Los sistemas
de bajos inundables en la pen’nsula de Yucat‡n
Alejandro Mor—n R’os y Gustavo Enrique Mendoza
Arroyo
La vegetaci—n de la
selva baja inundable se ha adaptado para sobrevivir a varios meses de
inundaci—n y a otros tantos de sequ’a, capacidades importantes ante los efectos
potenciales del cambio clim‡tico. En Campeche y Quintana Roo, la expansi—n
agr’cola pone en riesgo estos ecosistemas, que son el h‡bitat de numerosas
orqu’deas, bromelias y especies arb—reas
emblem‡ticas, como el palo de tinte.
Bosques
inundados
Los Òbajos inundablesÓ constituyen un ambiente particular, t’pico de la
pen’nsula de Yucat‡n (sobre todo en Campeche y Quintana Roo), cuyo nombre se
debe a su localizaci—n en depresiones u hondonadas que acumulan agua de lluvia;
est‡n cubiertos de vegetaci—n y se conocen como ak«al che', tŽrmino que proviene de las palabras mayas pantano o aguada y ‡rbol y que
alude a su condici—n de bosque inundado. El bot‡nico estadounidense Cyrus
Longworth Lundell hizo una descripci—n general de estos sitios en la dŽcada de
1930 y los refiri— con ese nombre; en los ochenta, los investigadores Ingrid C.
Olmsted y Rafael Dur‡n Garc’a les llamaron Òselva baja inundableÓ. Estrictamente
hablando, bajos inundables se refiere solo al ‡rea inundada, mientras que
sistema de bajos inundables incluye el ‡rea aleda–a.
En MŽxico, su distribuci—n abarca una porci—n del sur del estado de
Yucat‡n y la mayor’a se encuentran en Campeche y Quintana Roo, desde el
paralelo 20 ¡N hasta cerca del 18 ¡N, lo que representa una extensi—n
aproximada de un mill—n de hect‡reas. Fuera de los l’mites geopol’ticos del
territorio nacional tambiŽn se encuentran en Guatemala y Belice (figura 1). Son
ecosistemas que ocupan suelos llamados gleysoles en la clasificaci—n de la
Organizaci—n de las Naciones Unidas para la Alimentaci—n y la Agricultura (FAO,
por sus siglas en inglŽs), los cuales se caracterizan por estar temporal o
permanentemente inundados; presentan un color gris‡ceo y carecen de rocas. En
la temporada de lluvias en Calakmul, sobre todo en los a–os con lluvias muy
abundantes, pueden permanecen saturados de agua debido a que tienen mal drenaje
y adquieren una gran plasticidad, mientras que en la temporada seca muestran
hendiduras y agrietamientos.
Adaptaci—n para
el exceso y la carencia de agua
Estudios realizados en las localidades de Balam Ku, NadzcaÕan
y Oxpemul, en el sur de Campeche, en donde existe poca alteraci—n humana
reciente (en la antigŸedad s’ la hubo), nos han permitido entender el
funcionamiento de los bajos inundables. En ellos crece una comunidad arb—rea de
baja altura, de no m‡s de 12
metros, a diferencia de los 20 metros que pueden medir los ‡rboles en la zona
circundante. La vegetaci—n cuenta con adaptaciones para resistir tanto las
condiciones de inundaci—n temporal durante tres a seis meses al a–o, como los
meses de sequ’a.
En general, sus hojas son peque–as (micr—filas), lo que es un rasgo
t’pico de las especies adaptadas a estos sistemas, como el palo de tinte (Haematoxilum campechianum), cuyo valor
cultural y comercial se ha reconocido desde la Žpoca de la Colonia, b‡sicamente
por ser fuente de colorantes. Sobre los ‡rboles abundan las orqu’deas,
bromelias y otras plantas ep’fitas (no tienen ra’z, se sostienen del ‡rbol sin
da–arlo).
Algunos ‡rboles que forman parte de la flora de los bajos inundables
tambiŽn se encuentran en sitios vecinos m‡s elevados y no sujetos a inundaci—n,
como el chechem (Metopium brownei),
el chicozapote (Manilkara zapota) y
el ciricote (Cordia dodecandra). Sin
embargo, la mayor’a solo se desarrollan en los bajos, y se han contabilizado
cerca de 75 especies capaces de tolerar la variaci—n ambiental entre los periodos
de inundaci—n y de sequ’a. Tienen tallos torcidos e inclinados y madera dura;
sus hojas peque–as se caen en la Žpoca seca (deciduas), son muy duras
(cori‡ceas) y a veces tienen modificaciones a manera de espinas, como el naranjillo o k'ooch'
kitam (Hyperbaena winzerlingii).
Los tallos se distinguen por sus di‡metros reducidos, posiblemente como
respuesta a las limitaciones al crecimiento impuestas por la alternancia entre
exceso y falta de agua a la que est‡n sometidos. Un ejemplo es la gran abundancia
del guayabillo (Psidium sartorianum),
‡rbol de tronco muy delgado.
Amenazas y oportunidades
Un aspecto de interŽs ecol—gico en la pen’nsula de Yucat‡n es la
presencia de un gradiente de condiciones ed‡ficas —los suelos y sus
organismos— que influye en la distribuci—n de las especies. El gradiente
va desde los lomer’os con selvas medianas hacia las depresiones con la selva
baja inundable. Es posible reconocer tres ‡reas con condiciones diferentes: las
partes elevadas no inundables con suelos negros y pedregosos, en donde habitan
especies como el ram—n (Brosimum
alicastrum), el guayac‡n (Guaiacum
sanctum), el hueso de tigre o kaÕn
chuunup (Thouinia paucidentata);
las porciones intermedias, con una mezcla de especies de ambos extremos del
gradiente, como el tsÕiitsÕilche (Gymnopodium floribundum y Metopium brownei), y las partes bajas
propias de los suelos grises, entre ellos los gleysoles, en las que se
establecen ‡rboles como el palo de tinte y el chicozapote.
Cabe destacar que desde mediados de la dŽcada de 1970, la vegetaci—n de
los bajos inundables ha enfrentado serias amenazas, pues los terrenos se fueron
convirtiendo en espacios de producci—n de cultivos de ca–a de azœcar y diversas
variedades de arroz, que en esa Žpoca fueron llamados Ònuevos cultivosÓ. Los
lugares afectados son los valles de Edzn‡ y Yohaltœn, en Campeche, y el Valle
de Ucum, en Quintana Roo (figura 1), donde la extensa superficie de la tierra,
las caracter’sticas de los suelos y el escaso relieve, hacen atractivo ese
territorio para el desarrollo de agricultura mecanizada a gran escala, de modo
que se reduce la extensi—n de la cubierta vegetal nativa, con la consecuente
pŽrdida de especies y servicios ambientales.
En cambio las ‡reas naturales protegidas de Balam Kin y Balam Ku, en
Calakmul, al sur de Campeche, resguardan importantes extensiones de bajos
inundables, cuya funci—n ecosistŽmica y composici—n de especies de plantas se
ha mantenido sin graves deterioros. La investigaci—n sobre la ecolog’a
funcional de estos sistemas nos permitir‡ obtener mayor conocimiento de c—mo
podr’an responder dichas comunidades vegetales a la sequ’a, que es uno de los
efectos esperados del cambio clim‡tico en la pen’nsula de Yucat‡n.
Alejandro Mor—n es investigador del
Departamento de Conservaci—n de la Biodiversidad, ECOSUR Campeche (amoron@ecosur.mx). Gustavo Enrique Mendoza Arroyo es estudiante de doctorado
de ECOSUR Campeche (gemendoza@ecosur.edu.mx).
Ecofronteras,
2019, vol. 23, nœm. 66, pp. 13-14, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN
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