De la medicina tradicional a la medicina
ortodoxa
Orquidia G. Méndez
Flores y Esmeralda García Parra
La etnofarmacología
es una ciencia interdisciplinaria que brinda información importante acerca de
las prácticas terapéuticas de los pueblos originarios, y podría ser un enlace
entre la herbolaria y la medicina alópata, reconociendo el indiscutible valor
de la medicina tradicional indígena no solo como factor de identidad, sino como
opción primaria de atención a la salud.
Evita lugares fríos, solitarios, a media noche
o donde ocurrió un asesinato y evade el contacto estrecho con difuntos, porque
te puede entrar un mal aire.
Narrativa de Ana Paula de la Torre Díaz,
proyecto identitario del Laboratorio de Conciencia Digital
La medicina tradicional indígena
El mal aire es una intrusión de malas
energías al cuerpo de la persona, lo que desencadena el desarrollo de
enfermedades. Esta descripción generalizada de la causa y naturaleza de un
padecimiento corresponde al plano metafísico, donde los fenómenos son descritos
sin tomar en cuenta las manifestaciones o los parámetros físicos y medibles.
Las enfermedades con etiologías sobrenaturales, que son reconocidas como
síndromes de filiación cultural de acuerdo a las
nociones de la antropología médica,
son un común denominador entre los grupos indígenas de México, como se constata
en la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana.
Nos referimos a la medicina tradicional
mexicana como el conjunto de sistemas de atención, saberes y prácticas con
origen prehispánico, mezclados con acepciones y prácticas de la medicina
occidental, que procuran un estado de equilibrio entre el cuerpo, la mente y el
espíritu, es decir, la salud. En la actualidad, esta riqueza cultural prevalece
asociada a los grupos indígenas de nuestro país, y en tal sentido es reconocida
por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo
segundo, como un derecho de los pueblos.
La cosmovisión en la medicina tradicional
indígena supone que el cuerpo humano, la mente y el espíritu forman parte del
universo; de modo que los principios estructuradores de múltiples
representaciones sociales y ambientales, así como de las causas de las
enfermedades, son los mecanismos que rompen el equilibrio entre el frío y el
calor en el cuerpo. Dicho desequilibrio puede ser producido por aspectos
individuales, como la pérdida de la fuerza vital o el alma, además de cuestiones
sociales o ambientales, que abarcan la alimentación y la relación humano-ambiente. Los factores
mágico-religiosos involucrados incluyen la transgresión de las leyes de la
naturaleza y la pérdida de la armonía con las divinidades. Por lo tanto, la salud
es un estado armónico entre lo natural y lo sagrado.
Los elementos que integran el sistema de
atención a través de la medicina tradicional son los procedimientos
preventivos, las estrategias diagnósticas y las técnicas terapéuticas. Entre
estas últimas pueden mencionarse los masajes, las punciones con espinas
vegetales o animales, los tratamientos térmicos, las limpias, los ensalmos y
otros ritos. Adicionalmente, la herbolaria, como parte de la etnofarmacología, es de uso recurrente en los abordajes terapéuticos
tradicionales de los grupos indígenas.
Siguiendo con las definiciones, la etnofarmacología es una ciencia interdisciplinaria que
estudia la actividad biológica de elementos vegetales, animales o minerales
usados en las prácticas terapéuticas de grupos étnicos. Para tal efecto
conjunta las observaciones en campo, la descripción del uso y la preparación de
los remedios; la determinación botánica del material obtenido; los estudios
fitoquímicos y también los farmacológicos para comprobar experimentalmente la
actividad biológica de sustancias aisladas.
Con ella se podría tender un puente de
tránsito del conocimiento e información de la herbolaria, procedente de la
medicina tradicional, hacia la medicina ortodoxa o alópata. Un ejemplo ocurre
cuando se ocupan los principios activos aislados de plantas con uso medicinal,
para convertirlos en fármacos (como es el caso de la vincristina, el paclitaxel y los etopósidos, que son usados para el
tratamiento del cáncer). Cabe mencionar que alrededor de un 30% de los
medicamentos empleados en la terapéutica convencional son de origen vegetal o
natural y después se sintetizan industrialmente, para lo que requieren
investigación etnofarmacológica. Sin embargo, existen
prácticas de rituales y cosmovisiones de la medicina tradicional que no son
consideradas de relevancia por la etnofarmacología o
por los abordajes biomédicos, y al contrario, se
disuelven en el devenir generacional y en la formalización del conocimiento
científico.
La investigación etnofarmacológica
La medicina tradicional posee un gran valor
cultural nacional, es un eje identitario de los pueblos originarios y suele
representar para ellos la primera opción de tratamiento de enfermedades, tanto
por razones culturales como porque muchas veces se encuentran en zonas aisladas
o de difícil acceso a los servicios de salud.
El rescate y el reconocimiento del valor
funcional de la medicina tradicional se basa en la coherencia y la articulación
de sus propias estructuras gnoseológicas. Adicionalmente, los estudios etnofarmacológicos, antropológicos médicos y los marcos
jurídicos facilitadores, así como la participación de las instituciones de
salud, educación e investigación pueden contribuir a la inclusión de los
saberes de la medicina tradicional en las prácticas de las ciencias de la
salud. Algunos ejemplos de instituciones y programas involucrados son el
Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, la Asociación Mexicana de
Partería, el proyecto de Interrelación con la Medicina Tradicional del Programa
IMSS Prospera y
la Dirección de Medicina Tradicional y Desarrollo Intercultural de la
Secretaría de Salud, entre otros, que han ejecutado estrategias enfocadas al
conocimiento y rescate de la medicina tradicional.
De igual forma se han integrado clínicas o
unidades de apoyo a la salud con enfoque de medicina tradicional, y también se
instauró el Museo de la Medicina Maya en Chiapas. En tanto a la enseñanza,
incluir la perspectiva de la antropología médica ha facilitado la comprensión
de modelos alternativos de salud; tal es el caso de los planes de estudio de
las escuelas de medicina de la Universidad Autónoma de México y del Instituto
Politécnico Nacional, junto con la Escuela Superior de Ciencias Biológicas de
este último, que son los ejemplos más conocidos.
Normalmente la investigación etnofarmacológica se aborda desde enfoques diversos.
Primero se detalla la descripción botánica o biológica de las especies u
organismos usados en las prácticas terapéuticas; más adelante se elabora un
análisis físico y químico de la naturaleza de los extractos o sustancias que lo
integran, y a continuación se realizan ensayos en modelos experimentales in
vitro e in vivo para probar alguna actividad biológica atribuida,
además de su toxicidad, a lo cual siguen los estudios clínicos en humanos. De
manera muy general, este es el flujo de trabajo en la etnofarmacología,
el cual conjunta esfuerzos de biólogos, químicos, nutriólogos, farmacéuticos y
médicos, por lo menos, para integrar los resultados y llegar a conclusiones
impactantes y recomendaciones formales respecto al empleo de extractos o
sustancias puras obtenidas de productos naturales y la medicina tradicional.
En el departamento de Salud de El Colegio de
la Frontera Sur (ECOSUR), al igual que en múltiples universidades (como la
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas) y centros de investigación en el
país, desarrollamos abordajes etnofarmacológicos,
especialmente fitoquímicos, dirigidos al rescate y conocimiento de las plantas
medicinales de uso en la medicina tradicional del sureste de México.
Como parte de ello, ya se están caracterizando
extractos vegetales y evaluando sus actividades biológicas, como el efecto
antioxidante, antiinflamatorio, hipoglucemiante, citostático y como reguladores
de actividad enzimática.
Otro enfoque de investigación indispensable es
el de la antropología médica, el cual es desarrollado por personal académico de
ECOSUR, el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social
y el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera
Sur. El objetivo fundamental es proporcionar evidencia científica para promover
el rescate de los saberes medicinales ancestrales y contribuir a la unificación
del conocimiento en el área de la salud, incluyendo las prácticas terapéuticas
tradicionales y las ortodoxas.
·
Los terapeutas tradicionales son personas que
pertenecen a las comunidades indígenas y que poseen un don o característica
distintiva para prevenir las enfermedades, curar o mantener la salud individual
física, emocional o espiritual, colectiva y comunitaria, respecto a la forma de
interpretar el mundo del modelo indígena. Se incluyen en esta definición las
parteras tradicionales, yerbateros, sobadores, hueseros, rezanderos, graniceros y curanderos en un sentido integral. Sus
denominaciones en las lenguas de los pueblos indígenas implican significados
determinados, más amplios que el término curandero, por ejemplo: h'men entre los mayas peninsulares, h'ilol (vidente) para los tseltales
y tsotsiles; nojoch
maan (la gran madre) término maya en alusión a
las parteras.
Fuente: Fortalecimiento
de los servicios de salud con medicina tradicional, Secretaría de Salud,
2013. Disponible en https://bit.ly/36E7xv4
Orquidia G.
Méndez Flores es investigadora Cátedra CONACYT del Departamento de Salud,
ECOSUR San Cristóbal (ogmendez@ecosur.mx). Esmeralda García Parra es PTC de la Facultad de
Ciencias de la Nutrición y Alimentos de la UNICACH, coordinadora de Posgrado de
la facultad y responsable del Laboratorio Experimental y de Bioanálisis en
Nutrición (esmeralda.garcia@unicach.mx).
Ecofronteras, 2020, vol. 24, núm. 68, pp. 18-20,
ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia
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