C’rculos de Alimentaci—n Escolar

Arturo V. Arreola Mu–oz y Alicia Mart’n Alcaraz

 

Soberan’a alimentar’a vs. seguridad alimentaria. Abundancia de alimentos vs. creencia de que domina la escasez. Estas son algunas premisas de los C’rculos de Alimentaci—n Escolar en Chiapas, que impulsan una nutrici—n sana, diversificada y culturalmente apropiada para enfrentar la pobreza y malnutrici—n –que no es desnutrici—n– desde las condiciones y capacidades locales, alej‡ndose del asistencialismo de los programas sociales.

 

 

Si como creemos la mayor’a de nosotros, tenemos la capacidad de modelar el mundo de acuerdo con nuestros sue–os y deseos, Àpor quŽ colectivamente lo hemos convertido en un caos? Nuestro mundo social y f’sico puede y debe hacerse, rehacerse, y si sale mal, rehacerse una vez m‡s. Por d—nde empezar y quŽ se debe hacer son las cuestiones clave.

Espacios de esperanza, David Harvey, 2003

 

El mito de la escasez

 

Las pol’ticas de combate a la malnutrici—n alimentaria en MŽxico han estado guiadas principalmente por el paradigma de la seguridad alimentaria, y materializadas en programas de asistencia social subsidiarios, como el ÒProyecto estratŽgico para la seguridad alimentariaÓ o la ÒCruzada nacional contra el hambreÓ. No obstante, a–os de pol’ticas pœblicas poco han transformado la problem‡tica; por el contrario, han contribuido a que se agrave y se sigan reproduciendo el asistencialismo, la descapitalizaci—n comunitaria, la corrupci—n y el clientelismo.

 

Estos programas proponen modelos uniformizadores; parten de que el origen del hambre es el desabasto y la soluci—n es la oferta de comida, por lo que fomentan el aumento de niveles de producci—n, volumen de existencias y comercio neto, lo cual es poco pertinente. Tal como afirman Frances Moore LappŽ, Joseph Colins, Peter Rosset y Luis Esparza en su libro 12 mitos sobre el hambre en el mundo, lo que define la disponibilidad de alimentos a escala mundial, Áno es la escasez sino la suficiencia! Se–alan, por ejemplo, que la producci—n de cereales podr’a proveer 3,500 calor’as diarias a cada habitante del planeta, sin contar frutas, verduras, carnes y otros productos. El problema radica en que la descapitalizaci—n impide a algunas comunidades producir sus alimentos, adem‡s de que estas generalmente compiten en condiciones desiguales con los esquemas comerciales.

 

La inseguridad alimentaria es una consecuencia estructural del capitalismo en su fase neoliberal, y la seguridad alimentaria es la propuesta del mismo sistema, mediante la articulaci—n de sectores al interior de los gobiernos, entidades multilaterales como la Organizaci—n de las Naciones Unidas para la Alimentaci—n y la Agricultura (FAO) y empresas transnacionales. En el caso de MŽxico, los convenios que firmaron la Secretar’a de Desarrollo Social (SEDESOL) y las compa–’as PepsiCo y NestlŽ en el marco de la Cruzada nacional contra el hambre, pueden ser ejemplos de c—mo se estructuran las complejas formas de despojo de los territorios m‡s empobrecidos del pa’s, mediante el impulso de la pol’tica de la Òseguridad alimentariaÓ.

 

Frente a esta realidad, en 1996 surgi— la perspectiva de la soberan’a alimentaria, incentivada por el movimiento internacional V’a Campesina. Representa un conjunto de derechos centrados en intereses estratŽgicos de los pueblos para definir sus propias pol’ticas de agricultura y alimentaci—n, la regulaci—n agropecuaria y de comercio agr’cola, as’ como la protecci—n de mercados domŽsticos frente a la importaci—n de productos. La soberan’a alimentaria se materializa en el cumplimiento del derecho a decidir quŽ producir y c—mo organizar la distribuci—n y el consumo de alimentos, segœn los factores bioculturales de cada comunidad.

 

Alternativa para Los Altos de Chiapas

 

La regi—n Altos de Chiapas es una zona, como tantas otras en el pa’s, en donde la situaci—n alimentaria afecta seriamente a ni–as y ni–os al ser un sector muy vulnerable. ÀQuŽ se puede hacer para combatir la malnutrici—n infantil en regiones en apariencia tan alejadas en la geograf’a y alejadas del mercado? La propuesta que se esboza a continuaci—n vincula nociones y pr‡cticas comunitarias; se trata de los llamados C’rculos de Alimentaci—n Escolar (CAE); iniciativa que articula procesos dirigidos a enfrentar la malnutrici—n y la pobreza desde los medios, condiciones y capacidades locales.

 

Los CAE fueron dise–ados en 2015 por el Instituto para el Desarrollo Sustentable en MesoamŽrica A.C. en acuerdo con el C’rculo de Organizaciones Aliadas, como estrategia alternativa a las pol’ticas de combate a la inseguridad alimentaria local. La propuesta busca asegurar una nutrici—n sana, diversificada y culturalmente apropiada para m‡s de mil ni–as y ni–os tseltales y tsotsiles en edad escolar en San Juan Cancuc, Pantelh— y Santiago el Pinar. La preparaci—n de dietas balanceadas con elementos de la regi—n, la elaboraci—n de palanquetas por las madres de familia o refrescos naturales por grupos de j—venes de los pueblos originarios para enfrentar el consumo de comida chatarra y bebidas gasificadas, son algunas de las estrategias que se han implementado hasta el momento.

 

El esquema de los c’rculos de alimentaci—n se basa en los Acuerdos de Colaboraci—n para la Gesti—n Territorial Municipal, gestados entre varios municipios de Chiapas para orientar procesos que involucran a las comunidades, sociedad civil, sector acadŽmico, instituciones gubernamentales nacionales e internacionales. Un punto medular de los CAE es que refutan la perspectiva de la escasez y se alejan del asistencialismo que domina los programas de seguridad alimentaria; en cambio, actœan directamente en la disminuci—n de las brechas territoriales, esto es, las desigualdades que impiden a las poblaciones ind’genas y campesinas romper con el c’rculo de la pobreza. 

 

La detecci—n y an‡lisis de estas brechas posibilit— organizar acciones en cuatro ‡reas de impacto: nutrici—n y alimentaci—n, producci—n, empoderamiento econ—mico y gobernanza. El eje central que integra el proceso es la reactivaci—n de los canales cortos de intercambio y la realizaci—n de transferencias directas para asegurar la producci—n local de alimentos, lo cual favorece su aumento en volumen y diversificaci—n. Para promover la comida preparada por madres y padres de familia que tratan de asegurar una nutrici—n adecuada, se ha gestado una herramienta de colaboraci—n denominada Òfiestas del buen comerÓ. Son espacios de encuentro y convivencia que pretenden la autogesti—n alimentaria de la comunidad. Implican la producci—n, compra, elaboraci—n y consumo de los alimentos, todo ello coordinado por los ComitŽs de Alimentaci—n Escolar, integrados por autoridades comunitarias, escolares, mam‡s y pap‡s.

 

Adem‡s, se establecen huertos cuyos productos se usan en los comedores habilitados; en caso de que se presenten excedentes, estos se venden localmente, propiciando peque–os fondos de ahorro o asegurando la disponibilidad de alimentos que no se generan en la comunidad. Entonces, los CAE permiten caminar hacia el fortalecimiento de la econom’a comunitaria y el empoderamiento sociocultural de la poblaci—n, fomentando la reconstrucci—n y revitalizaci—n de la gobernanza territorial a travŽs de la toma de decisiones desde lo local hasta lo municipal.

 

Rehacer el mundo

 

Nuestro mundo, afirma el ge—grafo y soci—logo David Harvey, puede y debe rehacerse las veces que sea necesario. Para ello debemos fortalecer los procesos ligados a contrarrestar esquemas de injusticia, desigualdad, despojo y violencia. La cuesti—n de Òpor d—nde empezarÓ podr’a remitirnos al an‡lisis de un territorio concreto que se construye continuamente por los pueblos o comunidades que le dan significado. El siguiente reto: ÒquŽ se debe hacerÓ, define la ruta a seguir, que depender‡ de los cambios que la propia poblaci—n quiere emprender, los recursos, la informaci—n y experiencia disponible, concretada en la agencia social de los actores implicados.

 

En este sentido, los C’rculos de Alimentaci—n Escolar pueden ser un camino desde d—nde empezar y lo que se debe hacer.  Es posible construir condiciones para revertir la pŽrdida de la soberan’a alimentaria en los Altos de Chiapas, a partir de estrategias innovadoras para restituir el ejercicio del derecho a la alimentaci—n de ni–as y ni–os en edad escolar. Se requieren alianzas con distintas organizaciones e instancias en la zona, enlazando a los actores locales desde la acci—n colectiva, pol’tica y organizada, a fin de que se reapropien de su territorio con l—gicas distintas que no signifiquen continuar el despojo.

 

Arturo V. Arreola Mu–oz (arturovam@yahoo.com.mx) y Alicia Mart’n Alcaraz (amartin.idesmac@gmail.com) son personal acadŽmico del Instituto para el Desarrollo Sustentable en MesoamŽrica.

 

 

Ecofronteras, 2018, vol. 22, nœm. 64, pp. 15-17, ISSN 2007-4549 (revista impresa), E-ISSN 2448-8577 (revista digital). Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx