Primeros a–os de una reserva que se
volvi— patrimonio de la humanidad
William J. Folan y JosŽ Manuel Garc’a Ortega
Mirar hacia atr‡s muestra el largo
camino recorrido desde que, en los a–os treinta, Cyrus Longworth Lundell se
topara con las sorprendentes ruinas de Calakmul en el coraz—n de la selva
campechana, hasta que ese asombroso lugar fuera nombrado patrimonio mixto de la
humanidad por la UNESCO, en 2014. William J. Folan, uno de los protagonistas de
esta historia, nos comparte una s’ntesis del proceso.
El descubrimiento
Durante uno de sus viajes de estudio a principios de la dŽcada de 1930,
el cual dar’a origen a sus ya cl‡sicos trabajos sobre la vegetaci—n del PetŽn y
la fitofisiograf’a de la pen’nsula de Yucat‡n, el bot‡nico Cyrus Longworth Lundell
se encontr— con las imponentes ruinas de Calakmul en medio de la espesa selva
del PetŽn campechano. De la existencia del sitio ya hab’a tenido noticias por
parte del capataz de la Central Chiclera de Buenfil, localizada al norte a unos
16 kil—metros por brecha. DespuŽs de informar a Sylvanus G. Morley del
descubrimiento, este œltimo y varios investigadores de la Instituci—n Carnegie
de Washington comenzaron a topografiar, fotografiar y dibujar tanto la
arquitectura como los textos din‡sticos de m‡s de 80 estelas. Quiz‡ sin
saberlo, se estaban realizando descubrimientos y registros de uno de los
centros urbanos administrativos m‡s grandes y poderosos del ‡rea maya.
Cincuenta a–os habr’an de transcurrir para que alguien volviera a
preocuparse por el lugar, aunque hubo especialistas realizando investigaciones
en la regi—n del R’o Bec, entre 1969 y 1973, adem‡s de que Eric Von Euw del
Museo Peabody de la Universidad de Harvard se dedic— a fotografiar y dibujar
textos din‡sticos de Calakmul entre 1974 y 1976.
El proyecto de creaci—n de la Reserva de la Bi—sfera Calakmul (1) se
sitœa a principios de la dŽcada de 1980. Aunque la decisi—n de formar un ‡rea
natural protegida se gest— oficialmente en la Secretar’a de Desarrollo Urbano y
Ecolog’a (SEDUE) a finales de 1983, su concepci—n como proyecto de
conservaci—n, ligado a otro de investigaci—n arqueol—gica, se ubica entre 1974
y 1982, antes y despuŽs del nacimiento del Centro de Investigaciones Hist—ricas
y Sociales (CIHS) de la entonces Universidad Aut—noma del Sudeste (UAS), hoy
Universidad Aut—noma de Campeche (UAC). El ilustre investigador campechano Rom‡n
Pi–a Chan (qepd) invit— al doctor William Folan y a su esposa Lynda Florey
Folan a colaborar en la formaci—n del CIHS, de cuya direcci—n se hizo cargo Folan
desde un principio. Gracias a un permiso otorgado por el Instituto Nacional de
Antropolog’a e Historia (INAH), al apoyo presupuestal de la UAS y el soporte
log’stico del Gobierno del Estado, en abril de 1982 se iniciaron las
exploraciones arqueol—gicas, y 84 meses despuŽs se present— un mapa de 30 km2
que inclu’a 6,250 estructuras y rasgos culturales.
Creaci—n de la reserva
Al inicio se plante— la creaci—n de un parque nacional que adem‡s de
proteger la zona, facilitara un registro del desarrollo y la decadencia de
Calakmul (y sus mœltiples ciudades tributarias) y su entorno ambiental, a fin
de integrar una visi—n sociocultural, econ—mica y natural de la regi—n durante
los œltimos 2,400 a–os. Al final, una propuesta de crear un parque
ecoarqueol—gico despert— el interŽs oficial por integrar un ‡rea natural
protegida. Como dato interesante, algunos campechanos hab’an llegado a sugerir
un parque cinegŽtico por ser entonces un territorio de cacer’a de jaguares, actualmente
en peligro de extinci—n.
Siguieron meses de gestiones que involucraron a varias instancias y
personas comprometidas, hasta que en 1983 se acord— realizar una evaluaci—n
preliminar de Calakmul, como primer paso para su posible inclusi—n en el reciŽn
creado Sistema Nacional de çreas Naturales Protegidas (SINAP). La superficie
estimada era de 415,771 hect‡reas, con una zona nœcleo, una de amortiguamiento
y otra arqueol—gica. La extensi—n era menor a la que se hab’a planteado antes, pues
se comprob— que exist’an poblaciones humanas en el lugar, y se consider— que
excluirlas de los l’mites reducir’a riesgos de oposici—n local al proyecto, ya
que no se afectar’an derechos de asentamiento. Adem‡s, desde un punto vista
estrictamente ecol—gico, se pretend’a incluir en el SINAP territorios con
niveles m’nimos de perturbaci—n. La propuesta consist’a en una reserva de la bi—sfera
que incluyera un parque nacional de car‡cter hist—rico, correspondiente al
sitio arqueol—gico de Calakmul y sus alrededores.
En 1984 y 1985 se generaron fuentes de acci—n a favor y en contra del
proyecto en la Ciudad de MŽxico y Campeche. Mientras tanto, se sigui— recabando
la informaci—n necesaria para elaborar un borrador del decreto presidencial y
un plano oficial de lo que ser’a la reserva y su poligonal definida. El proceso
fue complejo, pues hab’a problemas relacionados con la industria forestal y con
la presencia de brigadas de Petr—leos Mexicanos en trabajos de prospecci—n y
exploraci—n, mismos que fueron suspendidos, m‡s por la cr’tica situaci—n
financiera de la paraestatal que por las gestiones para suspender las
actividades.
Planeaci—n de un ‡rea natural
protegida
En 1987, el Simposio sobre Universidad y Medio Ambiente organizado en
Campeche por la delegaci—n estatal de la SEDUE y la UAC, revitaliz— el interŽs
local en la formaci—n de la reserva, ya que de alguna manera el sector
gubernamental reconoci— los esfuerzos y el leg’timo derecho que las
instituciones acadŽmicas ten’an en la formaci—n y manejo de las ‡reas naturales
protegidas.
Asimismo, la participaci—n de grupos no gubernamentales se hizo patente,
pues adem‡s del trabajo de Biocenosis A.C., en esa Žpoca se incorpor— Pronatura
A.C. (en un principio a travŽs de INIREB-Yucat‡n).
Paralelamente tŽcnicos de la SEDUE a nivel estatal y central,
continuaban impulsando la propuesta del decreto que crear’a la reserva. Se
hab’a optado por ampliar la superficie total en casi 70%, al incorporarse m‡s
de 300 mil hect‡reas de terrenos nacionales al norte de la carretera
Esc‡rcega-Chetumal, correspondientes a la regi—n que antes hab’a prove’do de
madera al aserradero de Zoh-Laguna (sitio de intensa extracci—n maderera en la
dŽcada de 1960). Dicha incorporaci—n de superficie adicional fue criticada por carecer
de una evaluaci—n in situ debidamente realizada, igual que
ocurri— con el dise–o de la zonificaci—n de toda la reserva, ya que no se
consider— el estado de conservaci—n de los ecosistemas representativos o su
importancia sociocultural y econ—mica. Esto implic— ciertas restricciones de
manejo que pudieron haberse previsto.
Las limitantes de informaci—n para el programa pretend’an ser superadas
mediante fondos internacionales para obtener datos m’nimos necesarios. Desde
1988 la World Wildlife Fund y The
Nature Conservancy, a travŽs de Pronatura Pen’nsula de Yucat‡n A.C. y de
Ecosfera A.C., apoyaron estudios que aportaron datos sobre vegetaci—n, aves,
mastozoolog’a, fisiograf’a y cartograf’a, aspectos sociales, econ—micos y usos
del suelo. Por su parte, la UAC, a travŽs del CIHS y con el apoyo de Biocenosis
A.C., Conservaci—n Internacional y la Fundaci—n MacArthur, profundizaron en
cuestiones de arqueolog’a, climatolog’a e hidrolog’a, y sus implicaciones en
los patrones de uso del suelo.
El proyecto de decreto, que hab’a sido entregado por el jur’dico de la
SEDUE al de la Presidencia de la Repœblica desde finales de 1986, fue
sistem‡ticamente boicoteado por varios sectores. Sin embargo, fue sustantiva la
promulgaci—n de la Ley General del Equilibrio Ecol—gico, que fortaleci— las
atribuciones de la SEDUE y dio un sustento legal a la categor’a de reserva de
la bi—sfera (aunque ya exist’an ‡reas protegidas con esa categor’a, como La
Michilla y Sian KaÕan). TambiŽn fueron importantes los compromisos
internacionales en cuanto a conservaci—n de reservas naturales en zonas
fronterizas, en particular el que suscribieron los presidentes de MŽxico y
Guatemala en 1988.
As’, el 23 de mayo de 1989, siete a–os despuŽs de que investigadores de
la UAC promovieran por primera vez la idea, fue creada por decreto presidencial
la Reserva de la Bi—sfera Calakmul, con una extensi—n de 723,185.12 hect‡reas.
Se divide en dos zonas nœcleo y una zona de amortiguamiento sobre los m‡rgenes
norte y sur de la carretera Esc‡rcega-Chetumal, en los municipios de Champot—n
y HopelchŽn, Campeche.
El indispensable plan de manejo
A ra’z de la publicaci—n del decreto y de un material de National Geographic que lleg— a m‡s de
10 millones de lectores, los esfuerzos se encaminaron hacia un programa de
manejo para aplicar adecuadas normas de car‡cter cient’fico, tŽcnico y
educativo. La SEDUE realiz— diversas convocatorias a las que acudieron
representantes de todas las dependencias federales y estatales involucradas,
adem‡s de instituciones acadŽmicas y grupos no gubernamentales, por ejemplo: el
Centro de Investigaciones en Bosques Tropicales (ya desaparecido), la Sociedad
Calakmul A.C., el INAH, el Instituto Nacional Indigenista, varias secretar’as
estatales y gobiernos municipales, as’ como representantes de la Asociaci—n
Rural de InterŽs Colectivo ÒMaderas Preciosas de CampecheÓ, a la cual
estuvieron afiliados algunos productores de la regi—n.
Todas las aportaciones se incorporaron a lo que result— el primer
intento de un plan de manejo. Las carencias no solo fueron se–aladas por
entidades acadŽmicas y profesionales, sino tambiŽn, y en forma determinante,
por los representantes del gobierno estatal, cuya necesaria participaci—n en
instancias directivas y de coordinaci—n no se estaba definiendo con claridad.
Quiz‡ la propuesta con mayor adhesi—n y que a la postre result— definitiva, fue
adjudicar a la UAC la responsabilidad de la elaboraci—n del plan, con la
coordinaci—n del doctor Folan. La propuesta fue aprobada por la Direcci—n
General de Conservaci—n Ecolog’a de los Recursos Naturales de la SEDUE, hoy
Instituto Nacional de Ecolog’a de la Secretar’a de Medio Ambiente y Recursos
Naturales, principal responsable pol’tico de la reserva.
La decisi—n no solo represent— un reconocimiento expl’cito del papel de
la UAC en Calakmul desde 1982, sino que indica un cambio en la actitud
centralizadora en la gesti—n ambiental de nuestro pa’s y mayor sensibilidad
pol’tica, toda vez que la experiencia mundial ha demostrado que la
participaci—n de actores regionales y locales en los procesos de toma de
decisi—n —por su mayor grado de vinculaci—n hist—rica y conocimiento de
situaciones y requerimientos— es un factor preponderante en la viabilidad
de los proyectos. En nuestro pa’s, la integraci—n de instituciones regionales
de investigaci—n en coordinaciones ha sido fundamental para los planes de
manejo en reservas naturales importantes, como Sian KaÕan (Quintana Roo),
Mazatl‡n (Jalisco) y recientemente Montes Azules (Chiapas), la Laguna de
TŽrminos y los Petenes (Campeche).
Finalmente, como corolario de esta rese–a, mencionaremos que en 1992 se
firm— el convenio entre la SEDUE y la UAC, mediante el cual la primera asigna a
la segunda la elaboraci—n del programa de manejo de la reserva. Este se integr—
en cuatro volœmenes, incluyendo presupuesto para su manejo y presentaci—n al
Banco Mundial, quedando as’ una reserva documentada y decretada, adem‡s de una
petici—n de fondos esenciales. Como es costumbre del CIHS de la UAC de trabajar
en equipo y repartir responsabilidades y crŽditos, los bi—logos JosŽ Manuel
Garc’a Ortega y Mar’a Consuelo S‡nchez Gonz‡lez fueron invitados a participar
como coordinadores del proyecto.
Todo lo dem‡s es historia
En la bœsqueda de mayor reconocimiento para la reserva y su gran acervo
cultural, en 1991 Folan ley— una ponencia durante el Foro de Consulta sobre
Medio Ambiente en Ciudad del Carmen, Campeche, explicando que resultaba
coherente que Calakmul y su reserva fueran decretados como patrimonio de la humanidad.
La ponencia fue publicada por Pleamar, revista del IV ComitŽ Regional de la
CONALMEX-UNESCO, a inicios 1992. La UAC reiter— la petici—n en varias
ocasiones.
Hoy en d’a nuestra posici—n como autores intelectuales del Proyecto
Calakmul y de la reserva tropical m‡s extensa de MesoamŽrica, y como
coordinadores de su plan de manejo, es apoyarla sin importar en manos de quiŽn
estŽ en un momento dado. Nos mantenemos siempre cerca, ya que la investigaci—n
b‡sica que dio luz a esta ‡rea protegida y al nuevo municipio ecol—gico de
Calakmul (el de m‡s reciente creaci—n en Campeche), puede ser la misma clase de
investigaci—n que la mejore y beneficie.
La UNESCO nombr— a la ciudad de Calakmul y su reserva como patrimonio cultural
de la humanidad el 27 de junio 2002, pero no fue hasta el 4 de agosto de 2014
que la declar— patrimonio mixto (cultural y natural), lo cual es inspiraci—n
para trabajar en la protecci—n, cuidado y valoraci—n de este sitio.
William J. Folan es director e investigador
emŽrito del Centro de Investigaciones Hist—ricas y Sociales de la Universidad
Aut—noma de Campeche (wijfolan@uacam.mx). JosŽ Manuel Garc’a Ortega es
integrante de la Direcci—n General de Actividades Cinematogr‡ficas, Coordinaci—n
de Difusi—n Cultural UNAM (jmgar@unam.mx).
(1) Los decretos en torno a reservas de la bi—sfera incluyen esta
palabra sin tilde (biosfera); no obstante, dado que en Ecofronteras la
acentuamos normalmente por convenir en tŽrminos de divulgaci—n, tambiŽn lo
hacemos en el nombre oficial para unificar el tŽrmino.
Ecofronteras,
2019, vol. 23, nœm. 66, pp. 2-5, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577
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