ÀPor quŽ est‡n muriendo manat’s en Tabasco?
Conversaci—n con Benjam’n Morales Vela
Laura L—pez Argoytia
Las
aguas mexicanas albergan una especie de mam’feros muy carism‡ticos: los manat’s
(Trichechus manatus), que
habitan en bah’as, r’os, lagunas, cenotes y otros cuerpos de agua del Golfo de
MŽxico y el mar Caribe. A pesar de medir 3 metros como adultos y pesar de 450 a
500 kilos, no son peligrosos para ningœn animal. Son herb’voros y prefieren nadar
en las costas, estuarios, r’os y sistemas hidrol—gicos con aguas poco profundas,
para aprovechar la diversidad de vegetaci—n del fondo. Lamentablemente se
encuentran en riesgo de extinci—n, sobre todo por las actividades humanas que alteran
de manera significativa su h‡bitat.
En los
œltimos meses, Tabasco ha sido escenario de un evento ins—lito de mortandad
masiva de manat’s, lo cual ha alertado a diversas instancias estatales y federales.
Benjam’n Morales Vela, investigador del Departamento de Sistem‡tica y
Ecolog’a Acu‡tica de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), Unidad
Chetumal, se ha unido al trabajo colectivo para averiguar la causa. Su trabajo
se vincula al estudio y conservaci—n de los manat’s desde 1990, por lo que
impuls— la formaci—n del Santuario del Manat’ en la Bah’a de Chetumal en 1996,
y del espacio compartido en Belice (Corozal Bay) decretado en 1998 como
Santuario de Vida Silvestre. Desde 2009 es copresidente del equipo de expertos
del grupo sirenia (al que pertenecen los manat’s) de la Uni—n Internacional
para la Conservaci—n de la Naturaleza (UICN).
ÀQuŽ est‡ pasando con los manat’s en
Tabasco?
Se trata
de un hecho ins—lito: los manat’s est‡n muriendo de manera inusual en una secci—n
de la Reserva de la Bi—sfera Pantanos de Centla en Tabasco. Ni en MŽxico ni en
AmŽrica Latina se hab’a registrado una mortandad como esta. Es un evento œnico,
de larga duraci—n; ocurre en arroyos y aguas de poco movimiento, m‡s que en
caudales. El 18 de mayo se detectaron los primeros animales muertos en la zona
de los Bitzales, en el municipio de Macuspana, y ya para inicios de septiembre
se acumulaban poco m‡s de 40. Todav’a no se tiene certeza sobre la causa, y
aunque afecta a ambos sexos y todas las edades, hay una tendencia hacia los
machos j—venes; no se sabe si es por cuestiones fisiol—gicas o conductuales.
ÀQuŽ implica esto para una especie en
riesgo?
Estos
mam’feros se consideran en riesgo de extinci—n tanto por el gobierno de MŽxico
como por la UICN. En las aguas de la cuenca hidrol—gica de los r’os Usumacinta
y Grijalva, en el Golfo de MŽxico, se considera que existen unos 450
ejemplares, de modo que si en pocos
meses mueren m‡s de 40, la situaci—n es muy preocupante. Por eso se hace un
esfuerzo notable que involucra a la Procuradur’a Federal de Protecci—n al
Ambiente, Secretar’a del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Comisi—n Nacional
del Agua, Comisi—n Nacional de çreas Protegidas, Comisi—n Nacional para el
Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Universidad Ju‡rez Aut—noma de Tabasco
(UJAT), autoridades de la Reserva de la Bi—sfera Pantanos de Centla, Secretar’a
de Salud y ECOSUR. Se sumaron, adem‡s, varias instituciones con veterinarios
expertos en mam’feros marinos, procedentes de Veracruz, Quintana Roo y Puebla. Desde
ECOSUR hemos impulsado la formaci—n de un grupo internacional de expertos como
parte de nuestra participaci—n.
ÀQuŽ hip—tesis se manejan?
Hubo
mucha presi—n social cuando todo empez—. Los pobladores alertaron sobre enfermedades
respiratorias y ciertas molestias que notaron en su piel, a la par que
empezaron a descubrir aves y peces muertos –no en cifras
alarmantes–, y casi simult‡neamente, los manat’s. Diversas actividades
giran en torno al agua de la zona, no solo por la pesca como actividad de
subsistencia, sino por su uso en el hogar, lavado de ropa y entretenimiento. Hab’a
gran preocupaci—n de que el agua estuviera contaminada debido al petr—leo que
se extrae en la regi—n u otras razones. La Comisi—n Nacional del Agua tom—
muestras en 12 puntos distintos y se detectaron coliformes fecales y Escherichia coli en gran escala, ambos
elementos asociados a desechos urbanos; esto ya se hab’a descubierto en a–os
anteriores en las cuencas del Usumacinta y el Grijalva, y se considera un
factor m‡s del problema, Ápero no es el detonante! Es decir, afecta la
respuesta inmunol—gica de los organismos a otros t—xicos, mas no justifica la
muerte masiva de animales.
Hay investigaciones
pendientes para analizar las plantas de las que se alimentan los manat’s y los
sustratos, aunque se sabe que s’ contienen agroqu’micos como consecuencia del
uso intensivo de pesticidas organoclorados en actividades agr’colas. Si bien es
preocupante, para ser la causa de la mortandad tendr’a que haber una presencia mucho
m‡s fuerte de esas sustancias. Por otra parte, hubo alarma porque se encontraron
elevadas concentraciones de plomo en una cr’a no nacida y en su madre, as’ que
se realiz— un estudio de metales pesados en tejido —seo. Los niveles detectados
son indicadores de intoxicaci—n cr—nica, lo que es igualmente un factor de riesgo,
sin ser el motivo primordial. TambiŽn llam— la atenci—n de que se documentaban
niveles altos de pH en el agua y lugares con poco nivel de ox’geno, lo cual
indica la existencia de microalgas en grandes cantidades.
ÀCu‡l piensas tœ que puede ser la causa?
Cuando la
situaci—n comenz— hab’a sequ’a, y por tanto, bajos niveles y poco movimiento de
aguas. Algunos minerales y otros elementos que enriquecen el sistema lagunar en
condiciones normales, con sequ’as inusuales provocan la proliferaci—n de
microalgas capaces de poner en riesgo a los manat’s. Hay tres especies
potencialmente t—xicas en ambientes dulceacu’colas, como esta zona de pantanos.
Es una buena hip—tesis que requiere corroborarse con muestras de tejidos y
sangre, mismas que est‡n en proceso de an‡lisis en un laboratorio de Estados
Unidos; proceden de seis mam’feros muertos y arrojar‡n con claridad quŽ tipo de
toxinas derivadas de cianobacterias t—xicas producidas por las microalgas se
detectan en sus tejidos –o quŽ tipo de agroqu’micos–, y aœn m‡s
importante, sus concentraciones.
Ha sido
complicado avanzar con estos estudios, primero porque se necesitan muestras
frescas de tejido de manat’, y cuando los pobladores reportan alguno muerto,
suele presentar un estado de descomposici—n que no hace posible la toma de
muestras. Dedicamos mucho tiempo a buscar e intentar una detecci—n temprana de
los cad‡veres y as’ obtener los tejidos frescos, pero hay una gran cantidad de
arroyos y canales, y varios son de dif’cil acceso. A pesar de todo se logr— el
objetivo, con apoyo de un grupo de veterinarios para realizar las necropsias. Terminamos
tambiŽn con los tr‡mites de los permisos de exportaci—n e importaci—n de las muestras,
y no fue f‡cil por tratarse de una especie protegida y regulada
internacionalmente. Con todo, el proceso marcha y pronto tendremos m‡s
evidencias de lo que pudo ser la causa o causas que detonaron la muerte masiva,
respuestas que muchas personas esperamos.
ÀQuŽ otras acciones hubo para proteger a los
manat’s?
