Cartas

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Magdalena Hernández Chávez

Resumen

Correspondencia.
Cuando acudí a una entrevista de trabajo con Daniel Navarro (Q.E.P.D.), frente a un escritorio que exhibía un par de murciélagos en formol y un hongo de árbol (entre otras curiosidades), no imaginé que estaría abriendo la puerta a un mundo maravilloso que me acercaría a la ciencia, acompañada de personas apasionadas por su trabajo, donde el enfoque con el que venía viendo el mío cambiaría para siempre. Además, me esperaba mi segunda familia… detrás de esa puerta estaba el Centro de Investigaciones de Quintana Roo (CIQRO), ahora ECOSUR Chetumal.
   Las palabras no salen fácilmente de mi boca al estar frente a la gente; me caracterizo por ser reservada, máxime si se trata de hablar en público. Por ello prefiero escribir para contarles que le digo adiós a ECOSUR Chetumal para iniciar una nueva etapa en ECOSUR Villahermosa, donde me he sentido muy bienvenida.
   Inicié mi camino en CIQRO cuando tenía poco más de 18 años, como secretaria en el Departamento de Informática (donde comencé a aprender mucho con Daniel), después en el de Control y Gestión (donde me encantaba diseñar y editar libros). Posteriormente renuncié para trabajar en la iniciativa privada, y un par de años después, regresé a CIQRO cubriendo una licencia por maternidad, justo antes de que el centro desapareciera. Sí, me tocó ver esa angustiante escena llena de incertidumbre, en la que frente a mi escritorio, muchos de ustedes hacían fila para recibir su liquidación. Después entré a ECOSUR y apoyé en diversos puestos (asistente de investigación, asistente de posgrado y asistente de dirección).
C   IQRO y ECOSUR Chetumal han sido claves en mi formación, estoy en deuda con todos los que fueron mis jefes: Daniel Navarro, Elvia Ríos, Martín Domínguez, Eduardo Suárez, Rogel Villanueva, Adriana González, Manuel Elías, Sophie Calmé, Julio Espinoza, Carmen Pozo, Minerva Arce y Héctor Hernández. También he recibido una gran cantidad de enseñanzas de parte de todos los demás compañeros: técnicos académicos, de apoyo, personal de limpieza, administrativos, estudiantes de posgrado, investigadores y directivos. Algunos aprendizajes llegaron mientras transitaba por las mejores autopistas, otros tantos cuando lo hacía por caminos sinuosos, llenos de curvas y baches; ahora, a la distancia, doy gracias por cada uno de ellos y también me disculpo por los errores cometidos, consciente de que aún me falta un largo camino por transitar.
   Veinticuatro años de convivir con muchos de ustedes me han permitido conocer su lado humano, por ejemplo, verlos formar familias y criar a sus hijos desde muy pequeños, ¡muchos ya son profesionistas o padres! Son demasiados los recuerdos agradables, si escribiera todos alargaría más este mensaje… Algo que atesoraré por siempre es haber experimentado la solidaridad de la comunidad, pues cuando alguien pasa por la pérdida de un ser querido, enfermedades complicadas, emergencias, o hasta un divorcio, ahí están los compañeros para dar palabras de ánimo, o ¿por qué no?, hacer una colecta.
   Bien dice el refrán “El que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse”, así que mejor ya termino deseándoles mucho éxito en su trabajo y bienestar en sus vidas personales. Sigo agradeciendo poder conservar en mi corazón experiencias inolvidables y amistades entrañables.




Magdalena Hernández Chávez
Palabras clave: correspondencia, Ecofronteras

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