“Subrogados”
para conservar la biodiversidad
Tania
Escalante, Elkin Alexi Noguera-Urbano y Ana Varela-Anaya
La toma de decisiones requiere de
información completa y relevante. Así, para el desarrollo de programas de
conservación, la selección de un conjunto de representantes de la biodiversidad
y su correlación son clave; nos referimos a los subrogados.
La
biodiversidad en el Antropoceno
El
término Antropoceno ha sido propuesto por la comunidad científica como la era
geológica actual, a partir de la Revolución Industrial a fines del siglo XVII.
Se trata de “la era de los seres humanos”, y se distingue por el predominio de
la humanidad y sus actividades como un factor ambiental determinante. Una de
sus características es la alta tasa de extinción de especies, probablemente
algunas de ellas desconocidas. En pleno siglo XXI, el ser humano aún tiene
imprecisiones en el conocimiento de la biodiversidad, lo cual dificulta
desarrollar estrategias de conservación que resulten exitosas.
Para obtener
más información y dado que no es posible estar al tanto de todos los genes, las
especies y los ecosistemas de un lugar, los científicos de la conservación se
apoyan en los subrogados, es decir, un conjunto de representantes de la
biodiversidad que pueden ser estimados a partir de exploraciones en campo,
sensores remotos y modelos estadísticos. Los subrogados pueden ser ambientales
(tipos de suelos o de clima), unidades bióticas (tipos de ecosistemas,
provincias biogeográficas) y grupos biológicos (plantas, aves, lagartos,
mamíferos). Todos los tipos de subrogados se miden en la naturaleza y son
piezas clave para el desarrollo de programas de monitoreo, así como para la
selección de los sitios que requieren ser conservados por su importancia
(estrategia llamada priorización), tales como las áreas naturales
protegidas.
Siendo
más estrictos, se considera que hay dos grupos generales de subrogados, los
denominados verdaderos y los estimados. Los primeros buscan
representar la diversidad general o verdadera (diversidad de especies,
ecosistemas, provincias biogeográficas), pero como es muy difícil lograr una
aproximación real de la diversidad, entonces se proponen los subrogados
estimados para representar a los verdaderos. Estos suelen ser uno o varios
conjuntos de especies relativamente bien conocidas y de las cuales hay
información de buena calidad, como son las aves, los mamíferos o las orquídeas,
aunque también pueden ser conjuntos multigrupos de especies, tipos de climas o
de vegetación, entre otros. En un ejemplo práctico podríamos decir que la
biodiversidad real de Oaxaca (subrogado verdadero) no se ha cuantificado en su
totalidad; sin embargo, se han registrado alrededor de 1,400 especies de
anfibios, reptiles, aves y mamíferos, por lo que cualquiera de esos grupos
biológicos podría ser un subrogado estimado de biodiversidad.
Cómo
funcionan los subrogados
Cuando
se proponen nuevas áreas protegidas, es importante identificar adecuadamente
los subrogados para garantizar que se conserve la mayor biodiversidad posible y
se maximicen los recursos disponibles, tanto geográficos (conectividad, sitios
a priorizar) como económicos (dinero a invertir en las áreas priorizadas). Dos
de los métodos para evaluar subrogados y elegir al mejor o los mejores se
presentan en la figura 1. Una primera forma es mediante la “congruencia
cruzada” (en inglés: cross-taxa congruence), lo que quiere decir que los diferentes
subrogados pueden presentar los mismos patrones de ocurrencia o que son
congruentes en su distribución.
Figura
1.
La
congruencia cruzada se liga a las respuestas comunes de diferentes grupos
biológicos a las variaciones climáticas e historia geológica. Si la presencia
de un subrogado se asocia a otros grupos, entonces es posible predecir estos
últimos con base en un mapa de los lugares que habita el subrogado, lo que lo
califica como adecuado. Si señalamos los sitios donde hay más especies de
mariposas, bien podrían coincidir con lugares que disponen de un mayor número
de especies de plantas con flores, debido a la dependencia de los dos grupos.
Los análisis de congruencia cruzada incluyen pruebas estadísticas de
correlación, que permiten decidir si existe una relación directa entre el
patrón de distribución de un subrogado respecto a otro.
La
segunda forma de evaluación se da mediante la comparación de los sitios
prioritarios para la conservación de determinado subrogado bajo algún criterio.
Se elaboran mapas especializados para determinar las áreas de conservación más
importantes para cada subrogado por separado y se comparan. Si las zonas
importantes para uno coinciden o representan a las que lo son para otro,
entonces el primero será un buen subrogado.
Existen
programas de cómputo que permiten identificar los lugares de conservación más importantes:
Marxan (http://marxan.net/) y Zonation (https://www.helsinki.fi/en/researchgroups/digital-geography-lab/software-developed-in-cbig). Este último fue desarrollado por Atte Moilanen y colaboradores en
la Universidad de Helsinki, Finlandia y ha sido aplicado alrededor del mundo
para la planeación de áreas de conservación. Cuenta con diferentes algoritmos
para priorizar tales áreas; uno de ellos, llamado CAZ (core-area
Zonation), minimiza la pérdida biológica
enfatizando el área núcleo de todas las especies; selecciona primero las
especies que son más susceptibles a la extinción, es decir, aquellas caracterizadas
por ser raras y con distribución más pequeña, y luego a aquellas con
distribución más extendida. Por ejemplo, el conejo de los volcanes o teporingo
(Romerolagus diazi)
solo habita en algunos volcanes del centro de México, mientras que el coyote se
encuentra en toda América del Norte. En Zonation,
esto se traduciría en seleccionar primero (priorizar) los espacios donde se
distribuye el teporingo y después los del coyote.
Un
caso en el centro de México
Una
de las principales cadenas montañosas de México es la Faja Volcánica Transmexicana (también conocida como Eje Neovolcánico), en
donde existen muchas especies de fauna y flora endémicas, es decir, que se
distribuyen exclusivamente en ese lugar del planeta, como el ya mencionado
teporingo. Los endemismos son importantes en conservación, porque en muchas
ocasiones representan especies raras y con áreas de distribución pequeñas, muy
especializadas en su hábitat; por lo tanto, son más vulnerables a la extinción.
Además, este tipo de especies conforman patrones de endemismo, es decir, pueden
compartir sitios similares como resultado de su historia evolutiva y ecológica.
En la
Faja Volcánica Transmexicana habitan 37 especies de
plantas y 15 de mamíferos endémicos, y hemos elaborado mapas de su ubicación.
Aunque sabemos que muchas plantas dependen de los mamíferos para su
supervivencia y viceversa, no conocemos con certeza si estos dos grupos son
subrogados adecuados entre ellos. Por ejemplo, el teporingo se alimenta de
hojas jóvenes de herbáceas espinosas, como diferentes especies de cardo (Cirsium jorullense, Eryngium spp); de igual
manera, las plantas secas de pino, cardo y fragmentos de zacatón son vitales
para sus nidos. Si representamos en mapas los sitios con más especies endémicas
de mamíferos y plantas, detectaremos espacios comunes para los dos grupos, lo
cual está corroborado con una prueba estadística y se concluye inicialmente que
ambos grupos son buenos subrogados uno de otro.
Por
otra parte, si usamos los datos de los mamíferos en Zonation,
y de forma independiente los de las plantas y comparamos, las áreas priorizadas
no muestran mucha coincidencia. Los mamíferos y las plantas no representan
patrones completamente similares en la priorización, de modo que
si seleccionamos solo a las plantas para proponer estrategias de conservación,
quizá no estaríamos protegiendo adecuadamente a los mamíferos, y viceversa. Tal
hallazgo es trascendental, por lo que usar solo un grupo de especies puede
sesgar las acciones de conservación y dejar desprotegido al otro. Un nuevo
camino sería probar con otros grupos biológicos y un enfoque multigrupos,
incorporando datos distintos para lograr una buena representación de la
biodiversidad verdadera. Los resultados deben ser robustos y fruto de la
experimentación, para que la inversión y estrategias de conservación den
resultado.
Conclusiones
Ahora
sabemos que en los ecosistemas mexicanos puede haber poca correspondencia entre
los patrones de diversidad de los diferentes grupos biológicos, y por lo tanto
es necesario evaluar su interrelación para proponer áreas de conservación. En
otros sitios sucede algo similar; en el este de Austria, un estudio de Norbert Sauberer de la Universidad de Viena, demostró que las
aves presentaron la mayor correlación con plantas, contrariamente a las arañas,
escarabajos y hormigas. En otras regiones como Australia, la vinculación entre
grupos es distinta, en la Australian National University, Ding Li Yong encontró que la riqueza de aves se encuentra
correlacionada con abejas, y la de abejas con aves y escarabajos, en tanto que
la riqueza de escarabajos se liga con abejas y lagartos, es decir la selección
de subrogados para dicha zona podría basarse en aves y lagartos. Cuando ocurren
estas problemáticas, una solución sería analizar nuevos tipos de subrogados;
tal vez el uso de subrogados ambientales junto con los biológicos podría
mejorar los análisis y robustecer los soportes científicos y técnicos de las
nuevas áreas priorizadas. Debe considerarse que los grupos biológicos varían su
correspondencia o relación según las características biológicas y físicas de
cada zona (tipos de hábitat, tipos de ecosistemas, suelo, relieve, intensidad
de la radiación solar, velocidad de vientos, pH del suelo, temperatura,
precipitación).
La
selección de subrogados es un asunto complejo en la toma de decisiones de
conservación y gestión del territorio. Se debe disponer de información lo más
completa posible para tomar las mejores decisiones, como incluir diversos tipos
de subrogados y mayor número de registros de especies. Por lo tanto, podemos concluir
que antes de proponer áreas de conservación, es de suma importancia realizar
varias pruebas y contrastarlas para elegir subrogados (diferentes evaluaciones
pueden dar resultados complementarios); es necesario considerar varios grupos
de especies para elaborar mejores estrategias de conservación, que sean
adecuadas y equilibradas para toda la biodiversidad de una zona.
Tania
Escalante es profesora del Departamento de Biología Evolutiva de la Facultad de
Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México (tescalante@ciencias.unam.mx).
Elkin Alexi Noguera-Urbano es investigador del Programa de Evaluación y
Monitoreo de la Biodiversidad, Instituto Humboldt, Colombia (enoguera@humboldt.org.co;
elkalexno@gmail.com).
Ana Varela-Anaya es Bióloga por la Facultad de Ciencias, Universidad Nacional
Autónoma de México (annavarela.a@gmail.com).
Ecofronteras, 2020, vol. 24, núm. 68, pp. 22-25, ISSN 2007-4549 (revista impresa),
E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras
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