Pequeños ingredientes, grandes
resultados
Zendy Evelyn Olivo-Vidal y Marvin J. Núñez
Alcaloides, flavonoides y taninos son
nombres que seguramente has escuchado alguna vez. Pero ¿nombres de qué? Se
trata de "principios activos", es decir, sustancias que hacen posible
que los medicamentos surtan efecto; se obtienen de la sabia naturaleza, han
sido estudiados y procesados en laboratorios y cumplen funciones específicas e
importantes en lo que a la salud respecta.
En nuestra vida diaria a menudo
percibimos que los pequeños cambios pueden provocar grandes resultados. Es
factible comparar tal idea con lo que ocurre al seguir una receta de cocina o,
en este caso, con la composición de un medicamento: el compuesto activo que
realizará determinada acción en el organismo debe encontrarse en la cantidad y
en la forma adecuada para llegar oportunamente al lugar preciso y, por tanto,
producir el efecto deseado.
Esos compuestos presentes en los
fármacos generan una acción específica y no se crean tan fácilmente. Hoy en
día, un 90% de los medicamentos disponibles en el mercado tienen sus orígenes
en moléculas o principios activos existentes en plantas medicinales de las
cuales fueron aislados, y han sido muy estudiados y utilizados por la industria
farmacéutica.
Todas las plantas engloban
diversas sustancias con propiedades que causan efectos muy variados;
algunas actúan como nutrientes, otras son neutras y un tercer grupo, las más
importantes en el ámbito medicinal, incluyen los principios activos. ¿A qué nos
referimos con este término? Los principios activos son elementos que actúan,
es decir, implican una actividad biológica y son capaces de relacionarse con
nuestro organismo y sus distintos sistemas. A pesar de que son la base de gran
parte de los medicamentos, la principal diferencia entre estos y las plantas
medicinales (además de la procedencia biológica o sintética de ciertos
componentes) es la sinergia de todas las sustancias que constituyen una planta,
ya que en ella puede haber más de un elemento que a su vez actúa de forma
conjunta y ordenada con otros.
La clasificación de los principios
activos es bastante compleja, debido a que pueden aparecer de manera aislada o
asociada con otros componentes, y sus fórmulas químicas son complicadas. A continuación enlistamos algunos de los principios activos
más estudiados, con información sobre su efecto en el organismo y en qué
plantas medicinales es posible encontrarlos.
Alcaloides
Los alcaloides son uno de los
principios activos más importantes en la medicina, pues han sido utilizados por
los seres humanos desde épocas ancestrales. Se hallan presentes de manera
bastante amplia en el reino vegetal y están integrados principalmente por
nitrógeno, hidrógeno, carbono y oxígeno. Constituyen un grupo muy variado
en cuanto a su composición y a las reacciones que provocan en el organismo.
Destacan por su notable efecto biológico, sobre todo en el cerebro, por lo que
se les suele asociar con drogas psicotrópicas, como la morfina y la colchicina,
entre otras.
Dependiendo de su estructura y origen
son utilizados con distintos fines, como analgésicos o como psicotrópicos;
otros son aprovechados para reducir la presión arterial, mientras que algunos,
por el contrario, poseen cualidades hipertensivas; varios más despejan las vías
respiratorias y dilatan los bronquios. Sin embargo, debido a sus potentes
efectos, en dosis altas pueden provocar un paro respiratorio o volverse
venenosos, como los que provienen de la nuez vómica. Hay alcaloides en las
raíces, cortezas, hojas y semillas.
Flavonoides
Los flavonoides son pigmentos
naturales de tipo fenólico con carácter ácido-base. Protegen al organismo del
daño producido por agentes oxidantes, como los rayos ultravioletas, la
contaminación ambiental y las sustancias químicas de los alimentos. Dado que los
seres humanos no los producimos, los obtenemos mediante fuentes alternas:
comida y suplementos. Se trata de compuestos con gran capacidad antioxidante
que desencadenan efectos terapéuticos en muchos padecimientos, incluyendo
varios de gravedad, como la cardiopatía isquémica, la aterosclerosis o el
cáncer.
Cuentan con propiedades
antiinflamatorias, analgésicas y antimicrobianas, regulan el colesterol y la
concentración de triglicéridos; además, actúan en el cuerpo humano sobre
diversas áreas, entre ellas el sistema circulatorio: disminuyen la presión
sanguínea, mejoran la circulación y evitan la formación de trombos. Al ser
diuréticos, también ayudan al hígado y los riñones, y contribuyen a depurar
metales pesados y ciertas sustancias tóxicas. Existen diversos tipos de
flavonas, algunas están contenidas en la prímula, el espino blanco o la
manzanilla, y en numerosas plantas de color amarillo y anaranjado (flavus significa amarillo). Otro tipo son las
antocianinas, responsables del color rojo, azul o violeta de diversos
alimentos, como el arándano, la malva, la zarzamora y la vid roja.
Taninos
Son compuestos fenólicos que abundan
en muchas plantas y frutos. Son solubles en agua y su sabor es áspero y amargo.
Su composición química es variable, pero poseen una característica común: son
astringentes e interactúan con las proteínas de colágeno que hay en la piel,
uniéndolas y haciéndolas más resistentes al calor y al ataque de
microorganismos. Algunos son muy beneficiosos y otros resultan tóxicos. En grandes
cantidades, reducen la asimilación de nutrientes.
