Frijoles, aliados de la salud
Xariss
M. S‡nchez Chino
Los frijoles
pertenecen a la familia de las fab‡ceas o leguminosas, y en MŽxico son uno de
los alimentos de mayor importancia sociocultural, nutricional y con insospechados
aportes al bienestar f’sico. Negros,
ÒgŸerosÓ, morados, bayos o en cualquiera de sus variedades, su consumo puede influir favorablemente ante
la amenaza de diabetes, obesidad y otras enfermedades, al ser indiscutibles
aliados de la salud.
La alimentaci—n como parte del estilo de vida va de la mano con la
salud. Valernos de los alimentos para mejorarla (un caldito de pollo cuando se
guarda reposo) o para prevenir enfermedades (c’tricos para evitar gripe y
resfriados) no es una idea nueva y se aplica d’a a d’a en los hogares del
mundo. Partiendo de esta premisa, a continuaci—n destacaremos la importancia de
un alimento tradicional mexicano que resulta ideal para nutrirnos y para cuidar
la salud: los frijoles.
Leguminosas: una familia muy diversa
Los frijoles son parte de la familia bot‡nica de las leguminosas o fab‡ceas
(Fabaceae), la tercera familia m‡s diversa de todas las plantas, despuŽs de las
orqu’deas y las aster‡ceas, como la lechuga. Las leguminosas se caracterizan por
sus semillas resguardadas en vainas (legumbres) y por tener hojas compuestas
estipuladas, es decir, con mœltiples hojitas unidas a un tallo verde y escamas
en la base. Pueden ser ‡rboles, arbustos, plantas herb‡ceas, enredaderas o
lianas.
Son tan vers‡tiles que se consumen de diferentes maneras. Podemos comer
las ra’ces (j’cama), las semillas o vainas frescas (habas verdes, ch’charos,
ejotes, garbanzos) y la fruta (jinicuil), o bien, preparar agua (tamarindo). La
forma en que m‡s los consumimos es como granos secos que se preparan como base
o ingrediente de numerosos platillos tradicionales (frijol, garbanzo, haba y
lenteja).
Menci—n aparte merecen la soya y el cacahuate, que contienen mayor
proporci—n de aceite. La soya es aprovechada de manera industrial para la
extracci—n de su aceite y para la obtenci—n de concentrados proteicos que funcionan
como sustituto de carne, modalidad con la que se producen alimentos nutritivos y
m‡s econ—micos. Por su parte, los cacahuates se disfrutan como botana frita,
hervida o tostada.
El Žxito de las leguminosas en la dieta de muchas personas obedece, en
gran medida, a su bajo precio y a que resulta muy pr‡ctico conservarlas y
almacenarlas; sin duda, tambiŽn a sus propiedades nutricionales, aunque no
siempre estemos conscientes de tan importante cualidad.
Importancia sociocultural y
alimenticia
En MŽxico, la leguminosa de mayor importancia es el frijol. De acuerdo
con la Comisi—n Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad
(CONABIO), en el mundo se han reportado alrededor de 150 especies, y 50 de
ellas las encontramos en nuestro pa’s con diferentes tama–os y colores. El
sureste alberga una gran variedad; destacan los negros y criollos, que por ser
de producci—n y consumo local se incorporan en guisos propios de la regi—n.
Su cultivo es importante en el ‡mbito social, cultural, econ—mico y
alimenticio, y no por nada han permanecido como elemento esencial de la comida mexicana durante siglos. Desde Žpocas
prehisp‡nicas han sido un elemento sustantivo de la milpa, junto con el ma’z y
la calabaza, y en algunos casos el chile. Son plantas rastreras y trepadoras,
con flores de color rosa, lila o violeta. Las vainas del gŽnero Phaseolus —los ejotes— son muy
populares, pero realmente la comercializaci—n amplia es la de los granos secos,
esas peque–as y variadas semillas en forma de ri–—n que todos conocemos.
Tras ser cosechados, los frijoles se retiran de las vainas, y
posteriormente se secan para su almacenamiento y distribuci—n; aunque en
algunos mercados se puede encontrar a mujeres vendiŽndolos frescos. Para
prepararlos se dejan remojando durante algunas horas; de esta manera se rehidratan
y es m‡s r‡pido cocerlos. Otro beneficio del remojo es que se pierden los
alfa-galactosidos, unos peque–os carbohidratos responsables de las temidas
flatulencias. Una vez cocidos, ya est‡n listos para ser a–adidos a mœltiples
guisos, o para comerse as’, acompa–ados generalmente con tortillas y salsa.
Importancia nutricional
Los frijoles secos, dependiendo de su variedad, contienen de 52 a 76% de
carbohidratos y de 14 a 33% de prote’nas. Cabe resaltar que estas prote’nas son
de menor calidad que las de la carne, ya que tienen deficiencia de los amino‡cidos
ciste’na y metionina. Sin embargo, son ricas en lisina, contrariamente a los
cereales (arroz, trigo, ma’z, avena) que tienen poca, aun cuando sus cantidades
de ciste’na y metionina son relativamente altas. De ah’ que el famoso platillo
cubano Òmoros con cristianosÓ (frijoles con arroz) sea ideal por la combinaci—n
de ambas fuentes de prote’na que aportan los amino‡cidos requeridos por el ser
humano (arroz-ciste’na y metionina + frijol-lisina).
Adicionalmente, la Gu’a Alimentaria para AmŽrica del a–o 2005 sugiere
incluir el 2% de cualquier leguminosa en la comida diaria. En otros estudios se
reportan beneficios si el consumo es de 5 a 10%, por lo que una taza de
frijoles cocidos al d’a es ideal para cubrir ese porcentaje sin desequilibrar
la dieta.
Beneficios a la salud
Adem‡s de su riqueza nutricional, los frijoles representan una fuente de
salud. Al consumirlos, sus compuestos tanto nutricionales como fitoqu’micos
intervienen en procesos fisiol—gicos y causan efectos benŽficos, por ejemplo:
reducir la obesidad y controlar los niveles de colesterol y triglicŽridos,
debido a que generan una sensaci—n de saciedad, en tŽrminos cotidianos, nos
llenamos y comemos menos.
Sus carbohidratos son de bajo ’ndice glicŽmico (facultad de un alimento
para elevar los niveles de glucosa en sangre) y se ha demostrado que el consumo
de la fracci—n no digerible del frijol (compuesta principalmente por
carbohidratos complejos y fibra) no se puede metabolizar, por lo que viaja al
colon, donde existen unos 100
billones de bacterias benŽficas conocidas como flora intestinal, capaces
de metabolizar dichos carbohidratos y generar ‡cidos grasos de cadena corta.
ÀEsto quŽ significa? Nada menos que la posibilidad de prevenir el c‡ncer y la
inflamaci—n en el col—n por acci—n de los ‡cidos biliares secundarios,
generados por la digesti—n de las grasas.
Uno m‡s de los beneficios de consumir frijoles y otras leguminosas de
grano es que, al ser digeridas, regulan algunos procesos celulares: aumentan la
excreci—n de l’pidos y con eso ayudan a prevenir la obesidad; tambiŽn regulan
la tensi—n arterial, reducen la inflamaci—n y funcionan como antioxidantes.
Anteriormente mencionamos los compuestos fitoqu’micos de los frijoles;
se trata de elementos fabricados por las plantas durante el metabolismo
secundario (1) y les sirven para defenderse de agresiones del medio y de
peque–os depredadores, como insectos o microorganismos. Al ser ingeridos en
peque–as concentraciones, resultan beneficiosos para los humanos: los
compuestos fen—licos, flavonoides y taninos —apreciables en los colores de los frijoles negros,
amarillos, blancos, morados, bayos, rojos, pintos y moteados— confieren propiedades antioxidantes a quien los consume; el ‡cido f’tico secuestra
metales que nos causar’an oxidaci—n, y las lectinas (prote’nas que suelen
unirse a los azœcares) pueden mejorar la reproducci—n celular. Finalmente, las
isoflavonas desarrollan actividad importante para retardar o inhibir el
c‡ncer de mama.
Frijoles y diabetes, contundente
ejemplo
Sin bien el frijol es un componente fundamental en las cocinas mexicanas,
las variedades del sur-sureste de MŽxico han sido poco estudiadas desde el
punto de vista funcional y nutricional. Tal perspectiva es tema de estudio de
personal acadŽmico de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) de las unidades San
Crist—bal de Las Casas, Chiapas, y Villahermosa, Tabasco, con el fin de seguir
promoviendo el consumo de estas importantes leguminosas por sus beneficios a la
salud, contribuyendo as’ a disminuir los costos sociales y econ—micos que
representan las enfermedades cr—nicas no transmisibles (no se contagian y son
de larga duraci—n), como diabetes, obesidad, asma y afecciones
cerebrovasculares, entre otras.
En Biodiversitas,
publicaci—n de la CONABIO, Rafael Mu–oz Salda–a refiere que hace algunas
dŽcadas, los indios p‡pagos de una reserva en Arizona, Estados Unidos,
comenzaron a padecer los estragos de la diabetes, un padecimiento antes
inexistente ah’. La raz—n se ha encontrado en la transformaci—n de su dieta
como parte de los cambios derivados de la modernidad. De una alimentaci—n con abundancia
de frijoles tŽpari (Phaseolus
acutifolius) pasaron a las harinas refinadas, refrescos y comida r‡pida
accesible cerca de la reserva.
El dramatismo del suceso nos invita a tomar
conciencia del gran potencial de la alimentaci—n respecto a la salud de las
personas. En este sentido, los alimentos tradicionales no solo son referentes
culturales sino un elemento indiscutible para mejorar nuestra calidad de vida.
Xariss M. S‡nchez Chino es investigadora C‡tedra CONACYT del
Departamento de Salud, ECOSUR Villahermosa (xsanchez@mail.ecosur.mx).
(1) Los metabolitos secundarios son
compuestos qu’micos producidos como resultado
del metabolismo en las plantas, por ejemplo, el pigmento b-caroteno que le da
el color anaranjado a las zanahorias, o los compuestos fen—licos que colorean de morado-azul al ma’z.
Ecofronteras, 2019, vol. 23, nœm. 65, pp. 14-16, ISSN
2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC
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