Anfibios y reptiles,
príncipes encantados del bosque. Conversación con Luis Antonio Muñoz Alonso
Elena Anajanci Burguete Zúñiga
Los anfibios y reptiles están entre
los grupos de animales que suelen ser temidos porque se les considera
venenosos, dejando de lado su importancia ecológica y otros aportes. De estas
cuestiones ligadas a la herpetología trata el presente texto, el cual surge de
algunas entrevistas radiofónicas con Luis Antonio Muñoz, quien se ha dedicado
al tema desde hace aproximadamente 30 años; actualmente es curador de la
Colección Herpetológica de la Unidad San Cristóbal de El Colegio de la Frontera
Sur (ECOSUR) y miembro del grupo de especialistas de anfibios de la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en
inglés).
Agua y tierra
La palabra anfibio viene del griego Amphibia, amphí ('ambos') y bíos ('vida'), que significa “ambas vidas” o “en ambos medios”, debido a que son animales que pasan una
parte de su existencia en agua y otra en la tierra. Se caracterizan por tener
piel lisa, no poseen escamas ni uñas y sufren un proceso llamado metamorfosis.
Regularmente ponen huevos en el agua, donde se desarrolla un pequeño renacuajo que
vive ahí una temporada y después se trasforma en un animal muy similar al
adulto. Juegan un papel muy importante en las redes tróficas; una sola rana
come alrededor de tres kilogramos de insectos al año, por lo que ayudan a
controlarlos.
Los
anfibios se clasifican en tres grupos: ranas y sapos, salamandras, y cecilias.
Estas últimas se alimentan de lombrices de tierra (y se parecen a ellas); no
tienen extremidades y viven enterradas, salen de vez en cuando, especialmente
cuando llueve y se inundan los lugares que habitan. En Sudamérica existen
cecilias que miden hasta un metro de largo. Hay que mencionar que los anfibios
son quizá los animales vertebrados menos estudiados, por lo que desconocemos
mucho sobre su ecología, conservación, hábitos alimenticios y reproductivos. En
el mundo existen alrededor de 8 mil especies y México cuenta con más de 370.
¿Anfibios venenosos?
En nuestro país no existen anfibios venenosos, sin
embargo, hay sapos o ranas que secretan una sustancia lechosa que proviene de
unas glándulas a los lados de la cabeza e irrita las mucosas bucales de los
depredadores. Si los humanos agarramos alguno de ellos y nos tocamos la boca o
los ojos, sentiremos ardor, pero nada más. En
Centro y Sudamérica sí existen ranas extremadamente peligrosas, del grupo de
los dendrobátidos. Su veneno ha evolucionado para defenderse de
sus depredadores y por eso ostentan colores muy vivos: negro con rojo, rojo
brillante, negro con amarillo, amarillo con rojo, rojo con azul turquesa.
Enfermedades y cambio
climático
Se
estima que una de cada dos especies de anfibios está en peligro o amenazada, lo
que significa que la mitad de las especies del mundo y de México están
decreciendo drásticamente. Las amenazas provienen de la destrucción,
fragmentación y contaminación de su hábitat, sobre todo a causa de actividades
humanas, aunque existen otros dos factores: las enfermedades y el cambio
climático. La quitridiomicosis es la principal enfermedad y la causa un hongo,
se ha presentado en los últimos 30 años, provocando una grave disminución de
las poblaciones, tanto en diversidad como en cantidad de individuos. El hongo
tiene su origen en Asia y se dispersó debido al tráfico y exportación de
anfibios.
Otro
factor de impacto es la variación y modificación de los patrones de lluvia
derivados del cambio climático, pues estos seres dependen del agua o de un
ambiente húmedo para sobrevivir. En México, entre junio y noviembre —temporada
de lluvias y de reproducción de ranas— actualmente hay pocas precipitaciones o
llueve durante otros meses, lo que provoca un desfase en el ciclo biológico de
los anfibios; las charcas se secan y para las larvas es difícil sobrevivir.
