¿Conviene dragar los cuerpos de agua en las áreas protegidas?

 

Carolina Velázquez Pérez

 

 

La deforestación no es solo la ausencia de árboles en un lugar determinado, también se traduce en azolvamiento, es decir, obstrucción de cauces, como ocurre en La Encrucijada, reserva de la biósfera de gran importancia ambiental y reconocimiento internacional. Esta área natural protegida enfrenta la degradación de sus recursos por varias razones, una de las cuales, paradójicamente, debería ser una solución: las obras de dragado.

 

 

Área protegida de importancia internacional

 

La Reserva de la Biósfera La Encrucijada(1) (REBIEN) es una de las regiones de humedales más ricas, diversas y productivas de México. Alberga mangles de hasta 35 metros de altura, considerados los más altos de Norteamérica, y se caracteriza por contener una selva baja inundable de zapotonales, los cuales se ubican al límite de los ecosistemas de manglar. Además, es la única zona donde se protege la mayor cantidad de especies de flora y fauna de los humedales de la costa de Chiapas.

 

Debido a su posición geográfica forma parte del Corredor Biológico Mesoamericano, el cual conecta los ecosistemas de Norteamérica y Sudamérica a través de diversos sitios naturales en el Istmo Centroamericano. Se distingue por su diversidad de ambientes y su riqueza faunística, con especies que se encuentran en alguna categoría de riesgo: halcón peregrino, loro cabeza amarilla, pelícano pardo, gavilán cabeza gris, garzas tigre y rojiza, cotorra cabezona, cucha, iguana verde, caimán, cocodrilo de pantano, tortugas laúd y golfina, jaguar, mono araña y ocelote. También alberga animales y plantas de importancia ecológica, ya sea por ser especies endémicas, raras, en peligro de extinción o amenazadas, como la matraca chupahuevo, el cigüeñón, la espátula rosada y el pato pijiji, o en el caso de la flora, los mangles rojo, negro, blanco y mangle botoncillo.(2)

 

La reserva se asocia a diversos humedales que proporcionan beneficios ambientales y económicos a las poblaciones humanas cercanas. Hablamos de lagunas costeras, sistemas estuarinos, tulares, popales, pantanos, selvas bajas inundables, potreros inundables y manglares, ecosistemas relevantes porque protegen las costas contra tormentas y huracanes, reducen la contaminación de los cuerpos de agua y proporcionan hábitat para organismos marinos y terrestres. Por otra parte, son la fuente principal para la pesca y el ecoturismo, actividades que representan la base de la economía de la zona.

 

Cabe destacar que esta área natural protegida recibe una gran diversidad de aves migratorias cada año, por lo que es considerada, desde hace algunas décadas, sitio RAMSAR, es decir, se ubica entre los sitios de humedales de importancia internacional.

 

Deforestación, huracanes y desbordamientos

 

La Encrucijada actualmente enfrenta una serie de problemáticas que provocan la degradación de sus recursos. Una de ellas es el azolvamiento de las lagunas y estuarios, que está reduciendo cada vez más el hábitat de peces, crustáceos y moluscos, y por lo tanto afecta la actividad pesquera. ¿A qué nos referimos con esto?

 

El azolvamiento, es decir, la obstrucción de los sistemas lagunares, ha sido causado principalmente por la deforestación en la cuenca alta y media. Una cuenca es una zona donde se colecta el agua de lluvia de las montañas y se transporta hacia los lagos, lagunas y hacia el mar a través de los ríos. En la REBIEN este proceso lo realizan 17 ríos de la región hidrológica Costa de Chiapas, los cuales arrastran grandes volúmenes de sedimentos que sobrepasan la carga normal de las corrientes. Al remover demasiados árboles, el suelo queda desprotegido contra las lluvias y es acarreado con mayor facilidad hacia los ríos, estuarios y lagunas en la planicie costera (erosión hídrica).

 

Los huracanes Mitch y Stan, en 1998 y 2005, intensificaron el transporte de sedimentos. Después del primero de estos fenómenos meteorológicos, la Comisión Nacional del Agua y el Gobierno del Estado de Chiapas realizaron obras de canalización de ríos y dragados en el sistema lagunar Chantuto-Panzacola, conformado por cinco lagunas. En otras palabras, se trabajó en la rectificación de los cauces y el revestimiento de piedras al margen de los afluentes para evitar que se desbordaran en los años siguientes; también se extrajo sedimento en las lagunas.

 

En gran parte, la erosión hídrica se deriva de las actividades agrícolas en la cuenca alta y media, y entonces se afecta el flujo de los ríos en la cuenca baja. Otro problema proviene de cultivos introducidos, como la palma africana, que ha proliferado por su uso en la industria alimentaria, cosmética y como biocombustible, pero desencadena situaciones indeseadas: deteriora los suelos, compite por espacio con las especies nativas, necesita grandes cantidades de agua y se le siembra cada vez en mayores extensiones de terreno.

 

Solución con impactos negativos

 

En condiciones tan complejas, el dragado pareciera ser una solución adecuada, pues sacar de las lagunas toda la tierra y elementos que las van tapando ayuda a recuperar su profundidad y a que la vida ahí vuelva a la normalidad. En la REBIEN es una actividad que no se ha detenido y el gobierno estatal la promueve para reactivar la pesca. Sin embargo, al realizar estas obras, el sedimento extraído se deposita sobre los pantanos de agua dulce y sobre las áreas de mangle aledañas, lo que ha originado la pérdida de más de 50 hectáreas de manglar alrededor de cada laguna y la muerte de numerosos animales.

 

Otro efecto negativo ha sido la modificación de la textura del sedimento. La hidrobióloga Georgina Calva encontró que la tormenta tropical “Javier”, ocurrida en septiembre de 1998, generó un incremento en la proporción de arenas y la disminución del carbono orgánico en casi todo el sistema lagunar; esta modificación continúa, sobre todo en las áreas donde se han realizado dragados desde 2001.

 

Resulta preocupante que la zona núcleo de la reserva se siga afectando. Las obras desarrolladas en 2006 en las lagunas Panzacola, Cerritos, Teculapa y Chantuto, causaron la pérdida de importantes áreas de manglar y con ello la reducción del hábitat de diversos peces, crustáceos, moluscos y aves. Además, al deforestar los manglares aumenta la vulnerabilidad a incendios, ya que al dejar desnuda una porción del bosque y con las altas temperaturas de la zona costera, el material vegetal muerto acumulado puede arder con facilidad.

 

Actores sociales

 

Ante este panorama, es urgente buscar otras zonas estratégicas para depositar el sedimento. Una opción podría ser el mar; el impacto sería menor por su enorme extensión. Es cierto que acciones semejantes incrementan los costos de los dragados, pero son necesarias si queremos reducir el daño de los recursos naturales. Las instituciones que financian las obras no lo comprenden así, por lo que es necesario trabajar mucho en ello.

 

Desde luego, conviene cuestionarnos si tales labores son indispensables, qué tanto afectan al ecosistema y si son las soluciones más viables. En la percepción de la comunidad de pescadores sí convienen, idea apoyada —o introducida— por instancias gubernamentales. Durante una práctica de campo platiqué con Antonio, uno de los pescadores de la localidad La Palma, del municipio de Acapetahua; en uno de los traslados de su casa a las tarquinas —lugar de depositación de sedimentos— me comentó: “Ya no hay pescado porque la laguna está sedimentada, necesitan hacer otro dragado para que vuelva a ser profunda y que haya más peces”.

 

Así como él, muchos otros consideran que desazolvar la laguna mediante dragados es la mejor opción para recobrar la población de organismos acuáticos y aumentar la actividad pesquera. Quizá no perciben los efectos negativos en el ecosistema, tanto en la laguna como en el manglar. Hace falta información respecto a que los dragados son soluciones a corto plazo, y cuando se realizan de manera inadecuada empeoran la situación. Aunque se logra desazolvar la laguna en un breve periodo, esto no dura mucho y el sedimento vuelve.  

 

¿Hay alternativas?

 

El problema debe atenderse de raíz mediante el manejo integral de la cuenca, es decir, reforestar la parte alta y media de la misma, reforzar los cultivos anuales con otros de especies leñosas, evitar la rectificación de los ríos, seleccionar áreas estratégicas para el establecimiento de cultivos de riego, evitar la extensión de palma africana en las áreas cercanas a los humedales costeros o si es posible, cambiar a cultivos tradicionales, como mango, chicozapote, caña de azúcar, sandía, y en las áreas inundables se podría plantar zapotón, anona de corcho y palma real.

 

Es indispensable la participación y el compromiso de varios actores: comunidades de toda la cuenca, autoridades municipales y estatales, instituciones públicas ambientales, academia y ¿por qué no?, organizaciones de la sociedad civil. Habrá que iniciar brindando información de la problemática para concientizar a la población que habita cuenca arriba y también al sector agrícola. Se plantearían claramente las acciones a realizar, además de incluir la evaluación y el seguimiento hasta que los actores involucrados se apropien de ellas, ya que en la balanza del impacto ecológico, los dragados no son la mejor solución.

 

Este texto fue elaborado durante la materia de Sistemas Socioecológicos Costeros, que es parte de la Maestría en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR).

 

Carolina Velázquez Pérez es egresada del posgrado de ECOSUR, Unidad Tapachula (carolinavepe4@gmail.com).

 

(1) Los decretos en torno a reservas de la biósfera incluyen esta palabra sin tilde (biosfera); no obstante, dado que en Ecofronteras la acentuamos normalmente por convenir en términos de divulgación, también lo hacemos en el nombre oficial para unificar el término.

 

(2) Ver “Manglares, entre el mar y la tierra prometida” en Ecofronteras 63, http://revistas.ecosur.mx/ecofronteras/index.php/eco/search/search

 

 

Ecofronteras, 2019, vol. 23, núm. 66, pp. 26-29, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx