Somos
lo que comemosÉ
Xariss
M. S‡nchez Chino y Orquidia G. MŽndez Flores
ÀComer
un caldo tlalpe–o o una raci—n de pollo ÒKentuckyÓ? Dado que Òsomos lo que
comemosÓ, el exceso de productos procesados podr’a ligarse al aumento de
enfermedades cr—nicas no transmisibles, como obesidad o c‡ncer. La nutrici—n
gen—mica o nutrigen—mica explica la interacci—n entre constituci—n genŽtica,
salud y composici—n de los alimentos; entender esto deber’a impulsarnos a
preferir alimentos tradicionales como la mejor opci—n para nuestra dieta.
ÒHijo de tigre, pintitoÓÉ Es muy probable
que hayas escuchado alguna vez esa frase que se refiere a la naturaleza genŽtica, es decir, la
informaci—n que nuestros padres nos heredan por medio del ADN (‡cido desoxirribonucleico), esa molŽcula en
forma de espiral que contiene la informaci—n necesaria para la constituci—n y
el funcionamiento de un ser vivo. Existe otra
sentencia popular que dice: ÒEres lo que comesÓ, y alude a c—mo nuestro
cuerpo asimila los alimentos que ingerimos d’a a d’a y c—mo influyen en nuestra
salud. Los dos dichos conllevan una fuerte dosis de
verdad y est‡n bastante relacionados.
Que tu alimento sea tu medicina
Quienes se gradœan en medicina en diversos
pa’ses, expresan en pœblico un famoso juramento
de respeto a maestros y pacientes, como parte de una tradici—n muy antigua
inspirada en el llamado Òjuramento hipocr‡ticoÓ. Esto nos da la pauta para
reconocer la importancia de Hip—crates, un mŽdico de la antigua Grecia
considerado el padre de la medicina, a quien se le atribuye una conocida
oraci—n: ÒQue tu alimento sea tu medicina, y
que tu medicina sea tu alimentoÓ. M‡s que un juego de palabras, la frase resume
y reconoce el v’nculo entre la alimentaci—n y nuestra salud.
Como muestra cotidiana, es casi un hecho
que en determinada ocasi—n tus familiares o amigos te hayan recomendado tomar
un tŽ para aliviar un malestar, o que te sugieran productos ricos en fibra para
el estre–imiento, o tal vez sepas que la leche y otros v’veres con calcio son
buenos para ayudar al crecimiento de los ni–os. Y no es que la leche contenga
œnicamente calcio o que solo haya fibra en los cereales integrales. Lo que
consumimos es una mezcla de compuestos, por ejemplo, en una tortilla de ma’z
estamos ingiriendo carbohidratos, prote’nas, l’pidos, fibra, calcio y algunos
fitoqu’micos.
Estas œltimas sustancias se encuentran en
alimentos de origen vegetal; no son nutrientes esenciales, pero aportan
beneficios para la salud. Por ejemplo, si una tortilla fue elaborada con ma’z
amarillo, entonces contiene carotenoides: el compuesto que da sus colores
caracter’sticos a la zanahoria, el jitomate y el pimiento rojo, y tiene
propiedades antioxidantes œtiles al organismo. Si la tortilla es azul o roja,
es porque incluye mayores cantidades de antocianinas, pigmentos que ayudan a
las plantas a protegerse de los rayos ultravioleta y que entre otros efectos
terapŽuticos son eficientes antioxidantes. En ambos casos encontraremos tambiŽn
compuestos fen—licos, ampliamente distribuidos en el mundo vegetal, los cuales
ayudan en la protecci—n contra varias enfermedades. ÁComer una tortilla
significa mucho m‡s de lo que parece!
Como podemos apreciar, alimentarnos
implica lograr que varias sustancias ingresen a nuestro cuerpo, tal como se
verifica en el siguiente cuadro. No obstante, la simple ingesta no lo es todo.
Dependiendo de las caracter’sticas genŽticas de cada persona (la informaci—n
almacenada en el ADN), dichas sustancias podr‡n nutrir o regular procesos
biol—gicos en mayor o menor grado, de manera similar a los medicamentos.
Compuesto |
Funci—n |
D—nde encontrarlos |
NUTRIENTES |
||
Prote’nas |
Estructura corporal (huesos, piel, u–as,
cabello, mœsculo). Transporte de molŽculas, como la glucosa, y defensa
(anticuerpos). Aceleran procesos bioqu’micos (enzimas). |
Carnes (aves,
res, cerdo, cordero, pescados, mariscos), cereales, leguminosas, l‡cteos. |
Carbohidratos |
Principal fuente de energ’a. Ayudan a
las prote’nas a transmitir se–ales bioqu’micas. |
Cereales, leguminosas, frutas,
tubŽrculos, miel. |
L’pidos |
Reserva y fuente energŽtica
secundaria. Forman parte de la membrana celular. |
Mantecas, semillas (cacao, canola,
girasol, nueces, cacahuates), aguacate y l‡cteos. |
MICRONUTRIENTES Se necesitan
en muy peque–as cantidades. |
||
Vitaminas |
Contribuyen al
funcionamiento de enzimas (prote’nas que aceleran las reacciones qu’micas) y
del metabolismo celular en general. Por ejemplo, ayudan en la obtenci—n de energ’a de los alimentos,
auxilian en las conexiones neuronales y sistemas de defensa. |
Vitamina A (huevo, aceite de pescado,
leche, frutas y verduras de colores rojizos o anaranjados), vitamina C
(c’tricos), vitamina E (aceites vegetales, nueces), vitamina K (hortalizas de
hojas verdes). |
Minerales |
Estructura de los huesos y dientes, controlan los niveles de l’quidos en el cuerpo
(electrolitos): sodio, cloro potasio. El hierro transporta el ox’geno en la
sangre. |
Calcio: l‡cteos, ma’z nixtamalizado,
hortalizas de hoja verde, pescados. F—sforo: carne, pescado, aves,
legumbres, l‡cteos. Potasio: C’tricos, pl‡tanos, frijoles,
pistaches, avellanas, lentejas, guayaba, coco, naranja. |
FITOQU’MICOS |
||
Carotenoides |
Antioxidantes, antiinflamatorios,
protegen contra el c‡ncer y otras enfermedades. |
Alimentos rojos, anaranjados y
amarillos: yema de huevo (procede de los cereales que consume la gallina),
jitomate, zanahoria, papaya. |
Fen—licos y antocianinas |
Caimito, cebolla, ajo, frijoles, aceites
vegetales y muchos otros de una gran gama de colores. |
|
Isoflavonas |
Prevenci—n del c‡ncer y osteoporosis. |
Leguminosas. |
Nutrigen—mica y consejos pr‡cticos
De la interacci—n entre la constituci—n
genŽtica, el estado de salud y la composici—n de los alimentos, se integra la
nutrici—n gen—mica o nutrigen—mica, ciencia cuyo principal prop—sito es entender el efecto que los alimentos que ingerimos
d’a a d’a ejercen en las funciones de cŽlulas y tejidos, con el fin de prevenir
padecimientos. Adicionalmente, provee argumentos que
facilitan el dise–o de Òdietas a la medidaÓ, de manera similar a la confecci—n
de ropa, de modo que cada persona, familia o comunidad que compartan
caracter’sticas, podr‡n tener los perfiles dietarios que les convengan para
prevenir, tratar o revertir enfermedades cr—nicas no transmisibles.
Estas enfermedades no se contagian;
generalmente son de larga duraci—n (cr—nicas) y derivan de la combinaci—n de
factores genŽticos, fisiol—gicos, ambientales y conductuales. Podemos mencionar
afecciones cardiovasculares (infartos al miocardio y problemas cerebrovasculares),
respiratorias (enfermedad pulmonar obstructiva cr—nica y asma), c‡ncer y
diabetes. La seriedad de estos males nos muestra la trascendencia de lograr una
dieta equilibrada y saludable.
Como ejemplo, el Instituto Americano para
la Investigaci—n del C‡ncer recomienda evitar las carnes procesadas y disminuir
el consumo de carnes rojas a tres porciones por semana (entre 340 y 510 gramos
de res, cerdo y cordero), debido a la relaci—n entre su consumo elevado y la
incidencia de c‡ncer colorrectal y de est—mago. La exposici—n de la carne a
temperaturas altas contribuye a la formaci—n de radicales libres, lo cual
genera molŽculas t—xicas en el organismo y altera la expresi—n genŽtica,
oxidando l’pidos y modificando los mecanismos de funcionamiento normal de las cŽlulas
de nuestro cuerpo.
Por otra parte, ingerir carbohidratos
simples en forma desmedida (azœcares y harinas refinadas, l’pidos saturados) se
relaciona con el s’ndrome metab—lico, condici—n
caracterizada por adiposidad central y visceral, hipertensi—n arterial y alteraci—n
de los niveles de glucosa en sangre. Asimismo, el incremento de las
concentraciones de glucosa e insulina provoca la activaci—n de prote’nas vinculadas
con la formaci—n de tejido adiposo (adipogŽnesis). Es importante no reemplazar
el azœcar de mesa con edulcorantes no cal—ricos, ya que los efectos metab—licos
que se les han atribuido son controversiales; lo aconsejable es procurar
porciones m’nimas de endulzantes y mejor que sean naturales, pues suelen
acompa–arse por micronutrientes minerales y por peque–as fracciones de
nutrientes, como prote’nas en el caso de la miel.
Para elaborar una dieta a la
medida, la nutrigen—mica busca contestar las siguientes preguntas respecto a
los alimentos: ÀEn quŽ cantidad, forma, frecuencia y combinaciones son m‡s
efectivos? ÀC—mo se obtienen resultados positivos o adversos en la salud? ÀPor
quŽ es necesario consumir algunos nutrientes? ÀDe quŽ modo se pueden prevenir
determinados males? ÀC—mo se
involucran las caracter’sticas genŽticas, la edad, el gŽnero, el estilo de vida
y el lugar donde vivimos, con los efectos de la nutrici—n en la salud?
Alimentos tradicionales
Las enfermedades cr—nicas no transmisibles
perjudican seriamente a un gran nœmero de personas. En los estados fronterizos
del sur de MŽxico con CentroamŽrica y el Caribe (Chiapas, Tabasco, Campeche,
Quintana Roo y Yucat‡n) se presentan altos ’ndices de obesidad que contrastan
con cifras elevadas de malnutrici—n, adem‡s de algunas otras afecciones de este
tipo. El Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisibles
(http://oment.uanl.mx/) reporta que en el sureste de MŽxico, 30% de la
poblaci—n tiene sobrepeso y de un 16 a 32% presenta obesidad; entre 6 y 9%
padece diabetes, mientras que la hipertensi—n arterial afecta del 10 al 17% de
los habitantes. Una manera de disminuir las cifras es mediante el consumo de
productos saludables.
En tal sentido, queremos destacar los
alimentos considerados tradicionales. Nos referimos a los que para su consumo se ven favorecidos por su
asequibilidad regional, o sea que se producen y se consiguen en la propia
localidad. Para mucha gente no es sencillo habituarse a ellos, en parte por la
transici—n alimentaria actual, documentada a partir de 1980 como un proceso en
el que la urbanizaci—n, la influencia de los medios de comunicaci—n y del
capital, impulsan cambios acelerados en los h‡bitos alimentarios. En consecuencia,
tendemos a preferir productos hipercal—ricos y procesados, adicionados con
mœltiples sustancias que prolongan su tiempo de vida y palatabilidad (sabor
placentero).
En contraparte, los alimentos
tradicionales, como ma’z, frijol, carne de origen natural y diverso (aves,
peces, roedores, reptiles, anfibios e insectos), tubŽrculos, quelites (chaya,
momo, chipil’n y muchos otros), frutas (caimito, rambut‡n, papaya, pi–a,
zapotes, por mencionar algunas), hongos comestibles y endulzantes naturales
(miel, panela, mascabado), son fuente potencial de insumos para dietas
saludables y funcionales.
Es necesario estudiar estos
alimentos y seleccionar aquellos que confieran beneficios a la salud, adem‡s de
que por su costo y forma de consumo resulten accesibles a la mayor’a de la
poblaci—n en la frontera sur de MŽxico, contribuyendo as’ a la seguridad
alimentaria y a la integraci—n de dietas saludables.
Xariss M. S‡nchez Chino
(xsanchez@mail.ecosur.mx) y Orquidia G. MŽndez Flores (ogmendez@mail.ecosur.mx) son investigadoras C‡tedra CONACYT del Departamento de Salud, ECOSUR
Villahermosa y San Crist—bal, respectivamente.
Ecofronteras,
2019, vol. 23, nœm. 65, pp. 2-5, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN
2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas);
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