Otro ejemplo son las ranas arborícolas que necesitan lluvias muy abundantes y
usan los pequeños cuerpos de agua que se forman en el dosel (la parte superior
de los árboles), ya sea en las bromelias o en los huecos de los troncos; sin
agua suficiente, padecen estrés ecológico
y su población disminuye.
Los reptiles
Los
reptiles son el otro grupo de vertebrados que estudia la herpetología. En
general tienen la piel llena de escamas y ponen huevos con cáscara semidura.
Varios presentan peculiaridades específicas: los cocodrilos, que son muy
antiguos y tienen un paladar secundario parecido al de los mamíferos; las
tortugas con su característico caparazón; las lagartijas, en su mayoría
pequeñas, con cola y cuatro patas, y las serpientes, que no poseen
extremidades.
En
el mundo existen cerca de 11 mil especies de reptiles, y en México se han
descrito cerca de 850, distribuidas en ecosistemas acuáticos, marinos,
terrestres, arborícolas o que viven debajo de la tierra. Su alimentación es
variada, los cocodrilos, por ejemplo, son totalmente carnívoros, mientras que las
tortugas marinas son herbívoras, hay tortugas dulceacuícolas carnívoras y otras
que se alimentan de plantas, algas o frutos. Las serpientes normalmente
consumen carne y en cuanto a las lagartijas, las hay insectívoras o frugívoras.
Gran parte de los reptiles son endémicos, de modo que el 57%, unas 490 de las especies
que se encuentran en nuestro país, solo habitan en él y en ningún otro lugar
del mundo.
Aunque
no son tantos, hay grupos de reptiles migratorios. Es muy conocido el hecho de
que casi todas las tortugas marinas regresan a la playa donde nacieron para, a
su vez, ovopositar en el mismo sitio. Por su parte, varias tortugas
dulceacuícolas realizan migraciones locales: al llegar las lluvias se trasladan
a los ríos, a lugares que se inundan o donde se forman las charcas.
Miedo al veneno y sobreexplotación
Cada
grupo es importante por razones particulares, pero de manera general podemos
señalar lo más evidente: los reptiles juegan un papel vital en las redes
alimenticias; casi todos los vertebrados carnívoros se alimentan de ellos, y si
llegaran a desaparecer, múltiples redes tróficas colapsarían. También ayudan a
controlar plagas de insectos y roedores: una serpiente se alimenta de cuatro
ratones al mes, lo que equivale a unos 40 ratones al año o más. Un asunto importante
es que en el campo de la medicina se ha descubierto que el veneno de las
serpientes contiene una proteína que podría detener la metástasis del cáncer.
Igual
que ocurre con la biodiversidad en general, los reptiles enfrentan las amenazas
ligadas a la pérdida, fragmentación, contaminación y destrucción de su hábitat,
a lo que se suma el aspecto cultural: muchas personas matan a las serpientes y
a las lagartijas porque piensan que son venenosas, cuando solo el 10% de los
reptiles poseen esa característica. Las tortugas son las más vulnerables a los
riesgos; casi todas están en peligro de extinción, amenazadas o bajo alguna
categoría de protección especial dentro de la Norma Oficial Mexicana; además de
las afectaciones generales a los ecosistemas, sufren la sobreexplotación de sus
huevos para el consumo o la caza exhaustiva.
¿Cómo identificar si un
reptil venenoso?
En
Chiapas solo existe una lagartija venenosa: el monstruo de Gila o monstruo
chaquirado. Vive en las partes secas del estado; es grande y lento, y en su
piel hay pequeñas escamas modificadas en forma de bolitas (parecen chaquira, de
ahí el sobrenombre). Un grupo de reptiles venenosos en la entidad son las
serpientes de la familia Viperidae, es decir, las víboras, entre las que se
encuentran las nauyacas y cascabeles. En términos generales las podemos
identificar por su aspecto; su cabeza es grande en comparación con el cuerpo y
es de forma triangular, la parte de atrás es mucho más amplia que la delantera.
A las nauyacas las llaman cuatro narices porque entre el ojo y la nariz tienen
un orificio termorreceptor que solo poseen las serpientes venenosas y les sirve
para detectar el calor de sus presas. Otro aspecto característico es que el
cuerpo de las serpientes venenosas es mucho más ancho que el de las culebras,
las cuales son más delgadas y frágiles. Las coralillos (Elapidae)
también son venenosas y en su mayoría se identifican por sus anillos rojo,
amarillo y negro.
Las tortugas
En
México existen alrededor de 48 especies de tortugas, entre las dulceacuícolas y
las marinas. Una de las más importantes en el sureste mexicano es la tortuga
blanca (Dermatemys mawii). Es la más
grande de Mesoamérica; pesa entre 14 y 20 kilos y su puro caparazón mide de 60 a
70 centímetros de largo. La gente las captura para alimento y en realidad no
hay problema en este autoconsumo, sino cuando se les caza para comercializarlas
en grandes proporciones y sin ningún control. Hace 30 o 40 años existían miles
de estas tortugas y actualmente podrían desaparecer si no hacemos algo por
ellas.
Por
cierto, las tortugas y los cocodrilos son ingenieros del ecosistema, pues con
su actividad favorecen ciertos aspectos en la conservación de los cuerpos de
agua, sobre todo de lagunas, pequeñas charcas y pantanos; sus movimientos al
entrar y salir del agua y remover la tierra del fondo ayudan a mantener la
profundidad de las lagunas y airear el suelo. Además,
se comen los frutos que caen en esos hábitats, y como no digieren las semillas,
entonces las dispersan en su excremento cuando se desplazan y cuando salen a
tierra.
Un par de ejemplos de
riesgos para los reptiles
El
clima afecta el metabolismo de la mayoría de los reptiles. Son animales
exotérmicos que dependen de los climas cálidos para desarrollar sus procesos
fisiológicos; por eso vemos a las lagartijas y tortugas asoleándose. Por
consiguiente, el cambio climático les causa afectaciones directas; sobre todo altera
la proporción de sexos en varias especies: si la temperatura es mayor a 30 °C la
cría en el huevo que se está incubando será hembra; si es menor, será macho. En
términos generales, la proporción de sexos debe ser de uno a uno, o bien, más
hembras que machos. Pero al modificase la temperatura ambiental podrían ocasionar
muchos machos y pocas hembras en un año o viceversa, con lo que nacen menos
crías. Esta es una más de las razones para tomar en serio el cambio climático y
actuar en consecuencia.
Otro
ejemplo lo tenemos en las llamadas tortugas japonesas que se venden en
cualquier sitio y las compramos como mascotas. Dado que son crías, su probabilidad
de sucumbir es alta, aunque las tratemos de cuidar. Es casi seguro que morirán por
alguna enfermedad o porque no les proporcionamos el alimento adecuado, o porque
las mantenemos en lugares fríos cuando corresponden a sitios cálidos. Lo
recomendable es no adquirir este tipo de tortugas, recordemos que comprar fauna
silvestre afecta a las poblaciones a corto o mediano plazo.
Extracto de las entrevistas transmitidas en junio y julio de 2019 en Enciclopedia
Radio, en la XERA Radio Uno, 760 AM y 101.5 FM, Sistema Chiapaneco de Radio,
Televisión y Cinematografía. Disponibles en el portal de ECOSUR: “Entrevista a
Antonio Muñoz / Príncipes encantados del bosque”, https://www.ecosur.mx/entrevista-a-antonio-munoz-principes-encantados-del-bosque/ y
“Entrevista a Antonio Muñoz / Tortuga Blanca: patrimonio natural”, https://www.ecosur.mx/entrevista-a-antonio-munoz-tortuga-blanca-patrimonio-natural/
Elena Anajanci Burguete Zúñiga es integrante del
Departamento de Difusión y Comunicación de ECOSUR: (eaburguete@mail.ecosur.mx).
Ecofronteras,
2019, vol. 23, núm. 66, pp. 34-37, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN
2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas);
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