Se
consider— sacar a los manat’s aœn vivos del ‡rea de contingencia y llevarlos a
un sitio de cuarentena. No se logr—. Est‡n acostumbrados a las redes y escapan
sin ninguna complicaci—n, (1) as’ que en mes y medio solo capturamos dos y asumimos
que era inviable seguir intent‡ndolo. No obstante, su reacci—n favorable a esquivar
la captura nos mostr— que muchos otros est‡n en buenas condiciones y no todos
se encuentran en peligro inminente de morir.
ÀSon la especie m‡s da–ada?
Hubo
afectaciones en aves y peces, pero no result— en muerte masiva severa o muy significativa.
En el caso de los manat’s s’, por eso son importantes las muestras del sustrato
y de las plantas de las que se alimentan. Las muertes se han detenido en
septiembre y la situaci—n mejorar‡ con las lluvias m‡s intensas de la temporada,
ya que una mayor movilidad de agua reducir’a la presencia de cianobacterias y
remover‡ los elementos contaminantes que intoxicaron a los animales. Aun as’, el
conjunto de factores alternos debe atenderse; son problemas de importancia
nacional: descargas de aguas negras, desechos org‡nicos, uso intensivo de
agroqu’micos, contaminaci—n por metales t—xicos y nulo manejo de mantenimiento
de los flujos de agua naturalesÉ
ÀSe han rescatado manat’s enfermos?
La gente
los respeta bastante y no hay reportes de muertes por caza o actividad ilegal.
En estos meses, solo ha habido dos sobrevivientes rescatados que necesitaron
atenci—n mŽdico-veterinaria; casi todos se localizan ya muertos. Ambos manat’s,
un macho y una hembra, se encuentran en excelentes condiciones despuŽs de su
cuarentena y cuidados; ser‡n liberados muy pronto y se les pondr‡ un transmisor
satelital para continuar con su estudio en vida libre.
ÀC—mo se actualizan las cifras en la
poblaci—n de manat’s?
El
proceso de estimaci—n ha sido complejo. A–os antes se realizaban solo entrevistas;
despuŽs usando avionetas para la detecci—n y conteo de los mam’feros desde el
a’re en el Caribe mexicano, cosa que en aguas no claras de Veracruz, Tabasco y
Campeche resultaba imposible hacer. A partir 2011 trabajamos con un equipo
sonar que los detecta bajo el agua, incluso si es poco transparente, as’ que es
un mŽtodo mucho m‡s exacto. La cifra de alrededor de 450 manat’s en la zona es
resultado de un esfuerzo sistem‡tico entre la UJAT y ECOSUR de los œltimos tres
a–os, y es un nœmero muy preciso.
ÀCu‡l es la perspectiva ante la
contingencia actual?
Por
ahora resulta imperativo encontrar el detonante de la mortandad masiva de
manat’s, para establecer mecanismos de prevenci—n. Es algo que se puede repetir
si no lo prevenimos. Algunos colegas de Estados Unidos comentan que podr’amos
tardar un par de a–os en armar el rompecabezas, pero confiamos lograrlo antes.
Lo que ha resultado evidente es la necesidad de trabajar en el desarrollo de un
protocolo nacional a nivel tŽcnico para la detecci—n temprana de emergencias
ambientales, con intervenci—n de instituciones pœblicas y privadas, y que se
incluya un fondo de contingencia de respuesta inmediata. En las condiciones
actuales no logramos dar soluciones oportunas. Nos tom— de sorpresa este evento
inŽdito; sin embargo, s’ logramos sentar las bases y operaci—n
interinstitucional para lograr un protocolo aplicable en MŽxico y en otros
pa’ses de AmŽrica y çfrica donde hay distribuci—n de manat’s.
Laura L—pez Argoytia es coordinadora de
Fomento Editorial en ECOSUR (llopez@ecosur.mx).
(1) Ver
ÒLos intocables del r’o San PedroÓ, Ecofronteras 56, http://revistas.ecosur.mx/ecofronteras/index.php/eco/article/view/1628
Ecofronteras, 2018, vol. 22,
nœm. 64, pp. 34-37, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista
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