La dosis hace el veneno

Zendy Evelyn Olivo-Vidal y HŽctor Ochoa D’az

 

ÒLa dosis hace el venenoÓ, parafraseando a Paracelso, o Òni poco ni demasiadoÓ segœn la sentencia popular: ningœn alimento es completamente inofensivo si se ingiere en grandes cantidades (beber agua puede matar), y ningœn nutriente es suficiente cuando se consume en porciones menores a las requeridas por el organismo.

 

 

Sabidur’a de Paracelso

 

Cuando alguien nos platica sobre un sœper alimento, el detalle de sus cualidades suena tan atractivo que por lo general, nuestra primera reacci—n es querer consumirlo para obtener los resultados deseados. Sin embargo, pocas veces llegamos a pensar que si lo comemos con desmesura, aunque sea un producto benŽfico, puede hacernos da–o e incluso llevarnos a la muerte.

 

Hace ya casi 500 a–os, el mŽdico y qu’mico suizo Paracelso expres—: ÒTodas las cosas son veneno y nada es sin veneno; solo la dosis hace que una cosa no sea un venenoÓ. Esta idea a menudo se condensa como Òla dosis hace al venenoÓ, y significa que una sustancia solo causa da–o si se consume en concentraciones demasiado elevadas, o en otro sentido, œnicamente se obtendr‡ un efecto positivo sobre el organismo si se ingiere en la cantidad adecuada. Es un principio que aplica por completo a los alimentos, y se basa en la conclusi—n de que todo puede ser da–ino cuando hay exceso, Áaun el agua y el ox’geno! Por el contrario, si la dosis o el nivel de exposici—n es bajo, incluso un elemento que se considere t—xico no tendr‡ efectos perjudiciales.

 

Un impactante ejemplo aplica a la sustancia m‡s importante para la vida: el agua. Hace unos a–os, una mujer de California en Estados Unidos, Jennifer Strange, particip— en un concurso de radio llamado ÒHold your pee for a Wii" (aguanta tu pip’ por una Wii), en el que hab’a que beber botellas de agua de 225 mililitros en adelante, en un lapso de 15 minutos. DespuŽs de participar, Jennifer se retir— del evento con dolores de cabeza... M‡s tarde fue encontrada muerta en su casa.

 

ÀPor quŽ muri—? Aunque parezca incre’ble, la causa fue intoxicaci—n h’drica. El exceso de agua en el organismo produjo que se diluyeran varios minerales indispensables para la vida humana. En consecuencia, distintos —rganos comenzaron a funcionar inadecuadamente. Los ri–ones son incapaces de trabajar a ese ritmo y eliminar el exceso de agua, por lo que esta se acumul— en el cuerpo, causando hinchaz—n, derrames, y el sistema de aquella persona no resisti—.

 

En contraste con la abundancia est‡n las microdosis. Tal vez no estemos conscientes de que las manzanas contienen proporciones m’nimas de amigalina, sustancia que en niveles muy altos puede liberar cianuro. Esto no implica que debamos dejar fuera de la dieta un alimento recomendado y consumido pr‡cticamente en todo el mundo.

 

Lo anteriormente expuesto explica por quŽ los est‡ndares de la salud pœblica se basan en el principio de que Òla dosis hace al venenoÓ. Por eso especifican las concentraciones m‡ximas aceptables de varios contaminantes en los alimentos, en el agua potable, en el medio ambiente y en las sustancias que ingerimos. El proceso para definir los est‡ndares incluye investigaci—n cient’fica para evaluar la toxicidad; se realizan experimentos de dosis-respuesta en organismos de laboratorio expuestos a varias cantidades de ciertos qu’micos. 

 

Recapitulando, ningœn alimento es completamente inofensivo si se ingiere en grandes cantidades, as’ como ningœn nutriente es suficiente cuando se consume en porciones menores a las requeridas por el organismo. A continuaci—n explicaremos esto con mayor detalle.

 

Mal nutrido o mal alimentado

 

Existen diversos alimentos ricos en nutrientes de suma importancia para el buen funcionamiento del organismo. Algunos est‡n presentes en m’nimas cantidades (micronutrientes), pero no por eso son prescindibles o reemplazables, ya que si uno falta, podr’a haber consecuencias graves. Un ejemplo es el yodo, elemento fundamental en la s’ntesis de las hormonas tiroideas esenciales en la regulaci—n del organismo. Si sus niveles se alteran, se puede presentar hipertiroidismo o hipotiroidismo, padecimientos que desajustan el metabolismo basal del ser humano (energ’a requerida para la subsistencia de las cŽlulas). Nuestro cuerpo no produce ni almacena el yodo necesario, por lo que debe ser ingerido en la dieta diaria.

 

Una alimentaci—n con deficiencias en los diversos grupos nutrimentales acarrea complicaciones serias vinculadas a la desnutrici—n o mal nutrici—n. La desnutrici—n es un estado patol—gico con diferentes grados de severidad y manifestaciones cl’nicas; afecta a grandes poblaciones en el mundo entero y por desgracia representa uno de los m‡s graves problemas epidemiol—gicos de MŽxico. Y es que estar mal nutrido no necesariamente va acompa–ado de estar mal alimentado.

 

En la actualidad, el ritmo acelerado de vida ha vuelto popular la denominada Òcomida r‡pidaÓ: productos procesados o preprocesados, cuya adquisici—n y consumo son f‡ciles. Aun cuando satisfacen la sensaci—n de saciedad del organismo, est‡n muy lejos de nutrirnos por sus altos contenidos en grasas, edulcorantes artificiales y carbohidratos. Si los consumimos con demasiada frecuencia, entonces careceremos de nutrientes fundamentales.

 

Complicaciones por exceso

 

Podr’amos mencionar mœltiples muestras de alimentos cuyo consumo frecuente y en medidas adecuadas otorga resultados benŽficos. Uno de ellos es el epazote, usado en la cocina como hierba de olor y reconocido tambiŽn por sus propiedades para tratar dolores estomacales, c—licos y hasta eliminar par‡sitos intestinales si se bebe una infusi—n de las hojas con agua o leche en ayunas. Otro caso es la moringa, cuyas hojas son empleadas en infusiones porque contienen varios tipos de antioxidantes, como el ‡cido asc—rbico (vitamina C), carotenoides, flavonoides y fenoles, componentes capaces de inhibir el da–o oxidativo en nuestro material genŽtico. Esta informaci—n reitera lo ya dicho: el consumo adecuado de los alimentos suele brindarnos beneficios en tŽrminos de salud.

 

Si comparamos la comida con los medicamentos, pensemos en cu‡n importante es tomar la dosis correcta de una medicina o de un suplemento vitam’nico. Ejemplo de ello es la vitamina D, un nutriente que promueve el crecimiento y mineralizaci—n de los huesos, y aumenta la absorci—n intestinal de calcio, entre otras funciones. En cantidades recomendadas promueve la buena salud, pero tambiŽn es un qu’mico muy t—xico que en exceso puede causar c‡lculos renales, presi—n alta, sordera e incluso la muerte.

 

En el mismo sentido, en 2011, un grupo de qu’micos del Canisius College, en Bœfalo, Nueva York se enfrentaron a un caso mortal por la ingesta de productos ÒinofensivosÓ. La v’ctima fue un joven pol’tico que hab’a decidido cambiar su estilo de vida sustituyendo carne por vegetales, y en su dieta diaria les dio un lugar especial a las nueces de Brasil de la especie Bertholletia excelsa. Meses despuŽs comenz— a experimentar fatiga, n‡useas, diarrea, sabor met‡lico en la boca, olor a ajo y otros s’ntomas caracter’sticos de envenenamiento por selenio, el cual se encontraba en una concentraci—n mucho mayor a la normal, segœn los an‡lisis sangu’neos. Resulta que con solo media docena de nueces, se obtienen alrededor de 800 microgramos de selenio y esto basta para duplicar el l’mite diario recomendado.

 

Por tanto, por m‡s benŽfica que sea una sustancia, su abuso implica problemas. En proporciones inmoderadas, el calcio provoca padecimientos renales, la vitamina C causa heridas en la boca, la vitamina A genera complicaciones en el h’gado, y as’ podr’amos nombrar muchos otras situaciones. Retomando el ejemplo de la comida r‡pida, esta incluye grasas en exceso, cuya acumulaci—n propicia trastornos y enfermedades, como la diabetes mellitus, obesidad, hipertensi—n, h’gado graso o infartos al coraz—n, que son las principales causas de mortalidad en el pa’s; representan grandes problemas epidemiol—gicos y de salud pœblica en MŽxico y el mundo.

 

El plato del buen comer

 

Una dieta recomendable deber ser suficiente, completa, equilibrada y adecuada, adem‡s de variada e inocua, es decir, que no causa da–o al individuo. En general, los alimentos se clasifican de acuerdo con los siguientes grupos: frutas, verduras, cereales, leguminosas, alimentos de origen animal, l‡cteos, aceites o grasas, azœcares. Cada secci—n fue representada en una Òpir‡mide alimentariaÓ a inicios de la dŽcada de 1970, misma que adem‡s de se–alar los productos que pertenecen a cada grupo, indicaba de forma visual el nivel de consumo sugerido para cada uno, con el objetivo de lograr una alimentaci—n completa y balanceada.

 

La pir‡mide alimentaria fue sustituida por Òel plato del buen comerÓ a partir de 2013 —desarrollado por la Secretar’a de Salud—, el cual es un esquema que representa las raciones o proporciones recomendadas de cada grupo de alimentos.

 

Es importante la variabilidad de productos dentro del mismo grupo, o sea que no basta comer suficientes frijoles, sino que habr’a que alternarlos con ch’charos, habas, ejotes o cacahuates, por ejemplo. TambiŽn conviene incluir en nuestras comidas m‡s frutas, verduras, granos enteros y carnes magras, a la vez que reducimos las grasas, azœcares y dem‡s alimentos con calor’as vac’as (aportan energ’a pero no nutrientes), como refrescos, jugos envasados, chocolate blanco o azœcar de mesa.

 

El gr‡fico del plato del buen comer es una estrategia sencilla y efectiva para presentarnos los grupos de alimentos. Sin embargo, presenta el inconveniente de haber sido dise–ado con alimentos comunes para una poblaci—n general, sin preocupaci—n por atender los requerimientos de comunidades espec’ficas o considerar la disponibilidad de alimentos en una determinada regi—n. Por ejemplo, en Chiapas se cosechan frutas tropicales muy particulares, como el rambut‡n, duri‡n, frutipan, nuez de macadamia y jamalac, que son propias de la regi—n y evidentemente no se ven reflejadas.

 

Lo anterior representa un reto para cient’ficos y especialistas en ‡reas ligadas a la nutrici—n, de modo que sea factible que el mayor nœmero posible de personas tengan acceso a la informaci—n e insumos para que una dieta sana y balanceada resulte algo cercano y soberano, es decir, algo que podamos elegir por voluntad, por el deseo de bienestar.

 

Zendy Evelyn Olivo-Vidal es tŽcnica acadŽmica del Departamento de Salud, ECOSUR Villahermosa (ozendy@mail.ecosur.mx). HŽctor Ochoa D’az es investigador del Departamento de Salud, ECOSUR San Crist—bal (hochoa@ecosur.mx).

 

 

Ecofronteras, 2018, vol. 22, nœm. 65, pp. 6-9, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx