Las
enzimas y la vida
David Herrera López y María de los Angeles
Calixto Romo
Las enzimas son
moléculas sustantivas en nuestra vida y casi nadie lo sabe. Sin ellas sería
imposible digerir, respirar y movernos, o consumir alimentos como leche y queso;
además tienen aplicaciones medicinales y para reducir efectos contaminantes. Como
punto medular, son la base de la actividad celular, lo
que las hace indispensables, ya que todos los seres vivos están formados por
células. ¿Las conoces?
Funcionamiento
celular
Ya sea por broma o por genuina sorpresa, al
explicar que trabajamos con enzimas ha habido quien agrega: “¿encima de qué o
de quién?”. Más allá de anécdotas curiosas sobre el nombre, las enzimas no solo
son uno de los ejes de nuestra labor de investigación, sino que resultan imprescindibles
para la vida en su conjunto. Para entender qué son, conviene explicar dónde se
encuentran.
Como sabemos, una célula es la unidad
fundamental de los seres vivos y se puede definir como una estructura que
contiene los elementos necesarios para respirar, alimentarse y reproducirse.
Las enzimas son moléculas que funcionan como herramientas de las células para
acelerar las reacciones químicas que ocurren dentro y fuera de ellas; son
catalizadoras de procesos.
Con el siguiente ejemplo entenderemos mejor
su función. Cuando comemos es preciso que las moléculas que forman el alimento
se rompan. Supongamos que consumimos un taco de carne asada. Aunque lo cortemos
con los dientes, nos hace falta la ayuda de las enzimas que hay en la saliva,
las cuales fragmentan el almidón contenido en la tortilla y producen moléculas
más fácilmente asimilables por el cuerpo. Luego, al llegar al estómago, la comida
se expone a otras enzimas llamadas proteasas, cuya función es romper las
proteínas en compuestos que también son más sencillos de ser aprovechados por
el organismo. En pocas palabras, sin enzimas, no podríamos digerir la comida
(ni vivir).
Si consideramos que absolutamente todos los
organismos están formados por células —sin importar que sean seres unicelulares
y microscópicos, como las bacterias, o enormes y complejos como los grandes
mamíferos—, la vida tal cual la conocemos en la Tierra no existiría sin las
enzimas; son totalmente indispensables para la actividad celular. Gracias a ellas,
las personas podemos absorber nutrientes, respirar, movernos y producir
energía, entre muchas otras acciones.
Uso
cotidiano en el hogar
Estas moléculas tienen una importante
presencia en nuestra vida y casi nadie lo sabe. Por ejemplo, algunos
detergentes contienen enzimas que ayudan a degradar contaminantes que se
encuentran en las telas, como grasa, proteínas o carbohidratos provenientes de
los alimentos que consumimos o de las células muertas que se desprenden de
nuestro cuerpo. El efecto limpiador de los detergentes se ve favorecido por la
acción conjunta de las enzimas y otros componentes, que atrapan y eliminan las
manchas de la ropa.
La diferencia entre los detergentes con
enzimas y los comunes es que los primeros ayudan a disminuir la contaminación
ambiental, mientras que la composición de los otros se basa en moléculas
sintéticas de difícil degradación, que además liberan fósforo en las aguas
residuales generadas en el lavado, y esto puede provocar daños al ambiente y a
la salud.
En 1913 apareció por primera vez un
detergente en polvo (patentado en Alemania por Otto Rhöm)
que contenía una enzima llamada tripsina, la cual se obtuvo del páncreas de un
cerdo. Si bien era una novedad, tenía la desventaja de solo ser eficiente en
manchas causadas por proteínas; la gran limitante es que los residuos de las
prendas no solo incluyen proteínas, sino carbohidratos, lípidos, almidón, sales
y otros elementos. El desarrollo tecnológico de los últimos años ha sido
notable y hoy en día los detergentes con enzimas contienen a dichas moléculas
encapsuladas, lo que evita que causen irritación en la piel, mucosas o en los
ojos.
Dado que no generan espuma, no son del gusto
de muchos consumidores, pero su uso es efectivo.
Otra muestra sencilla de la utilidad común de
estas moléculas la tenemos en la cocina. Si queremos ablandar carne, funciona
mantener los trozos pegados a una rebanada de piña durante unos 10 minutos o
usar una semilla de papaya; pero si no contamos con esos elementos, podemos
aplicar un ablandador especial, compuesto por una mezcla de enzimas capaces de
romper las proteínas de la carne que estemos preparando, para mejorar su
textura.
Producción
de enzimas
Las enzimas se obtienen básicamente por
cultivo de los organismos que las producen, ya sean bacterias, arqueas,
levaduras, hongos, plantas o insectos, los cuales comúnmente las generan para
su metabolismo; sin embargo, debido a sus propiedades, se han cultivado para aprovecharlas
de otra forma. El cuadro 1 nos muestra de manera muy sencilla de dónde se
obtienen varias de ellas, de uso cotidiano.
Enzima |
Aplicaciones |
Organismos que las producen de forma natural |
Organismo productor para fines comerciales |
Proteasas |
Suplementos alimenticios, fármacos |
Bacterias, hongos, levaduras, plantas, animales, algas |
Plantas |
Lipasas |
Detergentes, fármacos |
Hongos, levaduras, bacterias, animales superiores |
Animales |
Celulasas |
Clarificación de jugos, industria textil, industria de la celulosa y el papel, biocombustibles |
Hongos, levaduras, bacterias |
Hongos, levaduras |
Oxidorreductasas |
Degradación de contaminantes |
Hongos, levaduras, bacterias |
Macromicetos |
Amilasas |
Biocombustibles, detergentes |
Hongos, bacterias, animales superiores, plantas |
Hongos, levaduras, bacterias |
Cuadro 1. Organismos productores de enzimas y aplicación
Enzimas
vs. contaminación
Una de las industrias que más contamina el
agua es la de la celulosa y el papel (procesamiento de la madera a fin de
obtener pulpa o pasta para producir papel). La madera contiene gran cantidad de
una sustancia llamada lignina, misma que de no ser removida, provoca que la
pulpa y el papel presenten un color oscuro. Se necesita una fase de blanqueado
con manejo indiscriminado de ácido sulfúrico o cloro. Al final, si las aguas
residuales no son tratadas de manera adecuada, deterioran los cuerpos de agua,
total o parcialmente, incluyendo los ecosistemas que dependen de las lagunas,
ríos o mares. Además, se ejecuta un procedimiento térmico de explosión por
vapor para remover la lignina, y como consecuencia, se debe utilizar más
energía (recordemos que si la energía procede de la quema de hidrocarburos,
resulta un factor muy contaminante).
Por fortuna, existen enzimas que nos ayudan a
blanquear —lacasas y xilanasas—
y generalmente provienen de hongos. Degradan la lignina y trabajan en rangos de
temperatura ambiente, lo que disminuye la energía requerida y no representan un
riesgo para el medio.
Por otra parte, a quienes gusten de usar artículos
de piel, les conviene saber que para que esta se suavice y sea agradable al
tacto en zapatos, bolsas o cinturones, se precisa de un tratamiento que implica
ácidos generadores de aguas residuales dañinas. Otra opción para lograr el
mismo efecto son las enzimas (proteasas) que fraccionan algunas proteínas de la
piel, haciéndola más flexible y suave.
Los procedimientos con enzimas ofrecen
ventajas importantes: los productos suelen elaborarse en menor tiempo y resultan
más económicos; sobre todo, se evitan compuestos contaminantes, así como el
calentamiento de sustancias, lo que contribuye al ahorro de energía.
Alimentación
y medicina
La industria de los alimentos es, obviamente,
una de las más importantes para la vida humana, y las enzimas han desempeñado
un papel milenario. La historia nos remonta a más de 5 mil años antes de
Cristo, cuando eran aprovechadas para elaborar varios de los productos más
consumidos: vino, cerveza, pan y queso.
De manera general, muchos alimentos se
procesan con estas moléculas, como los jugos que inicialmente son de color
oscuro y terminan aclarándose. Algo parecido les ocurre a las harinas que se
dejan en reposo con enzimas para producir el pan y las bebidas alcohólicas que
requieren clarificación. La leche se cuaja mediante enzimas y con ellas
obtenemos queso. También se encuentran en otros productos que utilizamos con
frecuencia, como ropa y combustibles.
Es muy importante destacar la situación de
personas que por problemas digestivos no pueden metabolizar grasas, azúcares y
otros compuestos alimenticios, de modo que se les receta el consumo de enzimas
capaces de transformar el compuesto que no pueden digerir. Se hace lo mismo
para ayudar con su digestión a gente recién operada. De igual modo, algunas de
estas moléculas se han dispuesto como antibióticos, debido a que pueden
degradar la pared celular de las bacterias.
Tal cual se mencionó anteriormente, las
enzimas son herramientas requeridas por todas las células y son indispensables
para la vida. Debido a su versatilidad, están presentes en múltiples artículos
de la vida diaria y han sido usadas en diversos sectores productivos,
destacando que su aplicación (junto con otras estrategias) puede reducir el abuso
de sustancias químicas contaminantes: cloro, cromo hexavalente, ácidos
inorgánicos, sales y solventes, entre otros, lo que ayuda a reducir tanto el
impacto ambiental ocasionado a los suelos, agua y aire, como el daño a la
flora, fauna y la salud humana.
David
Herrera López (dherrera@ecosur.mx) y María de los Angeles Calixto Romo
(mcalixto@ecosur.mx) son técnico académico e investigadora del Departamento de
Ciencias de la Sustentabilidad en ECOSUR Tapachula.
Ecofronteras, 2019, vol. 23, núm. 67, pp. 6-8, ISSN
2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC
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