias que sirvan de alimento.
Biopelícula y comunidad
de hongos
Los diferentes
microorganismos que habitan en la superficie de las piedras están inmersos en
una sustancia viscosa formada por polímeros; es parecida a un gel que les
permite adherirse a la superficie rocosa. Sustancia y organismos en conjunto,
forman lo que se denomina biopelícula, en la que los diminutos seres
integran comunidades de fuerte interacción.
En la península de
Yucatán, el tipo de piedra más abundante es la roca calcárea, que está formada
principalmente por carbonato de calcio (CaCO3) y se ha utilizado en
actividades de construcción desde la época prehispánica hasta nuestros días. En
un estudio reciente, con el fin de conocer las especies de hongos que se
encuentran en la biopelícula de dicha roca, raspamos pequeños rectángulos de 3 x 3 centímetros en varias bardas edificadas hace
1, 5 y 10 años. Buscábamos conocer cómo se conforman las distintas especies de
hongos en un mismo sustrato, pero en diferentes periodos, y no sabíamos que nos
encontraríamos con los hongos líticos.
Registramos 202 especies
en las bardas de las tres fechas monitoreadas y el mayor número se registró en
las que fueron construidas hace 10 años, mientras que en aquellas con 5 años
hubo menos variedad. Además, en estas últimas la
identidad y cantidad de individuos por especie era diferente, lo que implica
que con el paso de los años ocurre una sustitución de especies sobre la
superficie de la roca; en ecología, a tal proceso se le llama sucesión.
A partir de
estos elementos, concluimos que el tiempo que ha tardado en formarse la
biopelícula, junto con los cambios en la composición de los minerales de la
piedra, determinan qué especies de hongos se desarrollan en ella.
¿Hongos que
crecen sin alimento?
Las piedras
contienen una cantidad muy baja de los nutrimentos esenciales que un organismo
necesita para vivir, por lo que quisimos saber cómo era posible que existieran
tantas especies de hongos en semejante hábitat y por qué cambiaban con el paso
del tiempo. Una vez que supimos cuáles eran las especies más abundantes de cada
biopelícula con diferente edad de formación (1, 5 y 10 años), tomamos muestras
de cada una y las cultivamos en el laboratorio, solas y en grupos de dos, sobre plaquitas de
piedra calcárea perfectamente esterilizadas para que no se estableciera
ninguna otra criatura en ellas.
En las plaquitas
cultivadas con un solo hongo, algunas especies se desarrollaron solo en los
bordes y ocuparon apenas un 10% de la superficie; otras crecieron en más del
75% de la superficie general y muy poco en los bordes. Sin embargo, cuando
juntamos algunos de estos hongos ocurrieron altos porcentajes de crecimiento,
mientras que otros presentaron diferentes porcentajes dependiendo de la especie
con la que se sembraron.
Resultó sorprendente constatar que todas las especies sobrevivieron sobre la superficie
de la piedra sin agregarles alimento y sin que hubiera otro
microrganismo que pudiera proporcionárselos.
La respuesta
La biomineralización es
uno de los procesos más agresivos que ocurren
sobre la superficie de las rocas, cuando el carbonato de calcio que estas
contienen reacciona con los ácidos orgánicos que desechan los hongos. La roca
se degrada directamente mediante la acción biológica de los organismos y libera
nutrimentos para ellos; el resultado es la formación de cristales de oxalato
denominados whewellita y wedellita. Algunas de las especies que sembramos en
las plaquitas de piedra produjeron tal tipo de cristales.
Es importante subrayar que inicialmente se había considerado que sobre la
superficie de las piedras debían desarrollarse, antes que nada, organismos
capaces de transformar la luz del sol en azúcares, es decir, organismos como
las plantas (técnicamente llamados fotótrofos), pero mucho menos complejos, por
ejemplo, determinadas bacterias. Asumimos que solo después de que ellos se
establecieran, podrían vivir los demás, pues se alimentarían de sus desechos. La sorpresa para
nosotros fue comprobar que los hongos crecieron sobre la piedra sin la
presencia de fotótrofos, lo que nos llevó a preguntarnos de dónde o de qué se
alimentaban.
Supusimos que
probablemente consumían sus propios desechos o los de otros hongos cuando crecían con
alguna otra especie. Pero había algo más... los ácidos orgánicos, al reaccionar
con el carbonato de calcio, liberaron nutrimentos que los hongos podrían estar
consumiendo, de modo que literalmente comen rocas: una muestra
más de la asombrosa diversidad de estos organismos.
Alejandro Morón Ríos es
investigador del Departamento Conservación de la Biodiversidad en ECOSUR
Campeche (amoron@ecosur.mx).
Sergio Alberto Gómez
Cornelio fue estudiante del doctorado en Ecología y Desarrollo Sustentable de
ECOSUR (sagomezcornelio@gmail.com).
Ecofronteras, 2020, vol. 24, núm. 68, pp. 30-33,
ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia
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