Los taninos ejercen funciones
importantes en el organismo, por ejemplo, ayudan a controlar la diarrea, los
cólicos, y sirven en el tratamiento de la gastroenteritis. Asimismo, son
antioxidantes, favorecen la cicatrización de heridas, mejoran las hemorroides y
las enfermedades de la piel y causan una acción vasoconstrictora que interviene
en la coagulación de la sangre. ¿Dónde están? En el té verde, corteza de roble,
abedul, arándanos, hojas de gayuba, manzana, zarzamora, canela y granada.
Heterósidos
Los heterósidos o glicósidos
constituyen uno de los grupos más grandes de principios activos. Son los
metabolitos secundarios que más se usan de forma directa, y existen diversos
medicamentos derivados de ellos con amplias indicaciones terapéuticas. Algunos
son antiinflamatorios, provocan sudor, bajan la fiebre y presentan acción
antirreumática y diurética (están en el sauce: glicósidos fenólicos; abedul:
glicósidos del rhododendrol; ulmaria: spiraeosida, etcétera). La acción de otros es antiséptica
en vías urinarias y genitales (madroño: glicósidos flavonoides; gayuba: arbutina; arándano: glicósido de la quercetina), o bien,
tonificante sobre el corazón al reducir el ritmo cardiaco y aumentar la
contracción (adelfa: oleandriana; digital: digoxina; convalaria: convallatoxina, y
varios más).
Mucílagos
Se trata de una sustancia viscosa en
algunos vegetales. Su consistencia es gelatinosa por tratarse de hidratos de
carbono que se hinchan y aumentan de volumen. Actúan principalmente como
protectores de las mucosas reduciendo la irritación, y por eso funcionan bien
para tratar la tos, bronquitis, catarros e irritaciones de garganta, o bien,
para enfermedades de la piel, puesto que calman la irritación dérmica. Entre la
flora rica en mucílagos destacan el lino, las semillas de chía, el aloe, el
nopal, el membrillo y las algas marinas.
Saponinas
El nombre de estos compuestos proviene
del latín sapo, que significa jabón. Las saponinas cuentan con
propiedades parecidas a las del jabón, es decir, sus moléculas disponen de un
elemento soluble en lípidos y otro soluble en agua, y al agitarlas en esta se
genera espuma. Producen acciones expectorantes muy beneficiosas en caso de tos
crónica, bronquitis, asma y catarros; también funcionan como antiinflamatorios
con la capacidad de limpiar la sangre.
Habitualmente se les aprovecha en la medicina natural para realizar curas y
detoxificaciones del organismo, y se hallan en la saponaria, la hiedra, el
ginseng, el regaliz, el castaño de indias o el agave. Resulta interesante el
hecho de que su acción llega a ser muy evidente, aunque no se presenten en
grandes cantidades.
Cumarinas
Las cumarinas son un grupo de lactonas
derivadas del ácido cinámico; aunque son levemente tóxicas para el hígado de
los seres humanos, ofrecen otras posibilidades medicinales interesantes. Su actividad
biológica es diversa y depende de su estructura química. El medicamento más
antiguo de este grupo es el dicumarol, el cual tiene
cualidades antitrombóticas y anticoagulantes y fue el primero en su tipo en
usarse clínicamente; se aplica contra la embolia venosa y arterial y los
infartos cardiacos. La canela de zeylan, el gordolobo
y el trébol de olor contienen cumarinas en grandes cantidades; también la
canela común y la manzanilla, pero en menor escala.
Aceites esenciales
Los aceites esenciales son sustancias
volátiles muy concentradas y se consideran el “alma o esencia de las plantas”.
Su variedad y efectos son muy vastos, por lo que resulta difícil establecer
generalidades para todos ellos. Dependiendo de las características de la planta,
cada aceite actúa en distintos sistemas del organismo.
La
fitoquímica y los principios activos
Los principios activos enlistados aquí
son solo algunos ejemplos; existe un gran número de ellos que hasta la fecha
siguen estudiándose para determinar sus efectos. Puesto que son de gran
importancia, existe una disciplina encargada de estudiarlos: la fitoquímica,
que se enfoca en los compuestos presentes en las especies y sus propiedades
terapéuticas.
Finalmente, aunque pareciera que lo
más importante es el principio activo de una planta, no debemos olvidar la
trascendencia de muchos otros componentes que potencian y regulan la
actividad de los principios activos, y que en muchos casos reducen sus
riesgos.
Lo verdaderamente cierto es que la
naturaleza es bastante sabia. Todos sus elementos realizan una función
particular y actúan en coordinación. Por decir algo, los flavonoides ayudan a
que el organismo absorba la vitamina C, por lo que es común que en múltiples
alimentos o plantas coexista esta vitamina junto con flavonoides. La
naturaleza, entonces, es una fuente de plantas medicinales, que de una manera u
otra inciden en nuestra salud, ya sea por su uso en el diario vivir o por el
consumo de fármacos, los cuales en su gran mayoría derivan de estructuras
químicas aisladas de dichas plantas.
Se vuelve imprescindible que la
sociedad tome conciencia de la importancia de proteger los recursos naturales,
además de exigir a los gobiernos y organizaciones ambientalistas su protección
férrea. De la misma manera, se debe impulsar que las instituciones académicas
realicen investigaciones serias para indagar en el conocimiento de las plantas
medicinales, porque solo conociendo nuestra flora la podemos proteger.
Zendy Evelyn Olivo-Vidal (ozendy@mail.ecosur.mx) es técnica académica del Departamento de
Salud, ECOSUR Villahermosa. Marvin J. Núñez (marvin.nunez@ues.edu.sv) es
investigador del Laboratorio de Investigación en Productos Naturales de la
Universidad de El Salvador.
Ecofronteras, 2020, vol. 24, núm. 68, pp.
6-9, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital).
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