Ocho reflexiones de la cuenca del r’o Grijalva

Rafaela Laino-Guanes, Karim Musalem-Castillejos y Nasim Musalem-Castillejos

 

La palabra Grijalva no se refiere solo un r’o, sino al territorio aleda–o que integra la cuenca transfronteriza entre MŽxico y Guatemala, Òla mejor tierra que el sol alumbraÓ. Se reconoce por sus humedales, imponentes bellezas naturales y presas hidroelŽctricas, pero tambiŽn por la pobreza y el deterioro ambiental que afectan a sus habitantes, y que deben revertirse en beneficio de esta zona de gran riqueza biocultural.

 

 

El r’o Grijalva es uno de los m‡s largos y caudalosos de MŽxico, as’ que como otros r’os del mundo, ha sido fundamental para el desarrollo de las poblaciones que durante siglos se han establecido en sus cercan’as. Desde antes del esplendor de los mayas hasta nuestros d’as, ha sido ruta sustantiva para transporte, comercio e inevitables intercambios culturales. Surcado por cayucos, peque–as canoas, barcos de vapor o modernas embarcaciones, su majestuoso caudal ha estado ligado a la historia y la leyenda. Al respecto, son populares los pasajes del posible suicidio de ind’genas chiapanecos en sus aguas para no ser sometidos por conquistadores espa–oles, o bien, la resistencia de los tabasque–os ante la intervenci—n estadounidense en 1846-1847.

 

Conocido tambiŽn con los nombres locales de R’o Grande, Carrizal o Mezcalapa, nace en Huehuetenango, Guatemala, cruza los estados mexicanos de Chiapas y Tabasco y desemboca en el Golfo de MŽxico. Es refugio de una rica diversidad de especies animales y vegetales, sitios de importancia tur’stica, como el Ca–—n del Sumidero presente en el escudo de Chiapas, o ‡reas protegidas por su alcance ecol—gico, entre las que destaca la Reserva de la Bi—sfera Pantanos de Centla, que comprende el delta del Grijalva y el Usumacinta.

 

La referencia al Grijalva no implica œnicamente el r’o, sino todo el territorio aleda–o que es drenado por este sistema fluvial: la cuenca transfronteriza Grijalva, misma que aloja aproximadamente 4.1 millones de mexicanos y 900 mil guatemaltecos. Si el mundo se dividiera en cuencas en vez de pa’ses, estos 5 millones de habitantes ser’an paisanos, pudiŽndose denominar grijalve–os.

 

A la par de su enorme riqueza cultural y biol—gica y de los aportes de la cuenca a ambas naciones, los grijalve–os enfrentan severos problemas de pobreza y deterioro ambiental, debido a varios factores, entre ellos la extracci—n maderera y de hidrocarburos, actividades agr’colas o ganaderas no sustentables, contaminaci—n y efectos de las construcciones hidroelŽctricas. No pretendemos revisar a profundidad tales problem‡ticas, sino ofrecer un panorama general de los aspectos significativos de esta regi—n compartida entre MŽxico y Guatemala, mediante ocho sencillas reflexiones en voz de la propia cuenca, que confiamos despertar‡n el interŽs de quienes nos leen.

 

1. Mi nombre es muy antiguo

 

El r’o que me da nombre como cuenca Grijalva proviene de Žpocas muy lejanas. El calificativo ind’gena era r’o Tabasco, porque as’ se conoc’a a un gobernante de los maya-chontales. Desde 1518 varios autores europeos lo llamaron Grijalva y existen algunos relatos hist—ricos sobre el origen de la denominaci—n, comenzando por un texto de 1518 atribuido a Juan D’az, capell‡n de la armada que integr— la expedici—n comandada por el capit‡n Juan de Grijalva: ÒComenzamos a ocho d’as del mes de junio; y yendo la armada por la costa unas seis millas apartadas de tierra, vimos una corriente de agua muy grande que sal’a de un r’o principal, el que arrojaba agua dulce cosa de seis millas mar adentro. Y con esta corriente no pudimos entrar por el dicho r’o, al que pusimos por nombre el r’o de Grijalva [É]. Este r’o viene de unas sierras muy altas, y esta tierra parece ser la mejor que el sol alumbraÓ.

El mismo hecho est‡ consignado por Bernal D’az del Castillo, quien lo relata en los siguientes tŽrminos: ÒNavegando costa a costa la v’a del Poniente, y nuestra navegaci—n era de d’a, porque de noche no os‡bamos por temor de bajos y arrecifes, al cabo de tres d’as vimos una boca de r’o muy ancha y llegamos cerca de tierra con los nav’os; parec’a un buen puerto, y como nos fuimos acercando cerca de la boca vimos reventar los bajos antes de entrar en el r’o, y all’ sacamos los bateles y con la sonda en la mano hallamos que no pod’an entrar en el puerto los dos nav’os de mayor porte. [É] Aqueste r’o se llama de Tabasco porque el cacique de aquel pueblo se dec’a Tabasco, y como lo descubrimos en este viaje y el Joan de Grijalva [sic] fue el descubridor, se nombra r’o de Grijalva, y as’ est‡ en las cartas de marearÓ.

(Informaci—n extra’da de un recuadro escrito por Laura Elena Sotelo en el cap’tulo 1 del libro Monta–as, pueblos y agua, ECOSUR, 2014, www.ecosur.mx/libros).

 

2. Soy orgullosamente mexicana y guatemalteca

 

Me extiendo a lo largo de aproximadamente 57 mil kil—metros cuadrados, de los cuales 90% se localizan en territorio mexicano y 10% en tierras guatemaltecas. Tengo doble nacionalidad y formo una frontera pol’tica que a nivel local fluye entre MŽxico y Guatemala, y en el ‡mbito regional, entre NorteamŽrica y CentroamŽrica. En MŽxico, las cuencas se encuentran organizadas en 37 regiones hidrol—gicas que a su vez est‡n agrupadas en 13 regiones hidrol—gico-administrativas. Yo pertenezco a la regi—n hidrol—gica nœmero 30, llamada Grijlava-Usumacinta, y a la regi—n hidrol—gico-administrativa nœmero XI, denominada Frontera Sur.

 

3. Soy vecina de la cuenca del Usumacinta

 

A pesar de que pertenezco a la regi—n Grijlava-Usumacinta y de que muchas veces nos consideran como una sola, la cuenca del r’o Usumacinta y yo somos diferentes e independientes en la parte alta, desde el punto de vista hidrol—gico. Es verdad que nuestros r’os desaguan en el mismo punto, pero seguimos rutas separadas la mayor parte del recorrido. Mi cauce principal se forma por tributarios distintos de los que dan origen al r’o Usumacinta, tenemos parteaguas y recorridos diferentes. Ya en la parte baja, a unos 25 kil—metros antes de desembocar en el mar, nuestros afluentes se juntan y formamos la planicie de inundaci—n en el Golfo de MŽxico, donde otros r’os aportan sus aguas.

 

4. Produzco la mayor cantidad de agua del pa’s

 

En la regi—n donde me localizo, brindamos 25 mil metros cœbicos de agua por habitante al a–o, alcanzando la mayor disponibilidad de todo el pa’s. A modo de comparaci—n podemos mencionar que en las zonas norte y centro de MŽxico, donde se asienta 77% de la poblaci—n, la disponibilidad del l’quido es inferior a 2 mil metros cœbicos por habitante al a–o. A pesar de mi inmensa riqueza en recursos h’dricos, las comunidades que albergo enfrentan frecuentemente problemas relacionados con el agua, ya sea por el exceso como por la escasez.

 

Esto se debe, entre otras razones, a la marcada diferencia de cantidad en la Žpoca de lluvias respecto a la de secas. Adem‡s, no cuento con infraestructura para conducirla y almacenarla durante las lluvias. Para mitigar la problem‡tica se necesitan mecanismos adecuados que favorezcan un mejor manejo del agua disponible.

 

5. Genero energ’a elŽctrica, petr—leo y gas natural

 

Mis caudalosos r’os producen alrededor del 40% de la energ’a hidroelŽctrica de MŽxico. En la segunda mitad del siglo XX, en mi zona alta se construyeron cuatro grandes presas para generar electricidad y evitar inundaciones mi parte baja, las cuales constituyen las plantas hidroelŽctricas m‡s importantes del territorio nacional. La primera es la presa Malpaso o Nezahualc—yotl, construida en 1966. La segunda es La Angostura o Belisario Dom’nguez, tiene el mayor embalse del pa’s (acumulaci—n de agua) y se mont— en 1976. La tercera, la presa ChicoasŽn o Manuel Moreno Torres (1980), se encuentra al final del Ca–—n del Sumidero y su altura de 261 metros la hace la m‡s alta de MŽxico y una de las 10 primeras del mundo. Finalmente, la cuarta es Pe–itas o çngel Albino Corzo, de 1987.

 

Adem‡s de la energ’a elŽctrica, estoy integrada a la regi—n sureste, que provee a la naci—n alrededor del 80% del petr—leo y m‡s del 60% de gas natural. Desafortunadamente, el desarrollo hidroelŽctrico y petrolero ha implicado tambiŽn quebrantos ambientales, as’ como cambios culturales y sociales no siempre favorables.

 

6. Fui mar

 

A lo largo de mi historia geol—gica, la regi—n donde me ubico form— parte del lecho marino en varias ocasiones. Incluso, Federico K.G. Mullerried en su libro Geolog’a de Chiapas (1982) mencion— que es posible que en la era Mesozoica las aguas de los ocŽanos Pac’fico y Atl‡ntico hayan llegado a mezclarse sobre mi territorio. Posteriormente se dieron intensos procesos de sedimentaci—n y vulcanol—gicos, y ahora albergo volcanes extintos del Mioceno a la vez que volcanes activos. Es decir, actualmente continœa este proceso de orogŽnesis. A lo largo de mi historia formŽ una amplia variedad de ecosistemas con diferentes tipos de vegetaci—n, por ejemplo, mis bosques de neblina en las ‡reas m‡s altas y hœmedas de la Sierra Madre de Chiapas, mis bosques de pino-encino y de pino-encino-liquid‡mbar en la zonas monta–osas de elevaci—n media y alta, y mis bosques lluviosos en la vertiente del Pac’fico. La gente tal vez ubique bien los pinos (Pinus) y encinos (Quercus) de las zonas altas, y los ‡rboles de ram—n (Brosimum alicastrum) y cedro (Cedrela odorata) de las ‡reas bajas. 

 

7. Conservo una gran riqueza natural

 

Sobre mi accidentada orograf’a vive una gran cantidad de especies de fauna y flora. Ser’a imposible nombrar todas las criaturas que habitan en mis ecosistemas, pero no puede faltar el ocelote (oxolotl en n‡huatl), pues incluso un pueblo de la cuenca baja fue nombrado en alusi—n a ese felino: Oxolot‡n, Tabasco. Entre otros animales emblem‡ticos tenemos jaguares, nauyacas, pecar’s de collar, monos ara–a, ardillas Áy muchas garrapatas!

Represento una de las regiones tropicales m‡s significativas de MŽxico. En 1981, el autor Dennis E. Breedlove en su libro Introducci—n a la flora de Chiapas, afirm— que sobre m’ convergen elementos de flora caracter’sticos de zonas tropicales y templadas. A pesar de localizarme en la regi—n neotropical (MŽxico, Centro y SudamŽrica), aqu’ habitan especies ne‡rticas, caracter’sticas de zonas boreales de NorteamŽrica, como las con’feras n—rdicas. No hay que olvidar que ofrezco extraordinarias bellezas naturales, entre ellas el Ca–—n del Sumidero en lo alto. Abajo tengo zonas de manglares y otros humedales, primordiales para el pa’s, que mejoran la calidad del agua, protegen a las comunidades costeras del impacto de huracanes y dan refugio a una inmensa biodiversidad.

 

8. Las comunidades que me habitan padecen pobreza y vulnerabilidad

 

A pesar de toda mi riqueza natural, en mi territorio se concentran los ’ndices m‡s altos de marginaci—n socioecon—mica de todo MŽxico. Por si fuera poco, eventos hidrometeorol—gicos extremos azotan con frecuencia a las comunidades que albergo, por ejemplo, los deslizamientos en Motozintla de Mendoza. En mi territorio ocurren fen—menos naturales que representan peligros potenciales: sismos, erupciones volc‡nicas, huracanes o lluvias intensas y prolongadas. A lo largo de mi historia he sufrido hist—ricas crecidas de los r’os que conforman mi red h’drica, como la inundaci—n del 2007, cuando Villahermosa y varias comunidades de Tabasco quedaron algunos meses bajo el agua.

Esta vulnerabilidad se ve agravada por la deforestaci—n y el avance de las zonas de agricultura y ganader’a intensivas, y la consecuente reducci—n de bosques y selvas. Sin embargo, el problema es mucho m‡s profundo. Se debe buscar la causa desde una visi—n integral que contemple varios factores, incluso el desarrollo de asentamientos humanos en sitios no aptos.

 

Para los grijalve–osÉ

 

Esperamos que las ocho reflexiones aqu’ presentadas, aparte de ofrecer un panorama general de la regi—n, sirvan para detonar el interŽs en este fascinante espacio vivo y cambiante. Los datos contribuyen a construir un cuerpo de informaci—n digno de mayor estudio y dirigido al buen manejo y conservaci—n de la cuenca Grijalva, cuyos aportes nos benefician en territorios mucho m‡s all‡ de los que abarca la propia cuenca.

 

Desde luego, una de las metas es contribuir a mejorar la calidad de vida de quienes podr’an considerarse grijalve–os: las personas habitantes de una zona transfronteriza rica en historia, cultura y biodiversidad.

 

Rafaela Laino-Guanes (rafilaino@gmail.com), Karim Mus‡lem-Castillejos (k.musalem@gmail.com) y Nasim Mus‡lem-Castillejos (nasimple@hotmail.com) son acadŽmicos del Centro de Investigaci—n del Chaco Americano.

 

 

Ecofronteras, 2019, vol. 23, nœm. 65, pp. 22-25, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx