Habitar con dignidad la pr‡ctica docente. Conversaci—n con Charles S. Keck

Laura L—pez Argoytia

 

En un pa’s con severos problemas educativos que arrastran consecuencias inconmensurables, donde la profesi—n magisterial enfrenta un severo —y tal vez injusto— descrŽdito, muchas veces experimentando formas vac’as de convivencia que hacen de las aulas espacios muertos, hablar de vocaci—n docente parece ingenuo, aunque se antoja necesario. En esta entrevista, Charles S. Keck nos comparte c—mo un modelo de formaci—n docente, con un enfoque socioemocional y Žtico, logra la trasformaci—n efectiva de las personas profesionales de la educaci—n, quienes adquirieren una nueva presencia, con distintos y vitales compromisos.

 

Charles Keck es doctor en educaci—n y tŽcnico acadŽmico del Departamento de Sociedad y Cultura en El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), en la Unidad San Crist—bal de Las Casas. Fue uno de los cinco ganadores del concurso de ensayos ÒEducaci—n cr’tica y emancipaci—nÓ, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y la editorial Octaedro de Barcelona en 2018, con el tema ÒLa formaci—n vocacional como v’a emancipatoria: algunas experiencias incipientes y su relevancia para IberoamŽricaÓ.

 

ÀPor quŽ te interesaste en el trabajo con docentes?

 

Desde hace m‡s de 25 a–os he ido adquiriendo aprendizajes e interŽs en el tema educativo, ligado indiscutiblemente a la cuesti—n magisterial. Mi primer contacto con el ‡mbito escolar en Chiapas fue en 1992, cuando trabajŽ algunos temas de educaci—n ambiental en primarias. M‡s adelante coordinŽ La Casa de la Ciencia, que estaba vinculada a ECOSUR; su Žnfasis inicial era la difusi—n de la ciencia entre estudiantes, y pronto se reconoci— que hab’a que involucrar al profesorado en procesos de aprendizaje. En aquel momento realmente me sorprend’a la situaci—n de las escuelas, y en todos estos a–os he seguido constatando que aunque el tema pedag—gico es importante, solo se podr‡ atender si mejoran los problemas de clima laboral. Por m‡s pretensiones que tengamos para compartir pedagog’as o did‡cticas œtiles e interesantes, siempre ser‡ como sembrar en tierra ‡rida si no resuelven cuestiones organizacionales, las cuales responden a situaciones sistŽmicas de orden cultural, econ—mico y pol’tico. En general, los docentes del Sistema Educativo Nacional, al menos en Chiapas, se enfrentan a carencias de todo tipo, que a fin de cuentas son expresiones de MŽxico.

 

ÀEn quŽ sentido son expresiones de MŽxico?

 

En principio, me refiero al conformismo, que normalmente tiene que ver con una preocupaci—n por la sobrevivencia en lugar de un impulso por la superaci—n.

 

Muchas personas se dedican al magisterio porque es la v’a de subsistencia que les parece m‡s cercana, pero si bien tienen un salario seguro y prestaciones, las vivencias cotidianas son duras. Es comœn que durante a–os deban viajar varias horas para llegar a su plantel asignado y quedarse ah’ toda la semana o hasta una quincena, sin ver a sus familias, habitando la mayor parte del tiempo en comunidades que no son las suyas. Su ‡mbito laboral, las escuelas, en numerosas ocasiones son deprimentes: vidrios rotos, puertas que no cierran, equipos que no funcionan. Adem‡s, su medio est‡ permeado por una cultura de miedo y desconfianza. La situaci—n general no es —ptima y aun as’ se conforman.

 

En esta modalidad de sobrevivencia, la superaci—n se presenta como la posibilidad de alcanzar una direcci—n o un puesto de supervisi—n, pero no como un impulso a nivel Žtico, ’ntimo; no hay un detonador que les anime a crecer y completarse como personas, y dif’cilmente podemos hablar de vocaci—n. La escuela es, entonces, un mero espacio administrativo y normativo, un terreno muertoÉ Sin embargo, tendr’a que ser un espacio vital y transformativo donde uno ÒvuelaÓ y puede asombrarse ante el encuentro con el otro y en la bœsqueda de algo nuevo.  

 

En este contexto, el proyecto ÒSer docente, ser personaÓ no intenta mejorar la ense–anza en tŽrminos tŽcnico-pedag—gicos, sino abrir la posibilidad de que la docencia cobre aliento en una dimensi—n de la convivencia y de la vocaci—n. Quienes est‡n al frente de grupos necesitan revitalizarse para poder revitalizar el encuentro pedag—gico. Necesitan atenderse a s’ mismos y plantearse preguntas ligadas a los grandes cuestionamientos de la existencia: ÀQuŽ hacemos aqu’? ÀVivimos para sobrevivir o para florecer? La intenci—n es revisar c—mo cada quien carga su historia y se posiciona en la vida, pues con tanto peso Àc—mo levantar a otros, c—mo volar?  

 

ÀEn quŽ consiste este proyecto?

 

ÒSer docente, ser personaÓ es un proyecto del centro Innovaci—n Educativa (INED), en el que se imparten cursos a maestros en Chiapas, en grupos de 30 o 35 personas aproximadamente. Se trata de un proceso formativo que ofrece un espacio para poder cultivar la propia historia, destacando aspectos socioemocionales y Žticos. Se busca sanar la desconfianza que es muy comœn en el medio; en las escuelas chiapanecas nadie conf’a en nadie y no hay quien quiera tomar riesgos, nadie se expone. Una meta es transitar desde esa desconfianza hacia la m’nima convicci—n de que s’ es posible construir una experiencia del otro como apoyo o aliado, y no como amenaza. Uno de los ejes metodol—gicos es la ÒŽtica del cuidado de s’Ó, la cual, siguiendo a Foucault, no se trata de mimarse, sino de cultivarse intencionalmente. Se propicia el autoconocimiento, lo cual implica revisar la propia situaci—n interna y necesariamente se pasa por el dolor, tanto a causa de los sucesos que cada quien enfrenta como el dolor existencial implicado en la esencia de la vida.

El cuidado de s’ mantiene una visi—n integrativa de mente, coraz—n y cuerpo; se trabaja con la expresi—n y la vivencia creativa, ligadas al aspecto cognitivo. Yo dir’a que tambiŽn se abraza lo dionisiaco, la intensidad; es una invitaci—n a fluir y tiene que ver con el tema de confiar, de darse permiso para expresarse frente a otras personas. Por ejemplo, si tienes ganas de llorar, ÀquŽ pasa si no tratas de frenar el llanto y te permites soltar todo el dolor? Es como una catarsis: ir al fondo y salir m‡s limpiamente, m‡s sano.

 

El proyecto abarca a muy pocos docentesÉ

 

S’, solo es una gota en un ocŽano, pero a la vez trata de posicionarse como una buena pr‡ctica de formaci—n socioemocional. Con los limitados recursos disponibles, no hay forma de solucionar el gran problema del sistema educativo en MŽxico, pero s’ podemos contribuir al debate en torno a posibles rutas de transformaci—n en las escuelas. Por eso es muy importante el trabajo de investigaci—n y sistematizaci—n, que es mi mayor aporte; hay que documentar, sistematizar, difundir y convencer. El proyecto tiene que mostrar con claridad sus resultados y as’, desde evidencias contundentes, propiciar una incidencia en el di‡logo educativo. La mayor dificultad es lo costoso de este tipo de trabajo, aunque realmente se gasta m‡s en la formaci—n docente tradicional que no muestra el mismo impacto. En cambio, con la Žtica del cuidado de s’, las personas efectivamente se transforman y adquieren un nuevo compromiso, de modo que hay raz—n para tener esperanza. No es una formaci—n te—rica sino vital; no se aprende por haber estudiado sino por haber experimentado, y eso enriquece la docencia de manera sustantiva.

 

Adem‡s, una de las innovaciones m‡s importantes del nuevo modelo educativo es que ubica la educaci—n emocional como eje transversal. El riesgo es querer aplicarla a estudiantes antes de haber trabajado con docentes, mientras que estos œltimos deben vivenciarla primero para adquirir una nueva presencia, sensibilidad, protagonismo, con formas distintas de hablar y escuchar.

 

ÀTodo esto se refleja en tu libro Ser docente, ser persona?

 

Un colega que present— el libro en Ciudad Obreg—n, Sonora, coment— que lo hab’a entendido como un abrazo para las personas docentes. Esa idea de abrazo se liga exactamente al autoconocimiento mediante el que se dejan fluir las emociones hasta rendirse, es decir, abrazar lo que soy, lo que siento y lo que me pasa; reconocer mis limitaciones y a partir de ah’ avanzar. Varios profesores lograron abrirse y contar sus experiencias para ser reproducidas en el libro, compartiendo su condici—n existencial que a veces incluye miedos, rigidez, apat’a, soberbia.

 

Reconocen todos esos rasgos y de alguna manera los trascienden, pues concientizar sus aprendizajes les ayuda a reposicionarse frente a s’ mismos, frente a la vida y la pr‡ctica docente. Los relatos se acompa–an de fotograf’as de retrato y entonces, de pasar inadvertidos en el anonimato del sistema, se vuelven visibles como sujetos, como personas. Existen muchas maneras de analizar las historias y yo me centro en una: el tema de la presencia. Estos hombres y mujeres est‡n adquiriendo una nueva presencia en su profesi—n; quien ten’a rasgos impositivos se ha ablandado; quien era poco protag—nico, ahora lo es m‡s. Van logrando un mayor equilibrio sin estar condenados a permanecer en la misma posici—n, pues por momentos es necesario ser demasiado firme, pero no todo el tiempo, o se vale estar callado y no participar, pero no siempreÉ

 

Es un material pensado para que un docente pueda leerlo y sentirse identificado. Y tambiŽn el acadŽmico, el funcionario o el secretario de educaci—n, de modo que descubran aspectos en los que precisen poner atenci—n. Las voces plasmadas ah’ conmueven; compartir vivencias tan profundas es muestra de una gran honestidad y generosidad. Agradezco mucho a estas personas docentes haber accedido a participar; definitivamente no algo sencillo y sŽ que pueden ser objeto de se–alamientos o ataques. Mostrar su historia, su nombre y su retrato significa encarar lo que cada uno es y habitar con dignidad su propia experiencia.

 

 

Testimonios del libro Ser docente, ser persona

 

Descubr’ que como personas, encasillarnos en un espacio, en un entorno, en una actitud, nos coarta o nos corta las alas para ser m‡s, conocer m‡s, aprender m‡s. Entonces, mi aprendizaje principal fue el de reconocerme como persona social, pero a la vez esta parte individual que es mi interior. Ahora, por ejemplo, noto que en la escuela no solo son importantes los contenidos, sino tambiŽn las interacciones, los sentimientos, el conocer el lado humano del ni–o, no solo desde el discurso.

Consuelo

 

EmpecŽ a ver la educaci—n como un encuentro entre personas, en el que la relaci—n con los ni–os e inculcarles valores son algo muy importante. No es tanto ense–arles una metodolog’a de c—mo comportarse, sino que el ni–o poco a poco vaya teniendo esa mentalidad de igualdad y tolerancia mientras va recibiendo la educaci—n. Es mucho m‡s que ense–arles a leer, a escribir, a hacer cuentas. Es que ellos tengan cimentados los valores para poder comportarse ante la vida.

Miguel çngel

 

Me acerquŽ m‡s a la comunidad, hablŽ con sus autoridades, les propuse cambios para que los ni–os pudieran tener m‡s tempo y espacios en la escuela, y me llam— la atenci—n c—mo me daban mi lugar. Estoy muy cambiada en mi trato con mestizos. Esa barrera de pensar que por ser ind’gena no puedo o no sŽ y ellos por ser mestizos pueden m‡s, se me quit—. Ahora veo mis capacidades y veo que otros tambiŽn las valoran sin importar si son mestizos o ind’genas.

Heriberta

 

Para el futuro, solo espero tener esa mentalidad de vivir lo presente, porque cada d’a estamos haciendo una historia. Quiero valorar cada d’a m‡s la fuerza que he encontrado dentro de m’ y contagi‡rsela a mis alumnos y compa–eros de trabajo, agradeciendo todo lo que tenemos.

Mar’a

 

Laura L—pez Argoytia es coordinadora de Fomento Editorial en ECOSUR (llopez@ecosur.mx).

 

 

 

Ecofronteras, 2019, vol. 23, nœm. 66, pp. 34-37, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx