Ciencia ciudadana en la conservaci—n de rayas ‡guila

Florencia Cerutti-Pereyra, Ximena Arvizu-Torres, Ixchel Garc’a-Carrillo y Kim Bassos-Hull

 

El Òmaestro rayaÓ de Buscando a Nemo pertenece a una carism‡tica especie del Caribe en situaci—n vulnerable: las rayas ‡guila (Aetobatus narinari). Como estrategia para conservarlas, se ha implementado un programa de monitoreo de ejemplares mediante la foto-identificaci—n, con la colaboraci—n de buzos y fot—grafos submarinos en la costa de Quintana Roo, lo cual es parte de un proyecto con un componente fundamental de participaci—n ciudadana. 

 

En tŽrminos de conocimiento, conservaci—n y aprovechamiento sustentable de la biodiversidad, es muy importante el monitoreo de fauna y flora silvestres, es decir, reunir informaci—n y analizarla, por ejemplo, para elaborar inventarios de plantas y animales de un lugar, censos de especies amenazadas, migratorias o ex—ticas, evaluaciones biol—gicas de los h‡bitats, entre otras aplicaciones.

 

En general, los monitoreos ayudan a comprender mejor el comportamiento de las especies y la din‡mica de los ecosistemas, as’ como los cambios derivados de la intervenci—n humana u otras causas. Suelen requerir la colecta o registro de datos a largo plazo, procesos en los que las comunidades pueden involucrarse con resultados favorables. En este art’culo presentamos el caso de un tipo de rayas en el Caribe, en el que la participaci—n de la gente ha sido un elemento clave.

 

Las rayas del Caribe mexicano

 

Las rayas y tiburones forman parte del grupo de los elasmobranquios, animales acu‡ticos que obtienen ox’geno del agua usando branquias; son peces, aunque su esqueleto es de cart’lago y no de hueso. Sus caracter’sticas biol—gicas son muy parecidas a las de un mam’fero grande, como la ballena o el elefante: crecen lento, tardan mucho en madurar sexualmente y reproducirse, el periodo de su gestaci—n es largo y tienen pocas cr’as. Tomemos como ejemplo a las rayas ‡guila (Aetobatus narinari) del Caribe: se estima que tardan unos siete a–os en empezar a reproducirse, su periodo de gestaci—n es de 12 meses y solo tienen de una a cuatro cr’as en cada camada.  

 

El cuerpo de la mayor’a de las rayas es aplanado y las aletas se fusionan con la cabeza formando un rombo (se le llama disco). En el mundo existen aproximadamente 700 especies, y algunas son capturadas en las zonas costeras para el consumo humano, como ocurre en el sur del Golfo de MŽxico con las ya mencionadas rayas ‡guila. La Uni—n Internacional para la Conservaci—n de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglŽs) las considera como especie Òcasi amenazadaÓ, lo que en parte se debe a que su baja fecundidad la pone en riesgo ante las actividades pesqueras. Su fama no las salvaÉ S’, su fama, pues est‡n representadas con el Òmaestro rayaÓ en la pel’cula Buscando a Nemo, aquel que llevaba a los peque–os peces en su lomo durante sus did‡cticos recorridos marinos.

 

Aunque se les ha calificado de t’midas, tambiŽn se asegura que son curiosas cuando hay buzos alrededor, tal vez porque cada vez es m‡s comœn que las personas que practican el nado con esn—rquel y el buceo aut—nomo (sin conexi—n con la superficie), visiten localidades donde se avistan estas rayas, particularmente en el Caribe mexicano. Son muy peculiares y carism‡ticas por su caracter’stico lomo negro con puntos blancos, por su manera de nadar agitando las aletas pectorales como si volaran —en lugar de moverlas ondulatoriamente— y porque es agradable verlas en grupos numerosos, de hasta 30 individuos. Para alimentarse, revuelven la arena con su nariz-pico en busca de crust‡ceos, moluscos, gusanos marinos o peces.

 

Se han reportado grupos en aguas costeras de Florida durante la primavera, el verano y el oto–o, y en el sur del Golfo de MŽxico, el Caribe mexicano y Cuba durante el invierno. Sus patrones migratorios no se han estudiado a detalle, sin embargo, an‡lisis genŽticos recientes sugieren que pueden realizar migraciones largas. Entender la din‡mica de sus poblaciones, migraciones y v’nculos con su h‡bitat, nos permitir‡ implementar estrategias efectivas a su favor, para el manejo de las pesquer’as (explotaci—n pesquera) y el turismo. Sin embargo, aœn quedan muchas preguntas por contestar.

ÁRayas fotogŽnicas!

 

El Proyecto de Investigaci—n y Conservaci—n de la Raya çguila en el Caribe mexicano, que encabeza la asociaci—n civil Blue Core A.C. en colaboraci—n con compa–eros buzos, busca abordar el complejo problema de conservaci—n de la especie por medio de la investigaci—n, la educaci—n, la concientizaci—n de la comunidad en general y la orientaci—n de planes de manejo y pesqueros.

 

El monitoreo de las rayas presenta fuertes desaf’os, como la gran movilidad de los organismos y la necesidad de bucear. Se consider— que la foto-identificaci—n ser’a la principal tŽcnica a utilizar, con la cual se puede reconocer a los individuos por sus marcas naturales; se ha utilizado para dar seguimiento a ballenas por m‡s de 30 a–os y tambiŽn a algunas especies de tiburones y a mantarrayas. Estas œltimas son de mayor tama–o que otras rayas, sin aguij—n venenoso y con distintos h‡bitos alimenticios, pues consumen plancton que filtran de modo semejante a los tiburones ballena.

 

Cada ejemplar de raya ‡guila tiene patrones de color œnicos, como una huella digital que nos permite distinguir a diferentes individuos. Al fotografiar sus manchas blancas a lo largo del tiempo, se genera un banco de im‡genes que abarca varios a–os y localidades. Las fotos se trabajan con un software de identificaci—n y as’ es posible reconocer individuos residentes en cierto sitio, su estacionalidad (Žpoca en la que permanecen ah’), movimientos y uso de h‡bitats.

 

Para el proyecto, se recolectaron fotos capturadas por buzos de diciembre de 2015 a marzo de 2016, as’ como las de colaboradores de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) tomadas en actividades de pesca artesanal en la bah’a de Campeche, para saber si algunas rayas del Caribe estaban siendo capturadas.

 

Para incentivar la colaboraci—n entre la comunidad y los cient’ficos, y motivar a los buzos del ‡rea a sumarse al proyecto con sus fotos, el equipo de Blue Core A.C. distribuy— material informativo y publicitario en las tiendas de buceo, y organiz— talleres y conferencias. Al final se recolectaron im‡genes de rayas ‡guila tomadas por buzos y fot—grafos submarinos a lo largo de la costa de Quintana Roo, desde Cancœn hasta Xcalak. Cada foto fue registrada con fecha, lugar y nombre de quien la tom—, y as’ naci— la primera librer’a de fotograf’as de rayas ‡guila en MŽxico en colaboraci—n con la comunidad. A veces se les pone nombre a los ejemplares identificados, como Paloma o Floey, lo que resalta la cercan’a de las personas participantes con el proyecto.

 

Integraci—n de la comunidad

 

El proceso de involucramiento de la comunidad y recolecci—n de im‡genes se enmarc— en el proyecto de investigaci—n como un Programa de Ciencia Ciudadana y Comunicaci—n. Para ello, se visitaron 35 tiendas de buceo desde Isla Mujeres hasta Tulum, durante octubre y noviembre de 2015, cubriendo 131 kil—metros de costa e islas; se distribuyeron 120 carteles, 1,800 folletos y 500 calcoman’as.

 

Adem‡s, se llevaron a cabo ocho pl‡ticas con la comunidad, dos talleres de entrenamiento a personal de tiendas de buceo, seis talleres infantiles, y se particip— en ocho ferias de medio ambiente. El uso de redes sociales tuvo un gran impacto por el agradecimiento pœblico a los actores participantes, por la publicaci—n de videos profesionales y por el gran alcance de varias publicaciones.

 

Por ejemplo, el video institucional de Blue Core A.C. sobrepas— las 17 mil Òpersonas alcanzadasÓ, tuvo m‡s de 400 Òme gustaÓ y fue compartido m‡s de 100 veces; buenas cifras para publicaciones sobre proyectos de conservaci—n sin grandes y costosas estrategias de mercadotecnia.

 

En respuesta a estas acciones, 45 personas de la comunidad de buzos aportaron sus fotograf’as para la librer’a del proyecto y se recolectaron m‡s de mil im‡genes de 22 sitios en el primer a–o; el 60% se obtuvieron gracias al Programa de Ciencia Ciudadana y Comunicaci—n y otras datan de 2003. Cancœn fue el ‡rea con m‡s registros, seguida de Puerto Morelos y Cozumel. Con la librer’a de fotos se logr— identificar a 281 individuos, la mayor’a de Cancœn (41%) y Puerto Morelos (27%).

 

El 15% de las rayas ‡guila identificadas visitaron el famoso barco hundido de Cancœn repetidas veces entre diciembre y marzo de 2015 y durante varios a–os, lo que demuestra que se trata de su residencia temporal. Este barco, C-58 General Anaya, fue hundido intencionalmente en la dŽcada de 1990, como parte de la estrategia para crear arrecifes artificiales en Quintana Roo. Otros estudios muestran que las rayas son fieles a ciertas ‡reas del Atl‡ntico, como Florida, Estados Unidos, lo que con observaciones en el estado de Campeche y Cuba sugiere que las agrupaciones se mueven estacionalmente entre el suroeste del Golfo de MŽxico, Florida y el Caribe.

 

El esfuerzo no acaba aqu’. Es necesario continuar recolectando fotos por lo menos durante 4 o 5 a–os. Debido a que la raya ‡guila es muy vulnerable a la sobreexplotaci—n y es importante para la econom’a tur’stica del Caribe mexicano y localidades cercanas, como Cuba, es sumamente relevante continuar con la investigaci—n para entender c—mo utiliza las aguas caribe–as y crear un plan de manejo adecuado, tanto para la pesca como para su uso con fines tur’sticos.

 

Hemos comprobado el valor de involucrar a la comunidad en el registro de datos para monitorear recursos naturales, de modo que ser‡ la mejor apuesta para continuar.

 

Florencia Cerutti (florenciacp@gmail.com), Ximena Arvizœ (e4.ximena@gmail.com) e Ixchel Garc’a (e.4.ixchel@gmail.com) son investigadora, coordinadora de educaci—n ambiental y directora, respectivamente, de Blue Core A.C. Kim Bassos-Hull es investigadora del Laboratorio de Tiburones y Rayas del Mote Marine Laboratory, Sarasota Florida, Estados Unidos (kbhull@mote.org).

 

 

Ecofronteras, 2019, vol. 23, nœm. 66, pp. 22-25, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx